Cuando le faltaba un año y poco para cumplir su centenario, con más de 4.000 números publicados entre sus etapas de semanario y mensual, con un montón de periodistas y fotógrafos que hicieron escuela por su forma de ver e innovar el relato escrito del deporte –escuela que también tuvo sus puntos flojos, negros–, con aproximadamente 20 personas trabajando en la actualidad y con un caudal de ventas; a grandes rasgos, de esa manera se fue El Gráfico. Así lo confirmó Torneos y Competencias, la empresa que la administraba desde 1998. Diez minutos después de los berretines de la nostalgia, aparece una imagen frecuente, acaso lo primero que debería importar en este tipo de situaciones: más desocupados en Argentina.

“Me impactó fuerte”, dice Juan José Panno, ex periodista de El Gráfico entre 1978 y 1982. “Lo primero en lo que pienso es en alumnos, amigos y otra gente que pierden el laburo, ¿entendés? Es lo que está pasando en el país. No es casualidad. Es raro en este caso, porque no es una cuestión económica. Es raro que lo decidan ahora, en un año de Mundial, con la revista casi cumpliendo 100 años. Dicen que no les cierran los números... el capitalismo salvaje tiene esas cosas. Tienen un producto, no les da y qué se yo. Es como que vos tengas hijos, a uno le va fenómeno en el colegio, al otro más o menos y lo echás de tu casa porque no produce. Es de locos. Es una falta de respeto con una institución, porque El Gráfico es una institución. No se hacen esas cosas. Hay cosas que no se pueden hacer cuando vos tenés o llegás a un lugar de poder. Es una pena, lamentable. Así funciona el sistema. ¿Como no vendía la liquidaron? Diría que ya no era funcional para su negocio. Se ve que no tenía ningún peso específico para conseguir lo que ya consiguieron, que era quedarse con el fútbol. Entonces, ¿para qué?”, dice quien fuera director de Tea & Deportea, escuela de periodismo argentina.

Sería inabarcable nombrarlos a todos, pero Panno integró la selecta lista de periodistas de la revista desde que la fundó un tal Constancio Vigil en 1919 –el mismo año en que Atlántida, la editorial que la lanzó, también creó la revista infantil Billiken–. Félix Frascara, Ricardo Lorenzo, más conocido por su firma, Borocotó, Dante Panzeri, Carlos Fontanarrosa, Héctor Vega, El Veco, Juvenal, Osvaldo Ardizzone, Ernesto Cherquis Bialo, Néstor Straimel, Osvaldo Ricardo Orcasitas, Ezequiel Fernández Moore, Eduardo Sacheri, hasta Alejandro Negro Dolina, que los domingos pasaba por la redacción para grabar los jingles publicitarios que salían en radio.

Panno, quien trabajaba en la sección de fútbol y cubrió los mundiales de Argentina 78 y España 82, más el Mundialito jugado en Uruguay, tiene una mirada crítica sobre El Gráfico. Mejor dicho, elige posicionarse ahí a la hora del relato. “Hay de todo en la historia, a favor y en contra, como en cualquier medio. Lo más importante a favor es que les enseñó a leer a muchos pibes de la Argentina. A mí, por lo menos, y a muchos pibes de mi generación nos hizo sentir el amor por el deporte gracias a aquel cuidado que tenían con la información los viejos periodistas, en momentos que no había el desarrollo fenomenal y mediático que hay hoy a través de la televisión y la radio. Estaba muy focalizado y todo pasaba por lo que dijera El Gráfico. Era como la Biblia. Si El Gráfico decía ‘fue penal’, nadie decía que no había sido así. Si hablaba bien de un jugador, era porque había sido así. Recuerdo que Angelito Labruna dijo una vez: el partido fue espantoso, leés El Gráfico y la gente dice que fue bueno. Pero porque había cierta inocencia, también. Ahora los medios nos venden pescado podrido todo el rato. El lado oscuro son algunos hitos, como haber acompañado la dictadura, no desde la redacción pero sí desde la dirección, un reportaje a [Jorge] Videla cuando Argentina salió campeón del mundo. Nosotros mucho no podíamos hacer. En aquellos tiempos lo más que podíamos hacer era no escribir una sola línea a favor. Ese era el límite, a no ser que uno se fuera. También después del mundial del 82 hubo una época muy mala, en la que El Gráfico se convirtió en una revista chimentera, A ver, siempre hubo eso, recuerdo alguna sección como ‘El abc del chimento’ o ‘A toda hora y en cualquier lugar’, pero eran más ingenuas. Después eso se convirtió en una cosa horrible, vinculada a negociados queriendo sostener las ventas a través de un periodismo amarillo, donde se metían con la intimidad de los jugadores, cosas que no tenían relación con la historia del medio. Hasta esa época se le puede criticar muchas cosas a El Gráfico, pero nunca lo de amarillista. De esa marca no se desprendió más hasta este golpe de gracia que dan ahora. La primera muerte se produce cuando deciden convertirla en revista mensual. Y este es el golpe definitivo. Ni siquiera es que están aggiornándose para adaptarse a los nuevos tiempos. No, ni en la web va a estar. Rajaron a todos los tipos y ya está, se quedaron con dos para vender fotos del archivo”, asegura Panno.

