–Según los datos de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer, entre 2009 y 2013 murieron en Uruguay 22.230 hombres y 17.558 mujeres por esa enfermedad.

-Sí, los números son del quinquenio, corresponde a alrededor de 15.000 casos al año entre hombres y mujeres; es una cifra mayor en hombres.

–¿A qué se debe que sea mayor en hombres?

-No lo sé. Esto no tiene que ver con la genética, yo creo que tiene que ver con las exposiciones a algunos elementos que son favorecedores. La patología que compartimos perfectamente hombres y mujeres es el cáncer de colon, en el que estamos más o menos iguales, con una leve mayoría de hombres sobre mujeres; y es la segunda causa de muerte, o sea, en ese caso es bastante igualitario. Sumado, es el cáncer más importante en mortalidad.

–De los tipos de cáncer, el primero en mortalidad para la mujer es el de mama, y para el hombre, el de pulmón.

-El de pulmón en hombres viene bajando. El índice más alto de cáncer entre hombres es el de próstata, aunque no en mortalidad. El cáncer de próstata tiene una altísima incidencia y un control bastante alto. Podría tener más todavía si se hiciera un diagnóstico más precoz, pero se está haciendo un diagnóstico bastante oportuno. En el caso del cáncer de próstata, los hombres tienen muchas posibilidades terapéuticas -quirúrgicas, radiantes-; es una patología que se lleva mucho a la cronicidad. De las mujeres que tienen cáncer de mama, 70% se muere de otra cosa; esa es una cifra muy alta, pero debería ser una cifra de 100%: que se diagnosticara y no se murieran. Además, los tratamientos se han modernizado, se han puesto menos agresivos: en 30 o 40 años se pasó de la mastectomía radical a las cirugías superconservadoras, tratando de salvar la mayor cantidad de mama; se ha mejorado las técnicas quirúrgicas, las técnicas radiantes, que ahora es donde está el mayor peso del tratamiento conservador, con técnicas cada vez más modernas, que no solamente permiten la conservación de la mama sino la casi inexistencia de daños asociados. Se ha mejorado enormemente los planes de quimioterapia y de tratamientos de primera, segunda y tercera línea; se ha aprendido a seleccionar una enormidad de patologías diferentes, y se ha ido encontrando tratamientos cada vez más oncoespecíficos para esa patología particular, con medicamentos casi personalizados. Se ha aprendido mucho en la genética de esos tumores para los tratamientos preventivos. El de mama es un ejemplo muy interesante, y además las campañas han dado resultados; habría que hacer muchísimas más. Las mamografías han mejorado, no son las de hace 20 o 30 años: ahora la dosis de radiación que se da es bajísima, se ha aumentado la sensibilidad y la posibilidad del diagnóstico a calidades y cualidades antes inimaginables y con una definición enorme.

–El cáncer de colorrecto es el segundo en incidencia en la mortalidad. ¿Se debe a un diagnóstico tardío?

-Hay patologías de las que no se debería morir la gente por cáncer. Ninguna mujer se debería morir de cáncer de cuello de útero, pero [en Uruguay] se mueren 150 mujeres al año por ese cáncer. Para mí es una vergüenza, porque se muere el mismo número que se muere en España, siendo que en España son muchos millones más. Algo estamos haciendo mal.

–¿Se precisa más prevención?

-La poliomelitis desapareció gracias a la vacunación. El cáncer de útero tiene un trípode. Una pata es la vacuna, que hoy no garantiza el 100%, es verdad, pero garantiza 70%. Esa vacuna hay que dársela tanto a las mujeres como a los niños, porque los hombres somos portadores sanos del HPV (y no tan sanos, porque ya empezamos a tener cáncer de pene, cáncer de ano, cánceres orofaríngeos: todos dependientes del HPV). El segundo es el diagnóstico precoz: el papanicolau. El tercero es el test de hibridación, en el que hay sistemas de autotoma y, en vez de buscar la alteración citológica, encontramos la alteración a nivel del virus, el HPV, lo tipificamos. En 20 años no debería haber más enfermedad de cáncer de cuello de útero. Argentina ha dado un paso gigante: empezó a vacunar a los niños, además de a las niñas.

