El primer disco de Cucú Rapé, que llevaba el nombre del grupo y fue editado por Ayuí en 2013, parecía, más o menos hasta la mitad, la obra de un grupo básicamente rockero que incursionaba de a ratos en zonas raras, pero luego quedaba claro que en realidad se trataba de un grupo raro que de a ratos sonaba rockero, y que atraía sobre sí las vagas etiquetas “experimental” e “interesante”, con una propuesta de destacable nivel en la elaboración de textos y músicas, pero sin que fuera fácil predecir en qué dirección iba a seguir esa combinación de –entre otras cosas– elementos de folclore, jazz, murga, música tropical y legados de varios de los artistas más creativos que se afirmaron en los años de la última dictadura. Demorado por una serie de circunstancias, apareció sobre el final del año pasado este segundo álbum, No nos dejan mentir, y no se puede decir que aquella duda se haya disipado, pero sí que hay varios cambios para mejor, y que –aunque esto suene paradójico– las características infrecuentes de su producción creativa y su gran diversidad se han vuelto señas de una identidad definida con mayor precisión.

Se trata de un quinteto formado por Valentín Abitante (guitarra y voz, responsable casi siempre de letras y músicas), Leticia Vidal (voz y algún chelo), Pablo Balbela (batería), Diego Mirandetti (bajo) y Gastón Figueredo (guitarra eléctrica, teclados, buzuki y dirección musical). En este fonograma hay, además, una considerable cantidad de músicos invitados: Luis Gutiérrez en diversos instrumentos de percusión, Emiliano Pereira en saxo alto, Martín Morón en trombón, Bruno Giannarelli en trompeta, Aníbal Pereda en corno francés, Víctor Donabella en charango, Bettina Lain en flauta traversa, Santiago Lorenzo en bandoneón, Santiago Baritussio en violín y Pablo Machado en acordeón. La lista importa no sólo para reconocer el valioso aporte de sus participaciones (que no hay aquí espacio para detallar), sino también para que quienes leen vayan sacando la cuenta de que la variedad no ha disminuido.

Sin embargo, No nos dejan mentir es de algún modo un disco con características más definidas que su antecesor, porque, si bien resulta difícil identificar dos canciones similares en algún sentido, y el conjunto parece un amplio muestrario de criterios arreglísticos, cada uno de los 13 temas tiene una personalidad clara (en varios casos se trata de personalidades muy excéntricas, pero casi todas son amables), y a la vez los textos –también en una amplia gama, desde lo irónico hasta lo romántico– son en varios casos más concisos y de interpretación menos “abierta” y menos apoyada en los juegos de palabras que en el álbum de 2013, aunque no todos tengan un sentido acotado y explícito.

Otro cambio importante es el modo en que el grupo utiliza la presencia de dos cantantes muy distintos. En el disco de debut, el predominio de Abitante o de Vidal marcaba por sí mismo una diferencia notoria en la sonoridad, y la combinación de las dos voces se arrimaba sobre todo al tipo de juegos de contraste habituales entre Tabaré Rivero y las sucesivas vocalistas de su banda. En No nos dejan mentir, no sólo canta mejor cada uno por separado, sino que además Cucú Rapé halla unas cuantas maneras más rendidoras de aprovecharlos juntos, entre ellas algunas formas de armonizar inusuales en la música popular.

En definitiva, queda la impresión global de un trabajo más afiatado y maduro, que no ha perdido originalidad ni audacia, pero sí ha ganado en capacidad de comunicación con un público potencial más amplio.

Un valor adicional del disco es su presentación gráfica, con un atractivo diseño de Martín Sierra a partir de muy buenas ilustraciones de Aparicio Abella, que a su vez fueron realizadas a partir de una escucha inteligente de las canciones, y un criterio de asegurar la legibilidad de las letras de las canciones que no siempre se aplica.

No nos dejan mentir, de Cucú Rapé. Perro Andaluz, 2017.