La Universidad de la República (Udelar) no consiguió aumentos para su presupuesto durante la discusión de la Rendición de Cuentas en la Cámara de Diputados, y la decana de la Facultad de Ingeniería (Fing), María Simon, advierte que eso tendrá consecuencias en la enseñanza, en el surgimiento de tres carreras ya aprobadas y en el desarrollo de la investigación por parte de la institución. A la vez que la Udelar pierde peso en el presupuesto destinado a la educación, para Simon estos últimos años ha habido “menos cercanía” de la universidad con el sistema político, y pocos avances en materia de educación universitaria y ciencia y tecnología. Su preocupación, que reitera varias veces a lo largo de la entrevista, es que su facultad “inspire vocaciones”, porque, asegura, el país precisa muchos más ingenieros.

¿Cómo afecta la restricción presupuestal a la Fing?

En una serie de cosas muy gruesas e importantes. A veces la gente viene a la facultad y ve como que estamos bastante bien, pero lo que no ve es lo que no pudimos hacer, o lo que hacemos mal. Por ejemplo, los grupos demasiado numerosos. Veníamos creciendo en estudiantes un 3% anual, pero este último año tuvimos un crecimiento de 10%; tuvimos un ingreso de unas 2.000 personas, y en realidad es una buena cosa, porque el país necesita más ingenieros, pero no estamos en condiciones de atenderlos bien. Lo más grueso de todo es que no estamos generando la cantidad de ingenieros que el país necesita, porque el país necesita muchos más. En prácticamente todas las carreras que damos, unas diez, hay más demanda que oferta; hay desocupación negativa, podríamos decir. Y eso es bueno, quiere decir que el país está aplicando más tecnología, que está aspirando a una elevación de su estilo de producción. Eso es buenísimo y debería avanzar mucho más rápido, tiene que ver con el modelo de país que nos fijamos. Nosotros tenemos una proporción de ingenieros entre trabajadores tres veces más baja que países de la región, y seis o hasta diez veces más baja que países europeos. Realmente precisamos más. Están egresando unos 400 por año, muchísimo menos de lo que se necesita. Entonces, precisamos que entre más gente y que la gente se mantenga dentro de la facultad. Hay varios factores que pueden hacer que la gente se vaya, pero en su mayoría están ligados al presupuesto. Dar cursos en grupos demasiado grandes, en los que incluso puede haber dificultades para entrar en el salón, es una contra muy grave. Es inevitable que muchos estudiantes se sientan muy perdidos. Los grupos de prácticos son bastante más chicos, siempre se ofrecen clases de consulta, con una altísima disposición de los docentes. Pero tenemos un abandono importante, que es consecuencia de un presupuesto escaso, en edificios y en horas docentes.

¿Hay carreras afectadas si no se otorga mayor presupuesto?

Tenemos carreras aprobadas por el Claustro que podrían ser interesantísimas y que por ahora no hemos podido implementar. Iniciar una carrera de grado implica un compromiso: al año siguiente tenés más años, y hay que tomar inscripciones todos los años. Hay tres carreras en condiciones de arrancar: una de ingeniero físico matemático; otra que es en cooperación con la Facultad de Información y Comunicación, una licenciatura en ingeniería de medios, que pensamos que podría generar bastante interés; y otra en cooperación con la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, en informática para la gestión y la administración, que también podría tener una demanda muy importante. Y tenemos otras que no están con ese grado de aprobación, en las que estamos pensando. Sería un acto de irresponsabilidad abrir el primer año y después no poder seguir.

Hay otras cuestiones que hacemos igual, pero en realidad con recursos muy acotados, como investigación en determinadas áreas. La compra de equipos casi siempre la hacemos a través de proyectos, fondos concursables, porque presupuesto para inversiones prácticamente no tenemos (entre otros equipos, quedó afuera una flota de drones, que precisamos), y el presupuesto para gastos, que no ha tenido ajustes desde hace diez años, está quedando muy chico.

