Niko Besnier es docente de Antropología Cultural en la Universidad de Ámsterdam. A lo largo de su carrera como antropólogo investigó sobre la globalización, el género, la sexualidad y el deporte. Nació en Argelia, “en uno de los peores contextos coloniales del mundo por la dominación francesa y la guerra”, según relata. Su familia pasó un tiempo en Suiza, en España y en Inglaterra. Luego Niko viajó a Estados Unidos, donde cursó sus primeros estudios y posteriormente hizo trabajos de investigación como antropólogo en las islas del Pacífico. Se define como “un cosmopolita” que aún no ha echado raíces en ninguna parte del mundo.

En tu obra Antropología del deporte mencionás que “el deporte tiende a seguir el camino del capital”. ¿Desde cuándo sucede este fenómeno?

En torno al neoliberalismo de los años 80. Antes la mayoría de los deportes no tenían la atención ni la financiación de las empresas. El dinero era muy poco, sobre todo con la ideología del amateurismo, por lo que de hecho veían la inversión de dinero como sucia, entonces, la mayoría de los deportistas ganaban muy poco. En los 50 y en los 60 había un máximo que podían ganar, por ejemplo, los futbolistas en Inglaterra: el equivalente al sueldo de un trabajador de fábrica.
En los años 80 hubo un cambio muy importante y el factor que jugó un papel transformador fue la televisión privada. Empezando por la Gran Bretaña de [Margaret] Thatcher y después el resto del continente europeo, los gobiernos vendieron el monopolio televisivo del Estado a empresas privadas. Un empresario como Rupert Murdoch [presidente de Fox News] surgió como millonario por este proceso. La televisión privada tenía que llenar sus grillas y al principio la solución fue el deporte, que no costaba tanto. El deporte creció económicamente de forma muy rápida hasta alcanzar los números astronómicos de hoy gracias a los clubes, las asociaciones y los patrocinadores que se metieron en esta sinergia.

¿Cómo incidió la migración en este fenómeno?

Existen muchas investigaciones sobre el crecimiento y la movilidad de los deportistas. Por ejemplo, la migración antes de los años 80 no mostraba tanta diversidad de razas y nacionalidades como tenemos hoy, que en los equipos de Inglaterra se nota.
En la década de los 80 comenzó la búsqueda por parte de los clubes del “nuevo diamante”, un concepto que tiene connotaciones completamente coloniales. El diamante es ese atleta que aún no es reconocido, está oculto y es muy barato, y seguramente tampoco sabe leer los contratos. Entonces, los clubes impulsan la migración de africanos en el fútbol y de los jugadores de rugby de las islas del Pacífico hacia Europa y otros centros deportivos del mundo.
Es el principio de la capitalización o industrialización del deporte, que hacen que ahora los clubes sean empresas. Tienen que ganar dinero porque los jugadores, sobre todo los de alto nivel, se han vuelto muy caros.

Antropología para qué

¿Qué lugares creés que aún quedan para continuar en la investigación antropológica?

La antropología del deporte no está tan desarrollada como la sociología y la historia. En parte por la división de trabajo entre la sociología y la antropología al principio del siglo XX, la sociología se ocupaba de sociedades industriales y la antropología del resto del mundo, sobre todo de las colonias. Se consideraba en ese tiempo que el deporte hacía parte del modernismo y, como los antropólogos se ocupaban de otras sociedades, no lo tuvieron mucho en cuenta hasta ahora; de hecho, hay un prejuicio contra el deporte. La antropología, por su carácter comparativo, puede aportar una visión muy interesante que no tiene la sociología, por ejemplo, sobre el género.

¿Te ha pasado eso del prejuicio de la antropología dentro del deporte?

Absolutamente, pero me interesé en los deportes cuando tenía bastante prestigio, entonces mi carrera no me afectó mucho. Siempre existió esta perspectiva que busca cómo un estudio sobre el deporte puede aportar a preguntas más amplias que no tienen nada que ver con el deporte. Estudiar el deporte puede aportar una perspectiva nueva sobre preguntas que tienen mucha mucha importancia, como la constitución del Estado, la naturaleza del género, el nacionalismo, la migración o el cuerpo.
Siempre intento publicar mi investigación en revistas generales, no sólo sobre deporte. De hecho, tengo bastante pocas en publicaciones sobre deporte y muchas en revistas que son leídas por antropólogos en general, no por lectores ya preocupados por estos temas.

¿Qué rol cumplen los deportistas en este mercado?

