Lo que luego sería llamado rock and roll fue tomando forma durante un período relativamente largo, con aportes de artistas bastante diversos. Entre ellos, Antoine Fats Domino fue uno de los más exitosos, sólo superado en ventas por Elvis Presley de 1955 a 1960, y aunque su estilo no nos suene hoy tan típicamente rockero como el de Little Richard o el de Chuck Berry, desempeñó un papel importante. Desde que grabó por primera vez, en 1949 –un simple con la canción “The Fat Man”, del que se vendió un millón de ejemplares–, mostró las características que definirían su música, en buena medida asociadas con el rhythm and blues y el boogie woogie algo jazzeados de Nueva Orleans. Tocaba el piano con un ritmo marcado, pero con más swing descontraído que agresividad, y su manera de cantar era melodiosa y amable, por lo general sobre temas románticos. En esa línea tuvo una seguidilla de hits bastante similares, producidos y arreglados por Dave Bartholomew (coautor de varios de ellos), hasta el comienzo de los 60, y entre los más recordados están “Ain’t That a Shame” (1955) y “Blueberry Hill” (1956).

Para apreciar la diferencia de lo que hacía con lo que vino después, por la senda que él ayudó a abrir, puede ser útil escuchar trabajos relacionados con su obra de dos de sus admiradores más conocidos, John Lennon y Paul McCartney. Al comparar la versión original de “Ain’t That a Shame” con la grabada por Lennon en el disco Rock 'n' Roll (1975), o la versión de Domino de “Lady Madonna” con el original de The Beatles (lanzado en 1978, compuesto por McCartney y en el que este buscaba replicar el estilo de Fats), queda claro que el estadounidense encaraba la música básicamente como un entertainer, sin intenciones rupturistas ni voluntad de sobresaltar o desacomodar a quienes lo escuchaban, más simpático que magnético. Pero no cabe duda de que era muy bueno en lo suyo.

Vivía en un barrio de trabajadores de Nueva Orleans (pero en una mansión) cuando llegó el huracán Katrina en 2005, y no quiso dejar su casa porque su esposa estaba mal de salud. La zona se inundó y se llegó a dar por muerto a Domino, hasta que se supo que un helicóptero lo había rescatado junto a su familia, pero perdió todo lo que había en su residencia, incluyendo numerosos discos de oro y la medalla nacional de las artes que le había otorgado el presidente Bill Clinton. Luego volvió a presentarse en público y a grabar, a beneficio de las víctimas. Ayer se anunció que había muerto el martes, por causas naturales.