Hay algunas enfermedades que no deberían existir más. El cáncer de colon es otro, la gente no debería morirse de ese cáncer. Claro que tenemos otros elementos que te van a hacer llegar tarde al diagnóstico, pero a la mayoría debería llegarse en una etapa temprana, cuando la sangre está oculta en las materias fecales, y ese es el fecatest, el test más simple del mundo, porque lo hace uno mismo. En el laboratorio se ve si hay sangre oculta; si hay, lo van a estudiar. Son cosas que están a mano y que no hacemos.

–¿Hay pereza de las instituciones en implementar estos controles?

-El lema de este año es “Nosotros podemos. Yo puedo”. Yo puedo hacerme los estudios, cambiar los hábitos, mejorar. A las mujeres se les da el día para que se hagan la mamografía y el papanicolau, ¿cuántas se lo hacen? Si no lo ponés en el “yo puedo” o “yo debo”, no lo hago. Los hombres han dejado de fumar muchísimo, ha bajado la incidencia del cáncer de pulmón, han bajado las enfermedades cardiovasculares en Uruguay a partir de la campaña del presidente Tabaré Vázquez. Si dejamos de fumar, la parte cardiovascular se mejora enormemente; tanto se mejoró que las enfermedades cardiovasculares tenían el mayor índice de mortalidad en Uruguay, y ahora ya no, las cifras en la Comisión Honoraria nos están dando que ahora es el cáncer, y eso es por el cambio de haber dejado el hábito de fumar.

–¿Tan rápido es el impacto?

-En lo vascular sí es inmediato, porque la nicotina tiene un efecto vasoconstrictor, entonces te aumenta la presión, el daño vascular, y por eso se refleja tan rápidamente. En el cáncer demora mucho más porque desencadenás el proceso de mutación, que demora 20, 30 años, y deshacerse de él demora muchos años también. La caída de la mortalidad por cáncer de mama empezó hace muchos años, porque se suman una cantidad de elementos. La muerte por cáncer de pulmón demoró diez, 20 años en empezar a bajar, y en las mujeres no demoró nada en comenzar a aumentar. ¿Eso se puede solucionar? Claro: mujeres, dejen de fumar.

–Pasemos al Inca, que es el centro de referencia de ASSE.

-Sí, pretende ser el centro de referencia oncológica del país. Es sin duda el Instituto Nacional del Cáncer de ASSE, pero nosotros tenemos convenios muy sólidos con la academia, con la Universidad de la República. Trabajamos con las cátedras de Oncología y de Cirugía, que colaboran quirúrgicamente con nosotros, y con las cátedras asociadas, como Neurología y Anatomía Patológica, que colaboran en forma muy estrecha; los urólogos operan acá. Nosotros centralizamos y distribuimos alrededor de 2.000 tratamientos oncológicos por mes a todo el país. Dimos un salto tecnológico enorme en los últimos años porque creamos un sistema que fue hecho, diseñado y producido en el Inca, que se llama Oncotherapy. Todo el país tiene un sistema electrónico computarizado en una terminal en todos los hospitales, en la que ya está todo protocolizado; entonces el médico indica el tratamiento, pero antes tiene que estadificar correctamente, porque si no, el tratamiento no le va a ese paciente, porque no entra en el protocolo. Tiene que poner todos los datos de ese paciente (patronímicos, de la enfermedad, la estadificación, la histología correcta, la evolución) y la toxicidad de la droga. Entonces, además de un seguimiento del paciente, estamos haciendo una farmacovigilancia. Es un cambio radical en el seguimiento de los pacientes; en una época hasta mandábamos drogas a pacientes que habían fallecido porque no había forma de controlarlo. Tenemos una muy buena farmacia y un muy buen centro de preparación de la medicación. En radioterapia tenemos dos aceleradores lineales, uno que se adquirió hace un año y pico, mediante un sistema nuevo que se usa mucho en el mundo: no comprar sino alquilar la tecnología a las empresas que la producen. Tenemos el acelerador más moderno que hay en el país, lo contratamos por diez años, que es la vida útil. Con él tratamos a 80 pacientes por día. El Inca no tiene una lista de espera. Ese equipo se suma a los del hospital Pereira Rossell y a los del hospital de Tacuarembó, y el Hospital de Clínicas tiene un acelerador muy moderno. Hay clínicas privadas que están por instalar equipos modernos, pero, siguiendo una política que marcó el presidente de la República -y el ejemplo fue el Centro Uruguayo de Imagenología Molecular-, las tecnologías tienen que entrar primero a nivel de ASSE, para luego entrar a nivel privado. Es anteponer un concepto de que antes todas las tecnologías nuevas venían a los grupos privados y después ASSE era una consumidora de ese espacio.

