Un recibimiento con honores militares, una reunión bilateral de más de una hora de duración y una comparecencia de prensa conjunta con la aceptación de cuatro preguntas compartidas por la prensa germana y la uruguaya. Así recibió este miércoles la canciller alemana, Angela Merkel, al presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, en un día gélido en Berlín. Una recepción excepcional que el gobierno federal alemán suele dedicar a grandes socios o países con peso geoestratégico o coyuntural, y rara vez a países medianos o pequeños, como es el caso de Uruguay.

Antes de la visita del presidente uruguayo, la canciller incluso dedicó su videoblog semanal íntegramente a Uruguay. “Muchos alemanes relacionan a Uruguay con el fútbol”, dijo Merkel, en una intervención de cuatro minutos. “Pero evidentemente hay mucho más que nos une. Vemos que en los últimos años el país tomó una evolución muy interesante y positiva: avanzó en la lucha contra la pobreza, incluso diría que de manera ejemplar para el resto de países latinoamericanos. Vemos una democracia muy liberal, un buen ordenamiento jurídico y también una orientación hacia el respeto del medioambiente y a la sostenibilidad. […] Por todo eso, esta visita es muy importante, especialmente porque nuestro potencial bilateral todavía no está agotado”.

“Aunque hace mucho frío, el calor y el afecto con que nos han recibido nos supera ampliamente” fue la primera frase que pronunció el presidente Tabaré Vázquez en su intervención durante la comparecencia conjunta con la canciller alemana tras el encuentro bilateral. “Rompiendo todo protocolo, quisiera muy fervientemente invitarla a que visite nuestro país. Sería la primera vez que una canciller alemana llega a tierras uruguayas”, continuó el presidente de Uruguay, visiblemente complacido por el despliegue diplomático ofrecido por Berlín.

A pesar de que Uruguay no forma parte del grupo de países de importancia estratégica para Alemania, hace años que Latinoamérica se convirtió para la primera economía de la Unión Europea (UE) en una región de suma relevancia, como mercado de salida para sus exportaciones manufacturadas y tecnológicas y también como lugar de búsqueda de materias primas y productos agropecuarios. El hecho de que Uruguay, además, forme parte del bloque del Mercosur, realza el valor estratégico del país sudamericano para Alemania, cuya economía depende extremadamente del comercio exterior (aproximadamente la mitad de su Producto Interno Bruto descansa sobre el sector exportador).

Con el inicio de la crisis financiera en 2008 y la consecuente depresión que sufrió buena parte de las economías del bloque europeo, las exportaciones germanas experimentaron también un importante retroceso, con lo que Alemania se vio obligada a diversificar sus mercados exteriores más allá de las fronteras de la UE y de la zona euro. La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y la amenaza de que otros partidos nacionalistas y proteccionistas puedan llegar al poder en países importantes del entorno (como es el caso del Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia) obligan una vez más a Berlín a buscar nuevos horizontes comerciales para su economía, fuertemente dependiente del comercio global.

En este contexto, en el que el proteccionismo parece estar ganando fuerza en países donde esa situación habría sido impensable hace tan sólo meses, un tratado comercial entre la UE y el Mercosur, cuyas negociaciones se celebran desde hace casi dos décadas sin resultado alguno, supondría sin duda una nueva puerta de crecimiento para la llamada locomotora económica europea.

Agasajo diplomático

“Evidentemente, la UE tiene un ojo puesto en Estados Unidos, con los que nuestras negociaciones podrían avanzar más lentamente o incluso no avanzar más; por eso debemos negociar otros tratados de libre comercio, empezando por países como Japón, India, Australia y también con el Mercosur. Todas son áreas en las que ahora podemos concentrarnos a la espera de saber cómo afrontamos la relación con la nueva administración estadounidense”, dijo Merkel, quien evitó en todo momento pronunciar el nombre de Donald Trump, a pesar de que varios periodistas preguntaron a los dos mandatarios expresamente sobre el nuevo presidente estadounidense.

No es ningún secreto que el gobierno federal alemán y su diplomacia asisten un tanto perplejos a las primeras semanas del gobierno de Donald Trump, que para los países de la UE se ha convertido en una absoluta incógnita después de sus primeros decretos de corte proteccionista y su retórica marcadamente nacionalista. Partidos euroescépticos y ultraderechistas europeos (Frente Nacional en Francia, Alternativa para Alemania -AfD-, Partido de la Libertad de Austria -FPÖ- en Austria) abogan por desmontar el entramado de la UE y no han dudado en alabar la figura de Trump, quien consideran que marca el “inicio de una nueva era”.