Acá también

Hay tapas de El Gráfico que serán imborrables. Algunas son lamentablemente históricas, como la que tituló “¡Vergüenza!”, luego de que Colombia le ganara 5-0 a Argentina en Buenos Aires, o una de Diego Maradona saliendo de un apartamento en estado arruinado. Maradona, sí, el mismo que El Gráfico inmortalizó levantando la copa del mundo en 1986. Porque los éxitos argentinos en el deporte estuvieron todos: Carlos Monzón, Guillermo Vilas, Nicolino Locche, Gabriela Sabatini, Luciana Aymar, un chiquilín llamado Lionel Messi, hasta el máximo enemigo, Pelé. Sí, porque El Gráfico también dedicó varias portadas a éxitos no argentinos. Haciendo un esfuerzo mínimo se recordarán las tapas de Peñarol o Nacional campeón de América y del mundo.

Fue en 2010 cuando la publicación decidió desembarcar en Uruguay. Por medio de una empresa de publicidad llamada Atlántico Sur, que adquirió los derechos para publicarla en nuestro país, antes del mundial de Sudáfrica se sacaron cuatro números para testear el mercado. Dos de esas revistas salieron dedicadas a la historia de la selección uruguaya en los mundiales, mientras que las restantes fueron la previa y el después de ese mundial. La experiencia fue muy buena –ayudada, claro está, por la gran actuación de la celeste en Sudáfrica–; se llegó a un acuerdo para publicar una revista mensual con la tapa y las primeras 16 páginas dedicadas al fútbol uruguayo, y a las que seguiría la edición argentina.

Así lo cuenta Rodrigo Rege, quien fuera el responsable periodístico de El Gráfico Uruguay: “El acuerdo fue por un año. Hacíamos tres notas o entrevistas y un resumen del fútbol local, a veces también un editorial. Básicamente, cubríamos el fútbol, pero hubo cosas de básquet, boxeo y otros deportes. Los contenidos los proponía yo y, como en toda redacción, la planificación, las fechas y la publicación la coordinábamos con el editor que estaba en Argentina. Hacían hincapié en las fotos. Que fueran con producción, algo pensado, jugando con el título o con el contexto, pero no que fuera la típica foto del jugador posando. Como fotógrafos estaban José Insúa y Diego Pérez. También se le compraron fotos al Gallego [Fernando] González y en algunos números hizo notas Juan Carlos Scelza. Todo lo hacíamos acá y se mandaba para que editara Elías Perugino y se imprimiera allá. La primera fue en octubre 2010 con Oscar Tabárez en portada”.

El modelo de negocio era vender en los kioscos, faltó difusión tras el boom de Sudáfrica, las ventas cayeron y el acuerdo por un año no llegó a cumplirse. En julio de 2011 se cortó la versión uruguaya de El Gráfico.

Será que la historia se repite. O se anuncia. Aunque también puede ser que, mientras muchos medios de prensa buscan reinventarse para sostenerse en pie, hay quienes cortan la torta como les da la gana.