La murga chilena de formato uruguayo La Corre y Vuela está presentándose en diversos escenarios de Montevideo desde el jueves al domingo. Su espectáculo A lo humano en canción está integrado por canciones compuestas por integrantes del grupo, que incluye un coro femenino.

La noticia podría ser esa, pero hay una serie de elementos interesantes extra. ¿Hay murga en Chile? ¿Por qué es de formato uruguayo? ¿Por qué mujeres chilenas deciden cantar murga? ¿Cómo integran la lengua de señas?

En realidad, hoy existen 18 murgas formato uruguayo en Chile (cuatro en Valparaíso, una en Puerto Montt y las restantes en Santiago) y en ninguna hay presencia de uruguayos. Algunas tienen más de diez años de existencia, y supo haber más murgas en más regiones de Chile.

Un poco de historia.

Raúl Suau es licenciado en Música por la Universidad de Chile y se ha dedicado a la docencia e investigación desde la década de 1990. Investiga la inserción del candombe en la música popular chilena, e integra una comparsa del género –una de las manifestaciones uruguayas más extendidas en Latinoamérica– llamada Catanga, en la ciudad de Santiago.

“La música uruguaya de los 60 y 70 forma parte de un repertorio musical latinoamericano, se escucha y se transmite por vertientes marginales”, cuenta Raúl, en ocasión de las Jornadas a Marcha Camión organizadas por el Grupo de Investigación en Prácticas Carnavalescas y Populares en Latinoamérica. Se interesó por la música uruguaya a través de la escucha de Leo Masliah; estudiaba música en la Universidad de Chile y conoció a Coriún Aharonián en una de sus visitas al país. Su mundo era la música andina, pero “Zitarrosa y los Olimareños estaban presentes en las peñas en los 80, en casetes pirateados, en lo que uno conoce como historia. Pasa a ser un repertorio latinoamericano, junto con Violeta y Víctor, por ejemplo”.

Luego, la compañera de Raúl viajó a Montevideo y se llevó música de Jaime Roos, Rubén Rada y Eduardo Mateo. Raúl quedó tan interesado por la musicalidad de nuestro país que decidió viajar a Montevideo en 1999, en pleno carnaval. “Nos despeinó primero el candombe”, recuerda. “Escuchamos la primera murga sentados en la escalera del tablado de Malvín y entendimos que eso era lo que habíamos escuchado como coros en la música de Jaime”.

Como profesor de Apreciación Musical en la Universidad, tomó la decisión de integrar géneros uruguayos a su currícula. A inicios de los 2000, dictando clase, un día decidió mostrar un espectáculo de murga uruguaya. A la salida lo abordó un estudiante llamado Mateo Gargiulo. “¿Cómo pusiste murga, de dónde la conociste?”, lo interpeló. Mateo, ingeniero de sonido, era uruguayo y estaba estudiando en Chile. Formaron una amistad y comenzaron a cranear la difusión sistemática de la murga uruguaya en el país, identificando que nadie en el territorio conocía el género, “salvo los primeros migrantes uruguayos que llegaron en los 90”, recuerda Raúl.

A través de la madre de Mateo dieron con Pitufo Lombardo, y en 2005 lograron que viajara a Chile a dar tres días de taller de candombe y murga, con alumnos de Pedagogía, Música y algunos de Sonido en la Universidad Vicente Pérez Rosales en la que Raúl era docente. En ese taller se abrieron las líneas matrices del panorama actual del género y se fundó la primera murga con formato uruguayo pero integrada por chilenos: La Urdemales.

Líneas genealógicas

Victoria Núñez es la fundadora y directora de la murga La Corre y Vuela. En 2006 fue invitada a sumarse a La Urdemales, la primera murga “estilo uruguayo” –como se autodenomina el género en Latinoamérica–, que existe hasta el día de hoy, con otra formación. “‘Es como un coro, se pintan la cara, pasa en Uruguay, vamos a investigar’, me dijeron, y fue ahí cuando empecé a experimentar”, cuenta. “No había casi nada en internet, había muy poquito en Youtube, y la primera murga que vi y escuché fue Agarrate Catalina y dije ‘qué es esto’; ese año además la Catalina ganó, entonces toda esa onda de la murga joven fue una gran inspiración para nosotros”, afirma.

Vaya que investigó: “En esa experimentación maquillé, hice arreglos, hice melodías inéditas, cupleteé, me metí en el vestuario para entender cómo se hacía, escribí”, cuenta. En 2011, cuando nace su primer hijo, surge el cuestionamiento: “¿Por qué tienen que ser siempre puros hombres? ¿Por qué no pueden ser coros femeninos? ¿Por qué no había un coro de puras mujeres en el carnaval de Montevideo, que era lo que veíamos en Youtube?”. A partir de esas preguntas fundó la murga Zamba y Canuta en 2011, con un primer elenco conformado “por chiquillas de un liceo femenino de Santiago”.

“Cuando nace mi segunda hija ya no me daban los tiempos en la Zamba, vivía fuera de Santiago, me quedé sin murga y decidí crear otra, pero en esta ocasión mixta, porque había muy pocas mujeres en la percusión en nuestro mundo musical, así que invitamos a hombres a tocar en la batería, por ese motivo La Corre y Vuela es mixta”, cuenta. La Corre y Vuela es el nombre popular que lleva la Convolvulus arvensis, una enredadera muy popular y resistente de Chile.

