Me llama la atención que no exista casi interés por estudiar y conocer sobre el Ejército uruguayo. En los últimos 50 años ha tenido una participación por momentos relevante y central en nuestro país.
Ya en el hoy lejano 2019 se planteaba que este gobierno tenía en su composición rasgos fascistizantes. Los hechos y la realidad lo vienen demostrando, lamentablemente. Algunos se están convenciendo de esto. Bienvenidos.
Deberíamos ser cautos y pacientes a la hora de examinar lo sucedido el domingo. Porque el resultado del domingo viene de más atrás (tiene una historia) y tendrá un futuro (incierto y para nada definido de antemano).
Los defensores del No no están seguros de su victoria. Todo lo contrario, están dudando de ella. Por eso están usando (¿abusando?) de todos los medios que da el gobierno para apoyar su proyecto.
El gobierno de turno tiene la siguiente ilusión: todo el país debe “funcionar” como estos departamentos del norte, en donde el orden es el de los sectores dominantes.
La experiencia vivida durante 2021 con la recolección de firmas no permitió obtener mucha experiencia a los gobernantes de turno. Las voces y los reclamos no se pueden ocultar.
El futuro para los que buscan cambiar la realidad de raíz, para los que buscan la igualdad y que se extinga la explotación entre los seres humanos parece estar cada vez más lejano. Y si se afina la mirada, el futuro está más cerca de ser una catástrofe (científicos lo han anunciado) que un mundo mejor para todos.
Parece necesario desterrar la idea de tener un debate serio con los defensores de esta ley. No les interesa. Su posición es la inercia del sistema establecido.
Intentan intimidar a los opositores a ese proyecto conservador, persiguiendo y acusando a personas y a organizaciones populares, pidiendo la intervención para censurar su accionar libre.
Un proyecto de país que pretenda ser popular deberá impulsar una nueva política respecto de la tenencia de la tierra. De alguna manera se debe pensar en superar el impulso neobatllista que llevó a la creación del INC.
En unos meses, cuando se vote el referéndum para derogar la LUC, habrá una posibilidad de cambiar varias de las políticas que hoy están incidiendo en nuestra realidad cotidiana.
Intercambiar, conocer, discutir, ese es un trabajo de los que quieren cambiar la realidad para que uno pocos no sigan acumulando cada vez más. Y esto es ejercer la democracia, no cada cinco años, sino día a día.
¿Será por este motivo que los gobernantes están cuestionando y ninguneando de manera sistemática las ideas opositoras? ¿Será que perciben que la oposición a sus políticas gana seguidores y que van por camino al desbarranque?
La región comenzó una multiplicación de movimientos y estallidos sociales que, lejos de ser parte de organizaciones terroristas, responden a la opresión de un sistema que se vuelve cada día más crudo con millones de personas.
Las pésimas decisiones del gobierno están llevando a que medio centenar de uruguayos mueran todos los días. No perdamos tiempo en temas que imponen en la agenda estas usinas de los sectores dominantes.
Con las cifras disponibles en materia de recolección de firmas se puede hablar de un nuevo hecho histórico producido y ejecutado por el movimiento popular uruguayo.
Para Agamben (y su pléyade), el origen de todo lo que está ocurriendo es una simple gripecita (como afirmaron Bolsonaro y Trump). Y esta gripe funcionaría como excusa o “pretexto ideal” para controlar a la humanidad.