En vistas de la segunda parte de la discusión parlamentaria, ¿cuáles son las prioridades del pedido presupuestal?

Hay un componente que queremos mantener que son las becas para estudiantes, porque hace a la equidad del sistema. Las becas de bienestar son muy pequeñas, y no se podrían aumentar ni en montos ni en cantidad. También la partida para docentes de alta dedicación, que está en déficit en este momento: hay gente calificada como buena que no puede acceder. También la partida no docente: la carrera no docente está muy aplastada por una necesidad de mejorar los sueldos más bajos, pero se descuida la pirámide salarial, y además precisamos más funcionarios. La cantidad de estudiantes ha crecido mucho, las horas docentes han crecido muy poquito y los funcionarios no docentes prácticamente nada, entonces se produce un desequilibrio en tareas administrativas o de servicio, que son muy importantes. Esto también se vincula con los nuevos edificios, en el interior y en Montevideo.

¿Cree que la Udelar fue discriminada durante la discusión de la Rendición de Cuentas en Diputados?

En los hechos sí. Se buscaron recursos de otros lados; creo que hay todavía áreas en las que se podría limitar el crecimiento para destinar más recursos a la educación, pero además, en estos pequeños aumentos la universidad no recibió nada. Es realmente llamativo; hubo para la ANEP y para la Universidad Tecnológica [Utec]. La Universidad está discriminada y no sabemos por qué, porque en realidad, en cuanto al acceso democrático, en cuanto a la expansión en el interior, la Universidad ha hecho muchísimo, diría que es la institución que más ha progresado en ese sentido. No me voy a meter en de dónde habría que sacar, pero hay posibles recursos que se han manejado que podrían, por lo menos, generar fondos para estas grandes prioridades, porque hay áreas en las que si no se crece, prácticamente se está retrocediendo. Este período fue muy difícil para la Universidad, porque prácticamente tuvimos un presupuesto año a año. Esto limita la audacia de la apuesta, porque hay cosas que si uno las hace no sólo las tiene que mantener, sino que las tiene que hacer crecer. Fue un período en el que además decreció la participación de la Universidad en el total destinado a la educación; tradicionalmente tenía 20% y ahora está en menos, alrededor de 18%.

Micro:bit, las niñas y la ingeniería

Uno de los programas en los que colabora la Fing con Plan Ceibal es de programación Micro:bit, placas programables que sirven como introducción a la electrónica y la programación. “Lo más interesante que tiene es el vínculo de la computación con el mundo real, porque la plaquita tiene actuadores, sensores, entonces la computadora y la realidad dejan de ser mundos separados; con la placa podés prender y apagar luces, sensar si hace frío o calor, si un objeto está derecho o inclinado, medir cuánto caminás... cantidad de cosas que para los niños son apasionantes”, consideró Simon, que destacó la importancia de estos planes para “inspirar vocaciones”: “Si decíamos que precisábamos más ingenieros, bueno, vamos a buscarlos antes de que se hayan decidido, que elijan con libertad los niños y las niñas, porque acá tenemos un problema de bajo acceso de las mujeres a nuestras carreras”. La decana apuntó que en los últimos 20 años el porcentaje de estudiantes mujeres bajó considerablemente en la carrera de Ingeniería en Computación, la que tenía más participación femenina, de 30% y hasta 35% a alrededor de 15%. “El principal tema es que egresan pocas jóvenes del bachillerato en Ingeniería y de científicos en general; hay que ir a buscarlas antes, y el antes creo que tiene una respuesta bastante terrible; creo que es que se creen menos inteligentes, sin ninguna razón. Muchas podemos decir ‘a mí no me pasó’, pero estadísticamente algo pasa”, opinó.

Un tema que implicó en particular a la Fing fue la propuesta que hizo el Poder Ejecutivo para crear posgrados en machine learning y data science, en base a un micromáster del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por su sigla en inglés). ¿Cuál es su visión sobre lo que pasó?