Ante ese panorama europeo, agravado por la salida consumada de Reino Unido de la UE tras la victoria del referéndum conocido como brexit, Alemania, que ha sido históricamente un aliado estratégico de Estados Unidos en Europa y cuya política exterior se ha visto claramente condicionada por Washington, tendrá que buscar alternativas comerciales si finalmente el gobierno de Trump descarta firmar un tratado de libre comercio con la UE (popularmente conocido como TTIP), un acuerdo comercial que, por cierto, también ha encontrado fuertes resistencias dentro del bloque comunitario europeo.

El Mercosur se presenta así como una alternativa interesante para Alemania, que, por intermedio de la UE, tendría acceso a un mercado de 260 millones de personas en el que dar salida a sus vitales exportaciones. De ahí también el agasajo diplomático ofrecido por Berlín a Tabaré Vázquez y su delegación ministerial.

“Por principio estamos a favor de las relaciones comerciales internacionales, y por eso nos alegramos de que los países del Mercosur muevan sus fichas”, dijo Merkel antes de la reunión con Tabaré Vázquez. “Uruguay fue un impulsor de la decisión de retomar contactos con la UE y se ocupó de un posible acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la UE”, recordó. Como la propia Merkel reconoció, sin embargo, el sector agrícola es el punto más difícil de las negociaciones inconclusas entre ambos bloques, comenzadas en 1999 y varias veces interrupidas. Y seguirá siendo, con toda seguridad, el nudo gordiano de las rondas negociadoras que están por venir.

“No creo que nosotros seamos los responsables de que el tratado de libre comercio con el Mercosur no haya avanzado realmente”, dijo Merkel, señalando a Vázquez. La canciller dijo que tras los “cambios de gobierno” tanto en Argentina como en Brasil, la situación parece ahora desbloqueada, con lo que, indirectamente, culpó a los gobiernos de Cristina Fernández y de Dilma Rousseff de haber puesto trabas a las negociaciones con la UE.

Así las cosas, la canciller alemana parece considerar al Estado miembro más pequeño del Mercosur un socio fundamental para sacar adelante las negociaciones entre ambos bloques, cuya próxima ronda está prevista para marzo de este mismo año. Tanto es así, que Merkel incluso calificó a Uruguay de “motor para el libre comercio”. Y el gobierno de Vázquez parece asumir con gusto ese rol.

La sombra de Trump

La conferencia de prensa conjunta entre Merkel y Vázquez tuvo lugar a casi 7.000 kilómetros de distancia de Washington, pero la sombra de Trump marcó buena parte de la comparecencia. Mientras que Merkel evitó expresar críticas directas al presidente estadounidense y, fiel a su estilo, prefirió mantener un perfil bajo y pedir paciencia y prudencia ante lo que pueda pasar, Vázquez no escatimó duras palabras para las primeras decisiones de Trump, especialmente para el decreto antimigratorio de claro corte islamófobo. “Somos un país de inmigrantes y creemos entender el drama de los inmigrantes. No compartimos que se hagan muros, queremos que se hagan puentes entre las naciones. No compartimos que se discriminen naciones por razones étnicas o religiosas; tampoco por opción sexual”, dijo Tabaré Vázquez. En una entrevista exclusiva con el canal internacional alemán Deutsche Welle en español, el presidente uruguayo incluso llegó a calificar de “terrible”, “triste” y de “retroceso” el decreto contra ciudadanos de siete países de mayoría musulmana firmado recientemente por Trump.

“Uruguay es un país que fue construido por inmigrantes europeos”, dijo Vázquez ante la atenta mirada de Merkel, quien ha tenido que pagar el precio político de una enorme pérdida de popularidad entre su propio electorado por la decisión de acoger a alrededor de un millón de refugiados mayoritariamente procedentes del Cercano Oriente. “Uruguay nunca va levantar un muro ni a hacer leyes que impidan el ingreso de inmigrantes”, sentenció el presidente uruguayo, en un claro mensaje al nuevo inquilino de la Casa Blanca.

Andreu Jerez, desde Berlín.