–¿Cómo se desempeña ASSE en la detección temprana?

-Siempre estamos en un debe todos, el país entero. Se acaba de instalar el primer nodo de mama. Antes, la comisión había hecho mamógrafos móviles y tenía un centro de información. Eso se cambió. ASSE tiene mamógrafos en todo el país, se han digitalizado, y las imágenes entran a una red imagenológica y van a la nube de Presidencia, de donde bajan al Inca. Tenemos un centro de información que es un nodo; la gente que trabajaba en la comisión trabaja dentro del Inca ahora e informa lo que se envía desde los diferentes lugares.

–En su calidad de presidente de la Comisión Honoraria, y como director del Inca, ¿cuáles son los principales desafíos?

-La campaña de colon. Largamos una campaña muy intensa, hemos hecho una unión con el Ministerio de Salud Pública [MS], todas las cátedras digestivas de la Facultad de Medicina, los cirujanos, y van a salir en estos días las guías del MS, normativas que tiene que cumplir todo el mundo. Está indicado qué sensibilidad tiene que tener el fecatest (para no tener muchos falsos positivos). Esa va a ser la gran campaña de este año. Seguir con la campaña del cuello de útero. Hay un trabajo de investigación y se va a hacer un número muy importante de test de hibridación para el HPV; uno fue financiado por un organismo internacional y otros por los laboratorios que producen esos test. En cuanto a la vacunación, sobraron vacunas, hubo un ida y vuelta. Es verdad que cubre 70%, pero la perfección no existe.

La Comisión va a seguir apoyando a los investigadores uruguayos. Tenemos también el banco de tumores, un gran proyecto país que nos va a permitir empezar a conocer la genética uruguaya.

Uruguay hizo una inversión en equidad que tiene un costo altísimo. ¿Cómo está la radioterapia en el mundo? Jugamos con los unos, nuestro número de equipos de radioterapia es muy similar al que tienen Estados Unidos, Canadá, y mejor que muchos países europeos: eso es equidad. Debe haber centros mucho más prestigiosos fuera del país, sin duda, y los va a haber siempre, porque las tecnologías no las desarrollamos nosotros, pero Uruguay ha luchado por la equidad. Acá se trata a cualquier paciente con la misma medicación con que se trata al más rico, tenemos un Fondo Nacional de Recursos y, por último, una Justicia que apoya siempre al paciente.

Situación regional

Así como en Uruguay, en casi todos los países de las Américas, luego de las enfermedades cardiovasculares el cáncer es la segunda causa de muerte, explicó a la diaria Silvana Luciani, asesora regional de la Organización Panamericana de la Salud en prevención y control del cáncer. Especificó que no todos los tipos de cáncer están aumentando, sino principalmente aquellos que tienen que ver con el estilo de vida, como el colorrectal, “que tiene una tendencia a aumentar en los últimos años y que tiene que ver con cambios en los estilos de vida, porque la gente está comiendo más grasa, más carne roja, y no tiene ejercicio físico como antes”. Pero dijo que en otros, como el cervicouterino, “las tasas están bajando poco a poco gracias a los programas de detección precoz y con la vacuna contra el HPV, que lo previene”. La Organización Mundial de la Salud recomienda vacunar a las niñas de entre 9 y 13 años; Luciani dijo que de los 35 países de la región “hay 23 que lo están implementando dentro de sus programas nacionales de inmunización”. A nivel regional hay casi 3 millones de personas que son diagnosticadas con cáncer cada año y más de 1.300.000 personas mueren por cáncer por año. Dijo que se dan diferencias muy importantes entre las Américas. El cáncer gástrico -causado principalmente por una infección de H. pylori- es más común en algunos países en Centro América y los países andinos pero en no en Norteamérica. Señaló que “se puede apreciar patrones distintos en el cáncer en países más pobres”, y que el cáncer cervicouterino y gástrico, que tienen relación con infecciones, son más altos en estas poblaciones, mientras que en países más desarrollados predominan los casos de cáncer relacionados con los estilos de vida, como colorrectal o de pulmón. Por ejemplo, en Canadá y Estados Unidos los cánceres más frecuentes en hombres son los de pulmón, próstata y colorrectal; en mujeres, el de pulmón, colorrectal y mama.