Aunque hoy día sus realizadores la miren de costado, Grindhouse (2007) fue todo un evento. El doble film homenajeaba al cine barato/basura/berreta tan popular en las salas de autocine estadounidenses de la década de 1970 y reunía nada menos que a Quentin Tarantino y Robert Rodríguez, el primero con Death Proof (autos, chicas y un psicópata interpretado por Kurt Russell) y el segundo con Planet Terror (zombis, soldados, gore y una protagonista con una ametralladora por pierna a cargo de Rose McGowan). Las dos películas -bastante malas, por cierto, aunque lo fueran “a propósito”- buscaban asemejarse a aquellas dobles sesiones en cines, y un conjunto de realizadores brindó media docena de trailers falsos para animar el asunto.

Así, Edgar Wright presentó Don’t (sobre una casa maldita), Rob Zombie, Werewolf Women of the SS (Mujeres lobo de la SS), John Eisener, Hobo with a Shotgun (Rutger Hauer en la piel de un vagabundo vengador), el propio Robert Rodríguez, Machete (que tiene su propia saga de películas hoy) y Eli Roth, Thanksgiving, que es el que nos ocupa por su salto a largometraje, que pasó brevemente por nuestras pantallas y recala hoy en Max.

Acaso el más salvaje de esos falsos trailers, Thanksgiving surge del confeso deseo de Roth de brindarle al Día de Acción de Gracias su propio asesino enmascarado -como Halloween tiene a Michael Meyers y martes/viernes 13 a Jason Voorhees-, para lo cual inventó a El Peregrino, quien remite a los primeros colonos que llegaron a América del Norte en el Mayflower y que ataca, evidentemente, en uno de los pocos feriados que los gringos no han logrado exportar todavía.

Roth abre la película con otra fecha: el Black Friday. Esto, que no es un feriado (todavía), es la noche después de Acción de Gracias y el inicio de la temporada de descuentos en todas las grandes tiendas durante las fiestas. Alcanza ver cada año las noticias sobre las avalanchas de consumo que despierta la fecha, que suele dejar heridos, para comprender su magnitud. Para su película, Roth lleva las cosas más allá, con un Black Friday particularmente sangriento en el pequeño pueblo de Plymouth, Massachusetts. Es una escena de antología que marca el tono de la película.

Aunque no mantiene el nivel de sangre y sexo que prometía desde aquel falso trailer, Roth propone un slasher muy divertido -al mismo tiempo que algo tonto, como suele ocurrir con el subgénero- que satiriza todos los tropos y lugares comunes, pero al mismo tiempo funciona por sí mismo de manera particularmente entretenida.

Con su paradigmático grupo de adolescentes que queda en la mira del asesino, con su elenco de nombres más veteranos para dar algo de legitimación (Patrick Dempsey, Ty Olsson, Gina Gershon, Rick Hoffman), unas cuantas muertes horribles (porque será algo timorata en cuanto al sexo, pero es audaz en cuanto al gore), Eli Roth brinda la que tal vez sea su mejor película (aunque su carrera no ha brillado particularmente) con un gran homenaje a los slashers de los 80. Como corresponde a la época y al subgénero, todo queda abiertísimo, pidiendo por más entregas. Ojalá se den.

Thanksgiving 107 minutos. En Max.