En las vacaciones de julio ensayaron todos los días entre tres y cuatro horas en el liceo, que les abrió las puertas. Los ensayos regulares son una vez a la semana, dos horas para todo el grupo, pero se suman los ensayos individuales de determinadas escenas. El grupo está integrado por 12 estudiantes del liceo 32, a los que se suman Benjamín de León, el director, que tiene 15 años y es un exalumno que ahora está cursando primer año de bachillerato en el Miranda, y Milagros Díaz, también exalumna del liceo –con 18 años, es la más veterana–, que ahora estudia en la universidad y un día fue a visitar su exliceo, se entusiasmó al ver un ensayo y ahora da una mano en la realización.

El taller se creó en 2022 por iniciativa de Benjamín, en ese entonces estudiante de tercer año en la institución y que tiene experiencia en artes escénicas porque integra el conjunto de parodistas Quijotes, que sale en el Carnaval de las Promesas. “Siempre tuve la idea de aportar un poco de arte al liceo porque veía que el arte no tiene la oportunidad, cuando entré al liceo en primero no encontraba esa posibilidad. Se me ocurrió la idea de crear un taller de teatro, con las herramientas que tengo, para que los gurises que quisieran pudieran tener ese ámbito, que fuera un espacio para aprender y un lugar de expresión”, cuenta a la diaria.

Esa idea encontró campo fértil en el espacio de la biblioteca liceal, que no sólo proporcionó el espacio físico que ha albergado los ensayos y las reuniones del grupo desde que se conformó, sino que, previo a eso, cobijó la idea y le dio para adelante. “Se lo propuse a Bea Sarli, que fue POB [profesora orientadora bibliográfica] y ahora es la subdirectora. Ella siempre nos apoya en todos los proyectos y nos apoyó en esa idea, nos dejó volar. Hoy en día el taller se independizó mucho y la profe de Literatura Claudia [Magliano] también nos está acompañando en ese proceso”, detalla.

Segundo año: del liceo al teatro

El año pasado montaron Aladdin y la presentaron en el liceo. Este año redoblaron la apuesta y se propusieron presentarse en una sala teatral. Consiguieron alquilar el teatro La Gaviota, que además es una sala emblemática del barrio del liceo. “Estuve buscando mucho, me comuniqué con el Stella y cuando entré dije: ‘Tiene que ser acá’, tuve el instinto y la intuición de que fuera así”, asegura Benjamín. “Nosotros vimos la obra del año pasado un día que veníamos a hacer un taller en el laboratorio. En comparación, este año ha habido un gran avance. El año pasado fue en el liceo y este año va a ser en un teatro, tuvimos sesión de fotos y otras cosas que son más profesionales”, agrega Manuela Lema, que se sumó este año y está en séptimo (primer año). Joan Caraballo, el otro integrante del grupo que habló con la diaria, detalla: “Vendimos rifas y como llegamos a más presupuesto pudimos alquilar el teatro, gastar más en vestuario, hicimos fotografías, tenemos para hacer escenografía”.

Heathers: una mirada al bullying

Para este año eligieron poner en escena Heathers, una comedia musical de Laurence O’Keefe y Kevin Murphy que se basó en la película homónima (Daniel Waters, 1988) y que se estrenó en Los Ángeles en 2010. La adaptación estuvo a cargo de Benjamín y fue un desafío porque la obra original tiene dos horas y 40 minutos de duración e incluye 22 canciones, lo que implicó llevarla a una puesta más breve: “Estoy escribiendo el libreto desde febrero, en abril o mayo ya lo tenía hecho y hoy en día sigo modificando cosas. Fue difícil la adaptación, pero fue fácil al montarse”, dice Benjamín. Sobre la elección de esta obra apunta: “Siempre pienso mucho en que quiero que la gente se vaya con algo. Quería un texto que tocara algún tema de los que suelen evitarse y de los que es importante hablar, que además se refiriera a jóvenes, que es de donde surge la obra. Dar esa enseñanza de que está bien hablar, está bien pedir ayuda, está bien estar mal. Toca temas como la depresión, la ansiedad, el abuso sexual, el bullying, el primer amor, la diversidad, la primera vez. La idea es que el público en general, desde el más grande hasta el más chico, pueda sentirse identificado”.

“La obra lo exagera, pero hay cosas que pasan, y ahora en el liceo no hay tanto como en la obra, pero hay y sigue habiendo bullying”, afirma Manuela. “Yo hace poquito tuve una amiga de este liceo, a la que conocí este año, a la que le hicieron bullying. Ella les contaba a los profesores, pero los compañeros no paraban de hacerle bullying hasta que le contó a la madre y se cambió de liceo porque no podía más con todo lo que estaba sufriendo”, cuenta a modo de ejemplo.

Al respecto, Benjamín agrega: “Hay diferentes personalidades que pueden afrontar o no ese tipo de situaciones. Eso se refleja en la obra: por ejemplo, el personaje que encarna Manu tiene esa valentía que le permite enfrentarse a los que le hacen bullying y decirles ‘no me critiques’. Hoy en día, como dijo Manu, a veces se controla y a veces no. Es muy difícil acudir, porque además de ayudar a la víctima es necesario ayudar al victimario a que cambie. Este año hubo muchas manifestaciones de los liceos, principalmente de bachillerato, para reclamar derechos estudiantiles. Es algo que también toca la obra: hoy en día hay liceos que no tienen ayuda psicológica, en salud mental. ¿Cómo podés ayudar a una chica que intenta suicidarse en un baño si no le das la ayuda que necesita? En la obra tratamos temas que la gente tiene como un tabú: te lo venimos a decir jóvenes, para jóvenes, y que lo entiendas. Esto es lo que pasa, tenemos este problema, ¿cómo lo podemos solucionar entre todos, todas y todes?”.

Aunque Benjamín lidera el grupo en su rol de director, guionista e impulsor, la riqueza de la iniciativa es el trabajo colectivo; el compromiso en destinar tiempo a los ensayos y la realización de actividades que sustenten la presentación; la posibilidad de establecer con la institución educativa un vínculo que va más allá de la obligación y que pone en juego los intereses de los adolescentes y les permite pensarse; el carácter autogestivo de la producción que, como subraya la profesora Magliano, dio como resultado una puesta en escena en la que no hay participación de los adultos más que en brindar apoyo (nada más ni nada menos).

El grupo está integrado por 12 alumnos del liceo y dos exalumnos, todos adolescentes de entre 12 y 18 años. Joan y Manuela se sumaron al ingresar al liceo. “Un día, revisando Instagram, busqué si había una cuenta del liceo y me di cuenta de que había una cuenta de teatro. Entonces se me ocurrió la idea de que podía ser bueno para hacer una actividad porque a mí no me gusta mucho el deporte y me gusta más lo artístico”, cuenta Joan. Manuela, por su parte, dice: “En la bienvenida que nos hicieron a los séptimos dijeron que había muchos talleres, y los que mencionaron en ese momento no me habían gustado mucho. Como siempre me gustó bailar, cantar y actuar, me gustó la idea del taller de teatro y me anoté”.

Heathers, el musical, de Laurence O’Keefe y Kevin Murphy, interpretada por el taller de teatro del liceo 32. Se estrenará el sábado 25 de noviembre a las 17.00 en el teatro La Gaviota (Mercedes 1805). Las entradas, a $200, se consiguen por los teléfonos 095 479 555 y 099 787 146. Instagram: @heathers_taller32.