“¡A ver quién llega primero a la casa de té!” era el pistoletazo de salida para que dos hermanos se subieran a sus bicicletas y pedalearan como si les fuera la vida. En realidad esa era su vida, llegar de estudiar, comer algo y subirse a la bici. Adam y Simon son mellizos y mucho tiempo después dirán que aprendieron primero a competir y luego a entrenar. De lo que más le gustaba en la vida hicieron su profesión, y entonces estaban Adam y Simon bajando el repecho de Pike a las afueras de Bilbao cuando Adam, el menor por unos minutos, decide acelerar, lo hace y mira para atrás, es imposible saberlo, pero quizá haya dicho aquello de “A ver quién llega primero”, porque enseguida salió su hermano Simon a hacerle compañía. Así se fueron los dos a ver quién llegaba primero al barrio de Begoña. La esencia podrá ser similar, la de dos hermanos desafiando a ver quién gana, es cambiar la casa de té Holden Wood en su Bury natal –algún día alguien debe estudiar qué pasa en ese pueblo a las afueras de Manchester porque los hermanos Neville también son de allí–, por una meta pintada de amarilla y con carteles en francés. Pero esto es la primera etapa del Tour de France, la carrera ciclista más prestigiosa del calendario, y entonces el deporte de élite le agrega otros condimentos que responden más a la geopolítica que al romanticismo. Simon cruzará primero la meta –Adam dirá que lo dejó ganar porque él ya tiene en su palmarés un par de etapas de Tour–, levanta los brazos y se lee claramente las tres letras que le dan nombre a su equipos: UAE. Adam entra segundo vestido de azul y blanco y su equipo es el Jayco AlUla. En ciclismo los equipos se llaman como sus principales patrocinadores, en el caso del UAE no hay nada que explicar: son las siglas en inglés de Emiratos Árabes Unidos. El equipo de Adam lleva ese nombre por Jayco, una compañía australiana de casas rodantes, y AlUla por una ciudad saudí donde se ubican ruinas del reino nabateo y que el gobierno quiere promocionar como destino turístico fundando la Royal Comission for AlUla.

La cosa no queda ahí. Esa primera etapa del Tour fue también la última para Enric Más, líder del Movistar Team, equipo español que a fines del año pasado firmó un acuerdo de cooperación con la Federación Saudí de Ciclismo y que según Sebastián Unzué, uno de los directores del equipo, la cooperación podría ir a más y así lo declaró a Marca: “Hay posibilidades de que patrocinen al equipo como ha ocurrido con el Bahrain o UAE. Es una posibilidad”.

Durante la segunda etapa, también en carreteras vascas, lo intentó Pello Bilbao un vecino del lugar que corre por el Bahrain, equipo que también integra Mikel Landa, el mesías del “Landismo”, una religión que no entiende de colores sino que sigue a Mikel donde vaya. La última etapa antes de la jornada de descanso llevó a los ciclistas a la cima de un volcán, al Puy de Dome, donde no se subía desde 1988; ahí volvió el Tour con la novedad que no se permitió público en los kilómetros finales. Ese final fue pedaleando al costado de las vías del monorail, una subida sin curvas donde encontrar rellano y sin la posibilidad de zigzaguear para hacer más leve la escalada. El primero en emprender semejante aventura fue Matteo Jorgenson del Movistar y parecía que lo lograría, pero atrás venía Michael Woods comiéndose uno a uno a los ciclistas que lo superaban. Cruzó la meta, levantó los brazos –o eso intentó– y lució el maillot diseñado por el Ministerio de Turismo de Israel. Woods, que es canadiendse, corre por el Israel-Premier Tech, donde uno de sus dueños el candiense-israelí Sylvan Adams, que desde que fundó el equipo en 2015 tiene un objetivo por sobre todo: “Llevar a los 2.5 billones de televidentes del Tour el verdadero Israel, ese que conocemos y amamos, no el que se ve reflejado en los medios”.

El Tour de France no se gana en la primera de las tres semanas de competencia, pero sin duda se puede perder. Todo el ambiente sabe que esta edición es la revancha de la anterior, un mano a mano entre Tadej Pogacar, líder del UAE, y el último ganador de Tour, Jonas Vingegaard, jefe de filas del Jumbo-Visma, el mejor equipo de la última temporada, pero que sabe que perderá a su principal sponsor al término del 2024, algo que también saben los saudíes. El ciclismo no escapa a la geopolítica económica del Golfo y por más que no haya ningún corredor saudí, emiratí o bahreiní en el pelotón internacional, el nombre de esos países está presente.

Adam Yates (i), y Simon Yates, llegan a la meta, durante la 110.ª, el 1 de julio, en Bilbao, en el norte de España.

Adam Yates (i), y Simon Yates, llegan a la meta, durante la 110.ª, el 1 de julio, en Bilbao, en el norte de España.

Foto: Thomas Samson, AFP

El cielo es el límite

El ciclismo no es un deporte de grandes presupuestos si se compara con otras disciplinas populares. Para tener una idea, el equipo que destina más dinero es el Ineos-Granadier y se calcula que son entre 40 y 50 millones para la temporada 2023. Con el equipo británico empezó a escalar la inversión en el pelotón, primero con SKY, la empresa de radiodifusión que tiene los derechos de la Premier y desde el 2019 con Ineos, empresa petroquímica también británica. Fueron dominadores absolutos en la década pasada, del 2012 al 2019 ganaron todos los Tour menos la edición 2014 que Chris Froome se cayó en una etapa de adoquines. Construyeron un equipo capaz de contratar como gregarios a ciclistas que serían líderes en cualquier otra escuadra.