Tuvimos algunas entrevistas con Miguel Brechner, presidente del Plan Ceibal, y Fernando Brum, de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación [ANII], sobre esto. Nos parece que lo propio es que los posgrados estén insertos en un ámbito académico; los posgrados no se contratan, se hacen, y hay que tener un cuerpo académico que haga investigación, que los respalde. Puede ser un curso; nosotros no nos cerramos a tener profesores visitantes, pero nos parece que es una propuesta más bien de corto plazo traer un posgrado armado de otro lado. Lo que dijimos fue cuáles son nuestros cursos en el área, que son más de 40, entre los que dan el Instituto de Computación, el de Ingeniería Eléctrica y el de Matemáticas. Nos parece que esta iniciativa tiene como premisa transmitir rápidamente esos conocimientos a la industria; nosotros creemos que el mejor camino es otro, tener investigación y generar distintos tipos de cursos de posgrado y de actualización. Tal vez tendríamos que aumentar la oferta y difundirla mejor, para llegar a más gente. El tema nos parece importante, y estamos proyectando tener una maestría en ciencia de datos de carácter académico. Lo que nos gustaría es que el país considerara que esto es una iniciativa que va más allá de un posgrado en particular, que esto no se hace trayendo un micromáster del MIT sino fomentando el área en su conjunto y a distintos niveles, porque para que pueda haber buenos cursos de actualización precisamos también un posgrado académico e investigación. Si hay interés en esa área, y nosotros sin duda tenemos muchísimo interés, debería generarse un apoyo más sistémico, que abarque los distintos estadios del conocimiento. Hay que hacer las cosas con más visión general. Mucha gente te dice que si esperamos a tener una visión general no hacemos nada; no, se puede empezar por hacer cosas parciales pero teniendo un plan. Entendemos la intención de esto, de acercar los conocimientos a la industria, pero no nos parece la mejor manera ni la más durable. Nosotros igual vamos a seguir cultivando esos temas.

¿La Fing declinó de participar en la organización?

Nos manifestaron que había dos organismos, uno de carácter estratégico y otro más operativo, y nosotros declinamos porque entendimos que no íbamos a hacer grandes aportes en una cosa que se compraba armada, tal cual estaba, al MIT. Nosotros podemos ofrecer nuestros cursos tal cual están. No vimos el sentido de participar en organismos de gestión, pero mantenemos la apertura, como no puede ser de otra manera.

En los últimos meses también hubo polémica por el decreto reglamentario de la conocida como ley de pesca. ¿Advierte que está cambiando el relacionamiento del sistema político con la Universidad? ¿Cómo lo evalúa?

Me siento implicada porque fui ministra de Educación y Cultura. En ese momento, por ejemplo, se firmó el convenio para prolongar el Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas, se creó la ANII, el Sistema Nacional de Investigadores, y hubo un crecimiento presupuestal alrededor de 2008. Eso evidentemente no se debió a mí, pero refleja un estado distinto de cosas. Me parece que hay una menor cercanía, que no impide que con algunos ministerios en algunos temas tengamos muy buena relación, así como con Ceibal en temas educativos. Pero diría que ha habido avances menos importantes tanto en educación universitaria como en ciencia y tecnología. Hay cosas que todavía vamos a ver cómo se plasman, porque se creó recientemente una Secretaría de Transformación Productiva y Competitividad, y, en paralelo, una Secretaría de Ciencia y Tecnología; si bien ambas son muy pequeñas, son muy pocos funcionarios, están trabajando muy mancomunadamente, cosa que es muy buena. Uno ve que hay objetivos comunes y un entendimiento importante. Es un avance, pero todavía está escaso de contenido. El tema de la ley de pesca creo que se va a resolver, pero evidentemente faltó una consulta, faltó mirar más atentamente el tema de la investigación en recursos hidrobiológicos.

¿Qué opina de los cambios que propuso el Consejo Directivo provisorio de la Utec sobre su propia ley orgánica, que limita el cogobierno en esa institución?

