Fue un misil al corazón. Fue un beso, una caricia y un reloj. Una jugada que quedará en la retina tanto por lo que pasó como por cómo se dio. En la última jugada del partido, una pelota larga cayó sobre el área de Racing. Pareció que salía de la cancha –más bien, salió– y, en el último suspiro, Santiago Bellini se dio con todo para encontrarla. El grandote centrodelantero esta vez cambió de rol y fue hasta la línea final para meterla al medio. Lo hizo cuando la zaga racinguista estaba parada, confiando en que la bola había salido, y dentro del área chica apareció con alma y vida Emiliano Díaz para cabecearla y callar a todos. Fue gol del zaguero bohemio y fue lo mejor de la tarde.

Racing masticó la rabia con calidad. Tuvo todo para ganar el partido jugado en la linda tarde sabatina en el Parque Osvaldo Roberto: generó fútbol y hasta erró un penal, pero el fútbol es así. La semana pasada, aun sin merecerlo, el cervecero se llevó tres puntos de Jardines del Hipódromo. Este sábado, con chapa de buen equipo y jugando como local en Sayago, fue más pero no pudo ganar. La tranquilidad de que las cosas han mejorado con la llegada de Pablo Peirano, que el descenso ya no acecha y que las copas internacionales se avizoran en el horizonte, da esperanza a la parcialidad albiverde, más allá de que con la derrota con Wanderers los de Sayago se despidieron de la chance de pelear por el Intermedio.

El partido fue chato de arranque. Wanderers se adueñó de la guinda y la movió como quiso. En la cortita, con seguridad y sin desperdiciar nada, el equipo del floridense Jorge Giordano manejó los hilos al menos por 15 minutos. El entrenador albinegro esta vez acomodó piezas en su sistema con el ingreso de Ignacio González, que hacía tiempo no tenía minutos, y alineó un 4-1-2-1-2 con un rombo en la mitad del campo. Adrián Colombino por delante de los defensas; Santiago Martínez y Matías Santos en la zona central de contención y el reaparecido Nacho de enganche, donde más le gusta. Arriba, los temibles: Sergio Chapita Blanco y el Yesquero Cristian Palacios.

Los cerveceros tuvieron que esperar, robar la globa y salir de contragolpe para generar peligro. Los remates de media distancia fueron su argumento, pero el primer tiempo fue tan chato que no dio para despeinarse. Peirano formó un 4-4-2, aunque extrañó sensiblemente la ausencia de Nicolás Sosa –no pudo jugar debido a un esguince de tobillo–, quien venía siendo fundamental en ataque. Leandro Sosa, habituado a ser volante, pasó al ataque y fue de lo mejor en el local junto a Facundo Bonifazi.

En el complemento Racing salió más decidido y empezó a jugar en cancha ajena. Las chances comenzaron a aparecer, y el trabajo del arquero de Wanderers, Martín Rodríguez, fue fundamental para sostener el cero en la tarde. La tuvo Jesús Trindade en un mano a mano, dos cabezazos de Pablo Lacoste y una llegada de Bonifazi. Pero el gol seguía sin llegar. Hasta que en un ataque local el zaguero Gastón Bueno bajó en el área a Gastón Alvite y se vino el penal. Leandro Sosa, de gran capacidad técnica, se afirmó con la pelota fuerte al medio, y el arquero bohemio le adivinó la intención. La notable atajada confirmó que la del sábado no era la tarde para el equipo de Sayago.

Parecía que el partido quedaba en empate, y el lamento era local. El cervecero tiró toda la carrocería arriba, pero no estuvo firme en la última. Emiliano Díaz saltó, con un timing perfecto, en una pelota que no venía precisa. El corazón pudo más y su cabeza fue la mejor arma para hacer celebrar a la hinchada visitante ya en el cuarto minuto de descuento. Wanderers lo ganó y sigue en la pelea por el Intermedio.