“Y el mundo baila al ritmo de la salsa / el samba y la guaracha / del jovencito reggae / y el merenguito también / El candombe, que es primo de estos ritmos / tan rico como son ellos / y sin embargo acá en Uruguay / sólo llamadas y carnaval”.

Los versos pertenecen a “Cuando suena el tambor”, canción de Alberto Mandrake Wolf y Los Terapeutas. La reflexión intenta dar cuenta del espacio periférico que ocupa el ritmo afrouruguayo en la producción, la difusión y parte del sentir cultural, un patrimonio de la humanidad que adquiere real notoriedad en dos eventos puntuales al año. Si bien hay un camino recorrido de más de 50 años de búsqueda alrededor del vínculo del tambor con la canción –un laboratorio del que han participado desde Manolo Guardia y Pedro Ferreira, pasando por El Kinto y Totem, Los Olimareños, Jaime Roos, Rubén Rada, Eduardo Mateo y hasta el propio Mandrake Wolf– más allá de magníficos y exitosos resultados sigue siendo una aventura de nicho o, si cruza fronteras, como con Rada, una postal uruguaya.

Hay excepciones. La banda Opa llevó el chas chas chas chaschas a otra batea a partir de la fusión con el jazz y el rock, dándole al sonido montevideano una dimensión universal. Se podría afirmar que en esta búsqueda se encuentra también el músico y productor Diego Janssen, que este año editó su segundo disco, Conecta.

Con más de 20 años en el oficio, ubicado más del lado de las perillas, Janssen comienza a dar cuerpo a su discografía en la que el candombe, abordado desde una mirada contemporánea, es un condimento esencial. En su primer trabajo, El hijo de, las lonjas merodean toda la obra, pero son contados los momentos en que nos invitan a hacer madera, como cuando una comparsa estremece el barrio. El viaje oscila entre lo experimental y lo tribal, parte del cerebro y de las máquinas pero retumba en el pecho, esa caja de resonancia que tenemos incorporada.

En su segundo disco continúa ese camino moldeado por mucha cadencia y groove candombero, pero, a decir del artista, con una intención más terrenal, “aunque la música sigue siendo volada, abstracta y un poco rebuscada”. “El hecho de ser padre me hizo sentir mucho más con los pies en la tierra, y encontré una fuente de inspiración mucho más contundente”, confiesa. Esa conexión que aparece desde el título es palpable de manera sencilla hasta por el oído menos experto: hay un mayor interés en darle cuerpo a la canción, los tambores aparecen más orgánicos y, a diferencia de en El hijo de, donde apenas una canción es cantada, la voz y las líricas ocupan un espacio de mayor relevancia. En ambos casos uno tiene la sensación de que esa música expresa mucho más que un conventillo del barrio Palermo y que podría sonar en cualquier mercado cosmopolita del mundo.

Conecta abre con “Nace del suelo”, un “candombe psicodélico” que sienta las bases musicales y filosóficas del disco. “Quería dar un mensaje mucho más claro y hablar de esas temáticas, que son mi manera de conectar con el mundo, el autocultivo, perderle el miedo a mencionar determinadas cosas como esa”. La base beat se mezcla con el piano, el chico y el repique y el guitarrón, además del saxo, la armónica e instrumentos étnicos como el didgeridoo y el hang drum. Este tuco le da un claro sabor a world music y una especie de tridimensionalidad; allí donde se presta atención, algo está sonando, en su cuelgue.

“Panza” es un puente instrumental que conecta la siembra del arranque con lo que vendrá. Un corazón que va desacelerando su ritmo, y sonidos que dan la idea de estar en ese mundo intrauterino. La guitarra cobra sentido protagonismo mientras un mantra que repite la palabra panza y la percusión atávica dan cuenta de que se acerca el final, que no es otra cosa que el principio, el momento del nacimiento. “Panza” da lugar sin pausas a “Ámbar”, tercer surco del disco, la ofrenda de un padre a su hija. “Sos la esperanza y das la razón a mi existencia / en esta tierra que se renueva de puros seres como vos”, canta Janssen con un exquisito fraseo que evidencia a un músico en su salsa. El track cuenta con el inconfundible sintetizador de Hugo Fattoruso. Si tuvieras que pensar cómo sonaría el tropicalismo en versión uruguaya sería así, como si Os Mutantes se hubieran puesto a zapar después de ir a ver las Llamadas.

En “Nómade” los tambores se fusionan con el rock y por primera vez el álbum suena a asfalto, a humo, un poco por la distorsión y otro tanto por la voz rasposa de Pedro Dalton, que candombea sin prejuicios, acercándose más a su labor en su banda argentina, Chillan las Bestias, que a Buenos Muchachos, tal vez por ese color ciudadano que en el conjunto porteño está dado por la tanguez. Del rock de “Nómade” al flamenco de “Sin mitos”, con el guitarrista –y actual profesor de Janssen– Gonzalo Franco como invitado. Sobre una base “tribal de las baterías con tones y tambores metidos dentro de una música flamenca, súper world music”, como él mismo dice, sobrevuela una poesía de búsquedas filosóficas; gran acierto el dar espacio a la palabra hablada, aunque el destaque es para la guitarra, que sobre el final suelta todo el toque redoblado de las bulerías. El cierre es con “Guaycurú”, inspirada por las ranas que suenan en su casa/estudio las tardes de primavera y que acompañan la base en que el álbum se despide “con un viaje sereno”.

Para Diego Janssen, este trabajo “es una especie de huella digital de mi momento, súper personal y de abrirse al mundo en un momento en que estamos todos encerrados en sí mismos”. Desde sus primeras colaboraciones con Damián Gularte y Sebastián Jantos, hace más de una década, la intención es explorar territorios semiáridos para la música uruguaya, levantando el legado de Mateo o Totem y con la antena en el legado de artistas como Ravi Shankar, Egberto Gismonti, Astor Piazzolla o Baden Powell y, por supuesto, “muchísima influencia de la música brasilera, sobre todo las bandas que estaban haciendo cosas re locas en Brasil, la banda de Caetano [Veloso], etcétera”. Conecta hace honor a su nombre y logra que el enchufe sea inmediato, como cuando se repasa un disco ya conocido. Por otra parte, permite que uno lo disfrute en diferentes estadios, desde la escucha ambiental hasta el deguste audiófilo. Como sea, un gran disco que amplía el espectro imaginable que por estas tierras tenemos cuando suena un tambor. Abran cancha que aquí viene el candombe universal.

Conecta. De Diego Janssen. Edición independiente, 2021. Disponible en plataformas.