Los fanáticos más veteranos de la banda de Los Ángeles están acostumbrados a las decepciones. Supongo que los más nuevos también. La lista podría comenzar con la salida de The Spaghetti Incident?, en 1993, un disco de lados B vueltos a grabar para sacar al mercado algo nuevo, una miseria al lado de sus predecesores Use Your Illusion, volúmenes 1 y 2. Al día de hoy, y luego de lo poco que pasó después, es una joya musical que incluye una versión de “Raw Power”, de The Stooges, y otra de “New Rose”, de The Damned. Luego seguiría la inenarrable saga de excentricidades burocráticas con la que Axl Rose terminó de destruir su vieja banda para sacar un postergadísimo álbum casi solista, Chinese Democracy, que vio la luz en 2008 y no fue gran cosa, y podríamos detenernos en marzo de 2010, en la demorada llegada del cantante al estadio Centenario aquella noche en la que el show arrancó a la una y media de la mañana y dejó un montón de gente indignadísima, a pesar de la conocida fama de la estrella musical.

La última actuación de este gigante del rock en Montevideo (en octubre de 2022, otra vez en el Centenario) dividió opiniones. El evento comenzó según lo previsto y los uruguayos pudimos ver juntos, por primera vez, a tres de los músicos fundadores del grupo: el cantante Axl Rose, con su voz definitivamente jubilada, el bajista Duff McKagan (atención con su nuevísimo disco) y el guitarrista Saul Hudson, más conocido como Slash, quien además de brillar en los clásicos de siempre, dedicó siete minutos a un solo de guitarra, con toques de Stevie Ray Vaughan y BB King, en uno de los mejores momentos del concierto.

No todas fueron decepciones en la historia más reciente de los Guns y, en cualquier caso, todo lo que pasó después de su LP Apetite for Destruction (1987) no pudo escapar a unas expectativas altísimas. Por su lado, Slash probó mil formas para no alejarse de sus principios artísticos, y con más 30 años de trayectoria, sigue fiel a sus raíces. Lo suyo con su instrumento son variantes del hard rock inspiradas en los Stones y los Faces, así como en Joe Perry (de Aerosmith), y con ingredientes de sus muchas otras influencias: Led Zeppelin, Thin Lizzy, Deep Purple y The Who.

Fuera de Guns N’ Roses, lo mejor de su catálogo son los discos que grabó con el proyecto Slash’s Snakepit (It’s Five O’Clock Somewhere, de 1995, y Ain’t Life Grand, de 2000), en el que también participaron compañeros guns como el guitarrista Gilby Clarke y el baterista Matt Sorum. Mucho más popular resultó Velvet Revolver, un falso regreso en la forma de un supergrupo con Scott Weiland como nuevo frontman.

Su álbum homónimo de 2010, el primer trabajo firmado como solista, contiene un par de buenos momentos junto a Ian Astbury y Chris Cornell y, además, el primer encuentro discográfico entre el guitarrista nacido en Londres y el virtuoso cantante Myles Kennedy. Juntos tocan “Back from Cali”, una canción que recoge el espíritu de Lynyrd Skynyrd al servicio de un hard rock clásico, y “Starlight”, una balada de comienzo stone.

Luego de una fallida audición de Kennedy para Velvet Revolver, una profunda depresión y un acúfeno que dejaron al cantante a punto de abandonar su carrera musical, en 2012 salió a la venta Apocalyptic Love, el segundo álbum solista del guitarrista, y el primero presentado como un disco de Slash, junto a Myles Kennedy & The Conspirators, y con el que llegaron hasta el Parque Rodó, en la primera visita de Slash a Uruguay, para un show en el Teatro de Verano en noviembre de ese año.

Luego lanzaron World on Fire (2014). Afianzados Kennedy en las letras y Slash en la música, lograron un repertorio más fresco e inspirado, con la ayuda del bajista Todd Kerns, el baterista Brent Fitz y el guitarrista Frank Sidoris, para poner en práctica el tipo de velocidad que usaba Lemmy y elevaciones virtuosas al estilo Maiden, ideales para un vocalista que, técnicamente, no tiene nada que envidiarle a Bruce Dickinson. La banda también demostró que podía sonar como el Guns N’ Roses de “Rocket Queen” (en “Wicked stone”) y hasta original en “Avalon”.

Luego vinieron Living the Dream (2018), su placa más oscura y elaborada, y 4 (2022), el menos inspirado de su carrera, que abre con “The river is rising”, un modesto hit lo suficientemente bueno como para hacer bailar a los fanáticos de Slash y Guns N’ Roses y ser incluido en el primer lugar de la setlist de sus últimos shows, como los que vienen de dar en Brasil antes de llegar a Montevideo.

Del resto de su más reciente álbum también están tocando en vivo la ambiciosa “Spirit love”, la balada “Fill my word”, “C’est la vie” y “April fool”, la mejor del LP.

La lista de canciones de esta tercera visita de Slash a Uruguay se completa con lo mejor de su discografía. No deberían faltar “World on fire”, con un extendido solo de guitarra, la versión de “Always on the run”, de Lenny Kravitz, y, en los bises, “Rocket man”, de Elton John.

Slash, featuring Myles Kennedy & The Conspirators. Miércoles a las 21.00 en el Antel Arena (avenida Dámaso Antonio Larrañaga y José Pedro Varela). Entradas desde $ 1.900 a $ 4.900 en Tickantel.