Estaba claro que si alguien pretendía disputarle el reinado tenía que acercarse a la inversión británica. En 2017 el histórico Lampre estaba en serios problemas financieros, su manager Mauro Gianetti había tocado cuantas puertas encontró para ver si podía salvar el equipo. La que se abrió de par en par fue la de la familia real de Abu Dhabi. El equipo cambió de nombre y colores, comenzó a fichar corredores reconocidos y se fue haciendo un lugar en los podios. Pero el ciclista que vendría a cambiar todo no llegó gracias a la billetera, sino a un ojeador que enseguida vio en un jóven Tadej Pogacar madera de campeón. La billetera no lo trajo, pero si lo ha transformado en el ciclista mejor pago de todos, unos seis millones al año. Con tan sólo 24 años tiene dos Tour ganados y un segundo puesto. Ese mismo 2017 también vio nacer al Bahrein de la mano del príncipe Nasser Bin Hamad y contrataron nada menos que a Vincenzo Nibali como líder de equipo.

Tadej Pogacar (d), del UAE Team Emirates, y Jonas Vingegaard, del Jumbo-Visma, durante el ascenso del Puy de Dome en los kilómetros finales de la 9ª etapa, el 9 de julio, en las montañas volcánicas del Macizo Central en el centro de Francia.

Tadej Pogacar (d), del UAE Team Emirates, y Jonas Vingegaard, del Jumbo-Visma, durante el ascenso del Puy de Dome en los kilómetros finales de la 9ª etapa, el 9 de julio, en las montañas volcánicas del Macizo Central en el centro de Francia.

Foto: Etienne Garnier, Pool, AFP

Los especialistas

El tema de la financiación de los equipos ciclistas es algo que se discute todo el tiempo en el ambiente. Para el periodista colombiano Camilo Castellanos, “la parte positiva es el avance que ha tenido el deporte gracias a las grandes inversiones. En la parte científica, médica, la fisiología de los corredores ha sido estudiada al detalle”. El periodista y escritor español Marcos Perera no cree que vaya a cambiar la dinámica dentro del pelotón “porque ya habían cambiado cuando empiezan a entrar las multinacionales, primero en los 90 y definitivamente en los 2000 con equipos como el US Postal, Sky y ahora mismo el Jumbo”.

Para el también español Sergi López Egea: “En el ciclismo ellos [los países del Golfo] han encontrado en la publicidad televisiva para vender sus productos y mostrar una imagen a occidente. Un deporte como el ciclismo, que está relacionado con la ecología y que además los mismos patrocinadores también los vemos formando equipos femeninos”.

Al consultarlos por los riesgos que pueden surgir Perera señala “que la inversión dependiera de un programa de marketing específico o de un capricho de un gobernante, porque como vienen se van. Cuando estas personas se aburren del juguete o el juguete no les proporciona lo que entienden que debe retornarle o encuentran otra cosa que le sea más divertida, pueden abandonar”.

Para López Egea y Castellanos un riesgo a considerar son las diferencias presupuestarias que se están creando. López Egea: “Sin dinero no puedes fichar a un buen escalador, a un buen sprinter o un ciclista capaz de ganar un Tour. A los equipos modestos les cuesta muchísimo no solo ganar carreras sino ganar etapas. Todos buscan contratos a largo plazo por ese temor a que venga una estructura más grande y se la coma. Salen perdiendo esos equipos con un patrocinador que no sabe si estará un año o dos y entonces los ciclistas no quieren comprometerse, las inversiones son menores”. Castellanos opina sobre el rol de la Unión Ciclista Internacional (UCI): “No hay una justicia deportiva porque no todos pueden invertir lo mismo. Debería existir en la UCI una intervención para evitar que se note una diferencia tan grande. Si queremos un deporte más justo deberíamos tener esa normativa más adecuada”.

El ciclismo es un deporte atractivo para las inversiones por muchas razones, pero una de ellas son las audiencias que se miden en las grandes citas. ¿Qué puede pasar con el público que ve ciclismo y los nuevos equipos? Perera opina: “No hay una identificación entre la afición y los equipos, en todo caso con los ciclistas. No creo que haya un desapego”. López Egea piensa similar: “El ciclismo se sigue por los corredores. Se vive por las nacionalidades. Cuando Nairo Quintana firmó por el Movistar, Eusebio Unzué me explicaba ‘esto es como Messi en Barcelona, no importa que sea argentino. Los aficionados están por los corredores sin importar mucho en el equipo que corran. En el País Vasco la gente gritaba por Mikel Landa, nadie decía Bahrein, Bahrein’”.

Los nombres de equipos no duran mucho en el ciclismo, el público está acostumbrado a cambios de patrocinadores que a su vez hacen cambiar hasta los colores con los que se corren. Hoy el Jumbo es amarillo y negro, pero si el día de mañana lo saudíes concretan su interés por el equipo y lo rebautizan con el nombre de NEOM, esa ciudad lineal proyectada en el medio del desierto en la que piensan gastar 500 mil millones de dólares, no llamará demasiado la atención. De eso se trata todo esto, de hacer cotidianos nombres, lugares, países donde no llegan las noticias, o donde las noticias dicen una cosa y ellos quieren contar otras.

La organización del Tour de Francia y los helicópteros de transmisión televisiva, el 4 de julio, durante la cuarta etapa, en el suroeste de Francia.

La organización del Tour de Francia y los helicópteros de transmisión televisiva, el 4 de julio, durante la cuarta etapa, en el suroeste de Francia.

Foto: Marco Bertorello, AFP

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