No hace falta adoptar los ademanes exagerados del cocinero turco Salt Bae para entender que el paladar se expande fuera del sodio industrial. A la vez que, por cuestiones saludables, los saleros fueron invitados a retirarse de las mesas de bar, las alacenas parecen en cambio enriquecerse con toda suerte de especias e ingredientes más nobles para elevar la jugada en la cocina o la parrilla.

Saldemar.uy es un emprendimiento fundado en el departamento de Maldonado, dedicado a la selección y comercialización de sal del Atlántico. Dicen buscar “las mejores características organolépticas que una sal marina de la más alta calidad nos puede dar”, ya que esos cristales son el resultado de fuentes naturales de energía –léase viento y sol–. Apenas agregan, por asuntos de habilitación, un porcentaje mínimo de yodo.

Foto: s/d de autor, difusión.

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¿Qué gusto tiene la sal? Esta es traída de Brasil y trabajada artesanalmente en Uruguay, donde se presenta en distintos sabores: al tannat (macerada de diez días a un mes en vino tinto nacional tannat roble, se vende en envases de 120 gramos a $ 240), con granos de pimienta (la indicada para un uso más frecuente, que se vende en paquetes de 200 gramos y de medio kilo, a $ 195 y $ 420, respectivamente) y la nueva sal picante (elaborada con pimienta de cayena y jalapeños orgánicos cultivados en la Biochácara, se vende de a 140 gramos).

Saldemar, que va a apoyar el próximo Mundial de Asadores, previsto para setiembre, ya está suministrando partidas especiales para bodegas, restaurantes y chefs. Además sus productos se consiguen en tiendas de distintos departamentos –Maldonado, Rocha, Tacuarembó, Paysandú, Canelones y Montevideo–, pero también se pueden encargar por Instagram (por compras mayores a $ 1.000 hacen el envío) y Mercado Libre.