Actualmente el deportista se ha transformado en un sujeto neoliberal muy individualista que tiene que vender lo que es capaz de hacer a la institución que le dé más dinero. Están los deportistas exitosos que ganan millones, pero también existe otra población más grande que no es de élite, jugadores que no han triunfado y que se quedan en equipos de tercera y cuarta clase, en los que ganan muy poco. Son los que tienen la esperanza de ascender profesionalmente, aunque la mayor parte tenga que trabajar en paralelo para mantener su vida, y ese tiempo que dedican a trabajar no lo consagran a entrenarse y mejorar su rendimiento.

¿Qué tanto de juego y de placer hay en el deporte contemporáneo profesional?

¿El placer de quién? En ser deportista profesional no hay mucho placer: el cuerpo se estropea muy fácilmente, son carreras y es trabajo. Al principio de la dedicación al deporte hay placer y diversión, pero eso se pierde rápidamente cuando tienes que renunciar a toda tu vida para que la manejen los entrenadores, mánagers y esa fauna que rodea a los deportes.
Es un trabajo de bajo nivel; aunque existe la posibilidad de ganar mucho dinero, al final no tienes mucho control sobre tu propia vida y tus acciones, incluso cuando sonríes o sobre lo que dices.
El placer que se puede apreciar es el del espectador. Ellos venden su tiempo de mirada y visitas a los medios de comunicación, que a su vez venden este tiempo a los patrocinadores. El placer es importante en los deportes comunitarios que practican quienes participan en deporte a nivel popular por placer.

¿Qué aspectos del deporte lo hacen funcional al mercado?

El espectáculo es lo que se vende, en este momento hay una espectacularización del deporte por la televisión. Te muestran los partidos, pero cuando terminan inmediatamente te muestran otros juegos muy interesantes; en el fondo, lo que interesa es la violencia. La actitud importa, pero también la violencia, sobre todo en deportes de contacto como el rugby y el fútbol americano, que son muy violentos.
Hay una tendencia a ser más violentos en estos deportes y la media de los cuerpos se ha convertido en más amplia y musculosa. Surge también en los 80 la ciencia del deporte, con todos los especialistas que rodean al deporte profesional: entrenadores, especialistas del cuerpo, nutricionistas, entre otros. Esos roles vigilan cómo comen los deportistas, el ejercicio que hacen, la musculación, cuándo y cómo duermen, hasta minúsculos aspectos de su vida.

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¿Cuál es el límite en esa violencia deportiva que se espectaculariza?

No está muy claro. El problema en los deportes de contacto es que hay una valoración del jugador que está herido pero vuelve a jugar; eso es muy malo para los cuerpos, porque pueden tener contusiones, vuelven a jugar y todo el mundo los aplaude. Es un gran problema, es una forma de masculinidad que no se da cuenta del peligro que representa. La violencia debe ser controlada, pero no lo es y es el gran escándalo de un deporte como el fútbol americano.
Hay otros deportes, como el bobsleigh [deporte olímpico de invierno que implica descenso en trineo], en los que la gente se muere eventualmente: a pesar de que son muy peligrosos, siguen siendo parte del programa olímpico. Lógicamente, no se debería competir, teniendo en cuenta que los competidores van a 100 kilómetros por hora en un tobogán de hielo.

¿A futuro ves un cambio para el deporte?

Es muy difícil, porque el capitalismo neoliberal tiene tanta importancia en este mundo que es complicado imaginar cómo podría salir el deporte por otro camino. Hay que aclarar que es el deporte de alto nivel y no son todos los deportes, hay muchísimos en los que hay muy poco dinero, como el tiro con arco o el atletismo.

Contra las redes

¿Qué papel juegan las redes sociales?

No se entiende muy bien. Compiten con la televisión y las nuevas generaciones miran las pantallas de la computadora y el celular mucho más que la de la televisión. Pero para las federaciones, los clubes y las instituciones como la FIFA y el Comité Olímpico las redes sociales representan un problema por la piratería, que no es más que la posibilidad de no ganar dinero. Es muy difícil de controlar, hay muchísima piratería.
Los primeros Juegos Olímpicos que fueron difundidos por las redes sociales fueron los de Beijing 2008, pero en ese caso la difusión se dio de una manera muy controlada porque China controla todo. Únicamente se transmitió por esas vías para Asia y África.
Los científicos sociales tuvimos algunos problemas para analizar esto, porque no entendíamos si el objeto a evaluar era la transmisión de un partido o de fragmentos de los eventos deportivos. Es un campo a seguir investigando.

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