Con esa murga vinieron en 2019 al Encuentro de Murgas de Mujeres y Mujeres Murguistas. “Para nosotros venir a Uruguay fue decisivo. Fue cuando nos dimos cuenta de que no íbamos a ser ni uruguayos ni uruguayas; eso nos permitió liberarnos un poco de intentar hacer algo que no es cercano a nuestro cotidiano, a nuestro folclore”.

Fue importante para el grupo “entenderla desde allí y darle una vuelta a la manifestación artística que tiene, al poder llamar la atención con los colores para que la gente escuche lo que queremos decir”, cuenta Vicky. Habían hecho un primer espectáculo muy cercano a las formas uruguayas de la murga, sobre todo por su énfasis en el humor, pero a partir de ese viaje resolvieron cambiar la forma. “Como dice el Choncho, por la misma, pero cambiando”, ríe.

Así surge A lo humano en canción: cada integrante de la murga escribió proyectos de canciones respecto de cosas que querían decir. “Trabajamos un año con reuniones personales, con los autores y autoras de las canciones finales”, recuerda Vicky. Decidieron hacer un disco “y armar un espectáculo folclórico, con décimas, con verso y con banda en vivo”. La murga tiene músicos multiinstumentistas y descubrieron que podían ejecutar charango, cuatro venezolano, bajo, guitarra. “Admiramos mucho a Inti Illimani, Quilapayún, el formato cantatas nos gusta mucho”, enumera. “En las cantatas chilenas no hay coros femeninos, y sí había canciones con decires potentes, fuertes; me interesó mucho explorar el punto de contacto entre esos folclores”, afirma.

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Identidades

De las 192 murgas existentes en Latinoamérica –en 67 ciudades, repartidas en Argentina, Chile y Colombia–, suele verse cómo el género se nutre de géneros locales. Particularmente en Chile, además, el desarrollo de la murga se une con el desarrollo de la cueca, una manifestación de canto callejero, fuerte y versátil, que caracteriza a los coros de ese país, de los más virtuosos del continente.

La decisión de La Corre y Vuela no estuvo ajena a ese fenómeno. “Nuestra retirada, por ejemplo, está dedicada al carnaval andino”, cuenta Victoria; “lo que se vive en el carnaval de Arica, la comunión, las familias; somos un país tan extenso, tan largo, que tenemos los ritmo del altiplano, los caporales, las morenadas, el tincu; encontramos que era super propicio incluir ritmos andinos en ella”.

La retirada de A lo humano en canción está dedicada a Víctor Jara –“mi canto es un canto libre”, canta la murga– y en ocasión de su estreno en el Teatro Nescafé de las Artes de Santiago de Chile, en marzo de 2023, invitaron a tocar a La Conmoción, una banda de bronces intercontinental. En esa actuación estaba presente el presidente de la República, Gabriel Boric, quien escribiría en su cuenta de Instagram: “Doce mujeres poderosisímas en el escenario junto a una tremenda banda dando un espectáculo impresionante con reflexión, emoción y talento. Logran de manera magistral representar a América Latina y Chile con sus ritmos, dolores y esperanzas. De verdad quedamos temblando”.

Como este espectáculo se aleja del humor, Victoria lo identifica más cercano a la cantata chilena, en la tradición de la canción denuncia; “para Chile será murga estilo uruguayo, para Uruguay será cantata”, ríe, y hace hincapié en la mirada femenina de sus creaciones: “No somos sólo una murga cantando: somos mujeres cantando”, subraya.

En ese mismo recorrido de reafirmaciones identitarias propias, surgió la necesidad de integrar la Lengua de Señas de Chile (LSCh) al desarrollo de La Corre y Vuela. No sólo con la integración como murguista de Clara Löffel, una intérprete de LSCh, sino que además la propia murga integra parte de la lengua en su puesta en escena. “Es una decisión política y no estética”, reafirma Victoria.

La inclusión de la lengua de señas en espectáculos murgueros viene desarrollándose en Uruguay desde hace algunos años; en el caso de La Corre y Vuela, las intérpretes no están fuera del conjunto, sino que se integra por completo dicha lengua al espectáculo. La consciencia de la importancia de acciones de integración sociocultural llevó a que la última actuación de la murga fue en la ceremonia de clausura de los Juegos Parapanamericanos Santiago 2023, en donde además integraron la presencia de un chinchinero en el acompañamiento percusivo de la murga.

Grilla montevideana

La Corre y Vuela presenta su espectáculo este viernes en la Sala Lazaroff, con entrada gratuita y la presencia de Felipe Castro e Ismael Collazo como invitados. El sábado de 16.00 a 19.00 participarán en la Fiesta Final de Urbano, en Paraguay y Canelones, con entrada gratuita, y el domingo actuarán en el Festival de Murgas Inclusivo: Pasado y presente en clave de Derechos Humanos, que se organiza en el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos y los 50 años del golpe de Estado, junto a Metele que son Pasteles, La Murguita de la Cárcel, La Corre y Vuela (Chi), Cero Bola, Diablos Verdes, entre otros. El festival comienza a las 17.00 en la plaza Luisa Cuesta.