Se acerca el partido entre Nacional y Peñarol que se jugará el sábado a las 16.30 en el Gran Parque Central y ya hay detalles informativos que se pueden ir confirmando.

Que el partido se jugará exclusivamente con hinchas de Nacional a excepción de los deportistas y dirigentes de Peñarol que lleguen al histórico escenario de La Blanqueada se sabe desde lo que aconteció el 1º de abril en el Campeón del Siglo, cuando sólo hinchas aurinegros pudieron llegar y llenar el moderno estadio aurinegro. Lo nuevo está en determinar la cantidad de nacionalófilos que asistirán, dado que el nuevo aforo, una vez que se retiraron los enrejados divisorios de la tribuna Héctor Scarone, quedó establecido en 34.246 personas sentadas. La evolución de la venta y el canje de localidades permite suponer que el Gran Parque Central estará colmado.

El lunes se habilitó la primera ventana de canje para socios vitalicios, honorarios y Atilio (una categoría especial de socios que cuentan con todos los beneficios). El martes el canje fue para socios con cinco o más años de antigüedad y el miércoles se liberó el canje para todos los socios. Por último, este jueves, con la venta para público en general, el remanente que quedaba se agotó.

Otro detalle inherente al acceso del público es que las puertas se abrirán tres horas antes de que comience el partido –a las 13.30– y que habrá un doble control de entradas.

Asimismo, se supo que Mathías de Armas será por primera vez juez principal de un Nacional-Peñarol. El joven árbitro de 29 años fue el elegido para dirigir el clásico aun sin tener ningún antecedente en este tipo de encuentros, y será acompañado por Richard Trinidad y Sebastián Silvera como árbitros asistentes, mientras que el cuarto árbitro será Yimmy Álvarez y en el VAR comandará Christian Ferreyra con dos AVAR, Diego Dunajec y Santiago Fernández.

Tabla sobre tabla

Ninguno de los dos depende de sí mismo para ganar el Clausura, aunque Peñarol tiene muchísimas más posibilidades de ganarlo, más allá de haber perdido el liderazgo del certamen el domingo pasado al caer frente a Liverpool. Los aurinegros tienen 17 puntos, dos menos que Liverpool, y Nacional suma 12, estando a siete de los negriazules pero con tres clubes en el medio. Cuando termine el clásico, a ambos contendientes les quedarán 18 puntos por disputar.

En la Tabla Anual, Peñarol lideraba con comodidad hasta que Liverpool lo derrotó y se puso a 3 puntos, por lo que también este encuentro será importante para mantener el liderazgo que le asegura estar en la final del Uruguayo. Peñarol tiene 61 puntos, Liverpool 58, Defensor 53 y Nacional está cuarto –último cupo para la Libertadores– con 52, a lejanos nueve puntos de los carboneros.

Liverpool jugará el viernes a las 16.30 en Belvedere con Cerro Largo, mientras que Defensor Sporting recibirá en el Franzini a Racing, también este viernes, a las 21.30.

Los que están y los que no

Los tricolores tienen casi el plantel completo, o por lo menos lo tienen desde las recientes citaciones de Álvaro Recoba.

El DT no cuenta para el sábado con Christian Almeida ni Emiliano Velázquez, pero sí con el resto de los futbolistas que ha usado. Se sabe, entonces, que Salvador Ichazo será el arquero; la línea de cuatro estará integrada por Leandro Lozano, Daniel Bocanegra, Diego Polenta y Gabriel Báez; en el medio estarán Francisco Ginella como eje central, Yonatan Rodríguez y seguramente José Alberti en su primer clásico, Diego Zabala por delante de ellos y por detrás de Juan Ignacio Ramírez, y de Gonzalo Carneiro. En el entrenamiento del miércoles apareció por momentos Federico Martínez, lo que seguramente supuso cambiar el sistema 4-3-1-2 que Recoba planteó en dos de los tres partidos que dirigió, para pasar a un 4-3-3 o a un 4-2-3-1.

Aparentemente en esos 12 nombres y no en otros está la oncena que saldrá al campo de juego del Gran Parque Central.

En Peñarol, por su parte, ya se ha confirmado que Hernán Menosse, que se lesionó el domingo ante Liverpool, será baja en el clásico, y casi lo mismo se podría decir de Yonatthan Rak y Camilo Mayada, que no han logrado la recuperación plena como para estar en plenitud física. Aparentemente estará pronto y en la titularidad Damián García –padece tendinitis y dicen que jugará infiltrado–, que estará en la media cancha, y no es claro cuál es la situación física de Abel Hernández. Las ausencias de los zagueros harán que Maximiliano Olivera juegue como zaguero por la izquierda y hará que en el banco de suplentes aparezca algún zaguero juvenil.

Darío Rodríguez seguramente colocará a Guillermo de Amores en el arco; en la línea de cuatro final estarán Mathías Aguirregaray, Leonardo Coelho, Maximiliano Olivera y Lucas Hernández; al medio irán Damián García, Sebastián Cristóforo y Sebastián Rodríguez; y en la delantera Franco González, Valentín Rodríguez y Matías Arezo.

¿Qué cobrás?

Me sorprendí a mí mismo al buscar la información confirmada del equipo arbitral para volcarla como insumo informativo importante en este lugar.

Desde hace décadas, y básicamente desde los años 80, cuando Jorge Burgell me dio alas y confió en mí para asumir roles ejecutivos en la información y la opinión, nos preguntábamos el porqué de esa fruición por tener y publicar los nombres de los árbitros. Con mis compañeros de aquellas redacciones –lamentablemente no había ni una mujer frente a las Remington y Olivetti de Deportes por esos tiempos– nos preguntábamos cuál era la necesidad de saber el nombre de los árbitros de cada partido, en el entendido de que no iban a cambiar con sus acciones el destino de partido tras partido, de los campeonatos, salvo acciones circunstanciales en las que sus errores u omisiones modificaran el resultado o el trámite de una competencia. Nuestra conclusión, a las risas, era que había gente a la que sólo le podía interesar el nombre del juez para putearlo personalizadamente.

Claro, es que yo de niño y muchachito fui uno de ellos. Fui aprendiz del nunca reconocido arte de bajar en segundos tres o cuatro escalones-gradas para quedar junto al línea y ofrecerle mi versión discordante de la sanción de aquel orsái. Fui aspirante, seguramente destacado, del oficio de escuchar con la Spica pegada en el oído que tal Fulano no puede estar en la cancha y reaccionar.

Sin convertirme en un asceta del fútbol, fui entendiendo, un día dejé de putear rivales; otro, de descalificar a mis propios jugadores; otro, de sugerirle al línea que bajara esa bandera; y, por último, aunque es lo que más cuesta, empecé a negarme a la paranoia de que el árbitro nos está robando.

El conocimiento, la instrucción, la historia y unos cuantos factores más me convirtieron en un analista que pretende ser sensato y humano, respetuoso y empático con los protagonistas. Pero claro, no es fácil dejar para siempre ciertos tics de las cavernas, fantásticos y necesarios. Y aunque crea que lo superé, que soy un duque informando y analizando un partido, dos por tres me vuelve a atacar la emoción, de la mano de la sinrazón.

Les aseguro que hace décadas que no exteriorizo mi desagrado con deportistas. Lo mismo con árbitros. Ni un grito. Apenas alguna agarrada de cabeza. Ni una patadita, ni una estentórea puteada. No, eso ya no. Pero hay algo que definitivamente no puedo dejar atrás, y es esa misión imposible de volver el tiempo atrás y modificar la realidad.

Che, ¿y quién es el juez?