La propuesta es cambiar ese tipo de gestión para convertirlo en un directorio asimilable a los entes autónomos, como UTE o Antel, propuestos por el Poder Ejecutivo con venia del Senado. Creo que el cogobierno es bueno. No es que lo quiero defender como un tótem, pero es una excelente educación para la democracia, y es muy bueno que las personas se sientan participando en la institución de la que son egresados o en la que enseñan, aprenden, investigan. Yo creo que es un avance que tiene este país; es un ejercicio de la democracia y una diversidad de voces en la institución que aseguran una estabilidad de rumbo, que es necesaria para estas instituciones que tienen que planificar a muy largo plazo, que no acompañan necesariamente el vaivén político de los gobiernos sino que tienen designios más largos y propios, lo cual no quiere decir que no se deban a la sociedad que las sustenta; al contrario, tenemos que trabajar para la sociedad.

En octubre serán las elecciones del rector de la Udelar. ¿Cómo evalúa este período que termina?

Yo respaldo un nuevo período de Roberto Markarian, es bueno que haya dos períodos en el rectorado porque cuatro años, a los efectos de la vida universitaria, es muy poco. Y creo que estos cuatro años han sido de una buena gestión, en varios sentidos. Por ejemplo, en priorizar adecuadamente y plantear presupuestos en forma muy clara, muy concisa; que hayan sido satisfechos en una proporción muy baja es otra cosa. Creó una imagen de que el interior está menos atendido, y eso no es así: en el interior se ha seguido avanzando, tal vez no tanto en cantidad como en el período de [el anterior rector, Rodrigo] Arocena, porque entonces había un montón de recursos, por suerte, para todos. Ahora, con menos recursos, más bien se propendió a consolidar lo existente, a mejorar la calidad, a crear una organización mucho más sólida. Yo valoro mucho la franqueza en las discusiones, no esquivar las discusiones. Por ejemplo, a pesar de que los crecimientos presupuestales fueron muy moderados, se discutió asignarlos a facultades; a veces, frente a recursos escasos se trata de dejar proyectos generales y a término para adoptar resoluciones que sean menos discutidas o menos controvertidas. Es bueno que se hayan dado discusiones francas y que se haya asignado lo poco que hay al crecimiento legítimo de horas firmes que pueden asignarse a cargos en efectividad, porque si no todo es medio efímero. También el tema de la extensión, que en la campaña había sido extremadamente debatido; yo creo que se reorganizó adecuadamente la extensión, generando un organismo central que coordine, no haciendo extensión él mismo, y ofreciendo una extensión absolutamente enclavada en los servicios. Se avanzó en los posgrados; se asignaron más recursos y creo que eso no es demagógico, porque los que hacen posgrados no son la mayoría, pero es estratégico porque contribuye a la calidad del cuerpo docente. La Asociación de Docentes estuvo de acuerdo en destinar una parte de lo que podría haber sido incremento salarial a becas para que los docentes hicieran sus posgrados. También hubo incremento de personal de alta dedicación, y también me parece no menor que se constituyera un buen equipo de gestión, con los prorrectores, con el presidente de la Comisión Coordinadora del Interior, que está muy cerca de todas las facultades y colaborando activamente en hacer las cosas lo mejor que podemos. Esto no es en detrimento ni en descrédito de la persona de Rodrigo Arim, a quien aprecio mucho.

Diez años de Ingeniería deMuestra

Este año la muestra que organiza la Fing cumple una década, y sale a festejarlo en distintos puntos del país: comienza en Salto (7 y 8 de setiembre), sigue en Montevideo (4, 5 y 6 de octubre), luego en Tacuarembó (19 y 20 de octubre), y termina en Rocha (9 y 10 de noviembre). La muestra tiene varios objetivos, asegura Simon. Rendir cuentas: “que la gente sepa lo que hacemos con el presupuesto”, inspirar vocaciones en niños y jóvenes, mostrar lo que hace la facultad a posibles usuarios, como empresas públicas o privadas, y también “vernos a nosotros mismos”, además de ser una oportunidad de festejo.

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