Dos hombres habían sido detenidos esta semana acusados de preparar un atentado terrorista vinculado con las elecciones. Las autoridades francesas estaban en alerta y los candidatos habían aumentado sus medidas de seguridad. Pero ayer, a las 21.00 de Francia, un día antes de que cerrara la campaña electoral, un hombre atacó a tiros a una camioneta de la Policía en la avenida de Les Champs-Élysées, la principal de París. Mató a un funcionario y llegó a causar heridas graves a otros dos antes de que lo mataran. También causó heridas leves a otro policía y a una turista. Amaq, un medio vinculado con Estado Islámico, publicó que el atacante era “uno de los combatientes” de esa organización yihadista. Poco después, la Policía informó que había identificado al responsable del atentado, pero que no revelaría su nombre porque había “operaciones en curso”.

A este ataque se refirieron anoche los candidatos a la presidencia francesa, que participaban en un programa del canal France 2, en el que cada uno sería entrevistado durante 15 minutos. Dos de ellos, la ultraderechista Marine Le Pen y el derechista François Fillon, dijeron que cancelarían viajes de campaña electoral previstos para hoy.

Al cierre de la campaña, los sondeos de intención de voto daban ayer como ganador de la primera vuelta al candidato del movimiento de centro ¡En Marcha!, Emmanuel Macron, que pasaría a la segunda ronda junto a Le Pen, del Frente Nacional (FN). Sin embargo, nada es seguro, y el avance de otros candidatos en los últimos días podría dejar afuera a alguno de los favoritos.

Hace seis meses, Le Pen estaba en la lista de los postulantes más fuertes, pero no así Macron. Este ex banquero de 39 años había visto despegar su corta carrera política en el gobernante Partido Socialista (PS), pero presentó su candidatura como independiente y creció con rapidez gracias a un discurso “ni de izquierda, ni de derecha” que conquistó al electorado más joven y a los decepcionados de la izquierda.

También lo ayudaron los resultados inesperados en las primarias de los dos principales partidos. Las internas del derechista Los Republicanos tenían como estrellas principales al ex presidente Nicolas Sarkozy y al ex primer ministro Alain Juppé, pero ganó, contra todos los pronósticos, Fillon, un aspirante más conservador que llegó a ser el favorito en todas las encuestas hasta fines de enero, cuando fue acusado de dar un empleo estatal ficticio a su esposa. En tanto, en las primarias socialistas el vencedor fue Benoît Hamon, un candidato poco popular y menos conocido que su principal rival dentro del partido, el hasta hace poco primer ministro Manuel Valls.

Las últimas encuestas muestran que Macron se afianza con la mayor intención de voto para la primera vuelta, mientras que Le Pen queda en el segundo lugar. Según un sondeo de la empresa Ifop publicado ayer, el candidato de centro aumentó 0,5 puntos respecto de la última medición, divulgada el día anterior, y alcanzaba ayer un apoyo de 24%, frente a 22,5% de la dirigente ultraderechista.

Los otros dos principales aspirantes, Fillon y el izquierdista Jean- Luc Mélenchon -que en las últimas semanas tuvo un ascenso fuerte-, los siguen de cerca con 19,5% y 18,5%, respectivamente. El candidato del PS, Hamon, sigue perdiendo puntos y reúne 7% de apoyo.

Si estos porcentajes se confirmaran el domingo, Macron y Le Pen pasarían a la segunda vuelta, prevista para el 7 de mayo. De ese mano a mano, según la encuesta, saldría ganador el candidato centrista, 61% a 39%.

El estudio de Ifop muestra además que la abstención disminuyó ocho puntos en dos semanas, en un país en el que el voto no es obligatorio, y confirma que el número de votantes indecisos todavía es alto, en torno a 27%.

Las promesas

Los favoritos a las elecciones presidenciales francesas proponen dos concepciones casi opuestas de lo que quieren para Francia. Macron es liberal en lo social y lo económico, e insiste en que no se ubica en ningún extremo del espectro ideológico. “Elijo lo mejor de la izquierda, lo mejor de la derecha e incluso lo mejor del centro”, dijo esta semana en uno de sus últimos actos, en un estadio de París en el que reunió a más de 20.000 personas. En su proyecto aparecen la promesa de recortar el impuesto sobre bienes inmuebles a 80% de los contribuyentes, sus planes de revisar el sistema de subsidios por desempleo y un aumento de los impuestos a las empresas. El ex banquero es, además, un defensor de la integración de Francia en la Unión Europea (UE). “Me reconozco en el término progresista, quiero ser un europeo generoso e innovador”, dijo cuando inauguró su campaña.

Su principal rival propone todo lo contrario, al defender el proteccionismo y abogar por una ruptura de Francia con la UE. En caso de ganar las elecciones, Le Pen prometió organizar en los seis primeros meses de su mandato un referéndum para consultar a los franceses sobre si seguir o abandonar el bloque europeo, con el objetivo de que Francia vuelva a ser un país que controle sus fronteras, retorne a su propia moneda y tenga una identidad no “alterada” por los inmigrantes y la globalización. El miércoles, en una entrevista transmitida por la radio RMC y el canal BFMTV, defendió que su país debe volver al franco porque está convencida de que “el euro va a morir”. A la vez, justificó su idea de limitar las entradas anuales de inmigrantes a 10.000 personas porque a su juicio no tiene sentido “dejar entrar a cientos de miles de personas cuando hay siete millones de desocupados” en el país.

En tanto, Fillon tiene un plan de propuestas ultraliberales en lo económico y de perfil conservador y religioso en lo social. Propone la reducción de las competencias del Estado, la supresión de 500.000 puestos de trabajo públicos, el recorte del gasto en salud, el aumento de la semana laboral de 35 a 39 horas en el sector público y la promoción de los valores de la familia tradicional. Todo con una fuerte impronta nacionalista y euroescéptica, basada en un discurso que incluye una visión cultural xenófoba. Se opone a un europeísmo que él considera que amenaza los intereses nacionales de los franceses pero que no llega al extremo de Le Pen de querer abandonar la UE.

El candidato de La Francia Insumisa, Mélenchon, estaba entre los varios postulantes minoritarios en esta elección, pero despegó después del primer debate presidencial, cuyas intervenciones fueron las más aplaudidas. Cinco años después de fracasar en su primer intento para llegar a la presidencia, el ex senador, ex ministro y actual eurodiputado siente que llegó el momento de convocar una asamblea constituyente y crear una nueva Francia que acabe con la “monarquía presidencial” de la quinta república del general Charles de Gaulle. También propone renegociar los tratados con la UE para “recuperar una mayor libertad”, bajar la edad de jubilación a los 60 años, aumentar la inversión pública estatal, reajustar la jornada laboral a 32 horas semanales y realizar “una revolución fiscal”.