El reloj biológico se sigue llevando a una generación de hombres y mujeres comprometidos con su época y con la construcción de una sociedad más justa, “sin explotados ni explotadores”. Se nos fue Washington Rodríguez Belletti (el Flaco). Aquel hombre que junto a otros decidió irse al norte uruguayo para trabajar desde el seno de las masas una conciencia de cambio y la conquista por parte de los trabajadores de reivindicaciones que luego se convirtieron en bandera de lucha de todo el movimiento sindical uruguayo. Comprometido en la lucha por la tierra, esa tierra que, como él decía, “al igual que el agua, el aire y la luz del sol, no tiene dueño”. “La tierra no se mendiga. Se gestiona y, si no la dan, se toma”, sostenía. Dedicó la mayor parte de su vida a vivir y contribuir desde el llano a la formación de la conciencia revolucionaria de masas sin especulaciones, sin sacar cuentas, dejando de lado su propia vida para dedicarla a los demás. Fue organizador de las marchas cañeras a Montevideo, con una capacidad como pocos de conducción de ese colectivo tan problematizado por una vida llena de privaciones y objeto de una brutal explotación. Trabajó para la construcción de una policlínica al servicio de los trabajadores.

Incondicional compañero del Bebe Sendic, desde aquel primer Coordinador que fue el germen que daría lugar a la creación del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T), al que acompañó siempre, hasta la construcción del Movimiento por la Tierra, después de la salida del Penal de Libertad. Soñador incansable al punto de descuidar su propia salud, dejando que la enfermedad se convirtiera en crónica.

Sus sueños fueron y son los sueños de los que a su lado aprendimos a estudiar a Karl Marx, a Mao Tse Tung y a todos los pensadores que querían liberar al mundo de la “explotación del hombre por el hombre”. Emprendió la tarea de alfabetizar a ese grupo de “peludos” que no podían participar en las marchas si no firmaban el fichaje que hacía la Policía.

La Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas es parte de la historia, y él fue importante en su construcción.

De tus manos tomamos la bandera.

Víctor Braccini y María Wins