Los tricolores volvieron a sumar de a 3 puntos para el grupo H, pero también para el Ranking FIFA para el Mundial de Clubes 2025. Con el 2-1 obtenido en el Gran Parque Central llegaron a los 6 puntos en tres presentaciones, lo que los sitúa en el segundo escalón de la tabla.

Todos los goles fueron en el primer tiempo. Para los albos anotaron Alex Castro y Jeremía Recoba, mientras que para los venezolanos descontó un uruguayo, el Viduka Haibrany Ruiz Díaz.

Nacional empezó el partido como si ya lo estuviera jugando. Gonzalo Carneiro fue buscado desde el primer minuto. Su exuberancia física se puso de manifiesto mientras los plateístas se paraban para ver más cerca de la raya.

Deportivo Táchira, abrumado, metió cinco hombres en el fondo y, a puro tesón –porque el venezolano es a tesón–, bancó como pudo los embates iniciales del bolso, empujado por su gente. Haibrany Ruiz Díaz participó en el soporte y se sumó al ataque. El colombiano Andrés Murillo se plantó con hidalguía, pero Nacional convirtió el primero después de hacer volar la tapa de la olla.

Jeremía Recoba, de Nacional, y Jefre Vargas, de Táchira, el 24 de abril, en el Gran Parque Central.

Jeremía Recoba, de Nacional, y Jefre Vargas, de Táchira, el 24 de abril, en el Gran Parque Central.

Foto: Camilo dos Santos

Todo se desenredó, a pesar de la búsqueda clara del juego por parte de los locales, en una pelota quieta. Un córner encontró en el primer palo a Antonio Galeano, que peinó todas las cabezas presentes en el Parque Central. En el segundo palo, aprovechando el desvío, apareció Alexis Castro, que está con la pólvora seca y convirtió el primero.

Nacional no apagó la hornalla y siguió en el mismo tren de cuadro grande, de imponerse en el juego, de dejar toda la pavada de la conversación y conversar con las piernas y con el útil. Así consiguió el segundo. Entró concentrado, con un Jeremía Recoba encendido –es hermoso cómo en los gestos se parece al padre– que generó la jugada del segundo gol. Habilitó tajantemente al paraguayo que estuvo activo en el ataque, definió frente a la humanidad de Jesús Camargo y, en el rebote, el mismo Recoba convirtió y se besó el escudo. Toda una vida besando lo mismo.

Jeremía Recoba, de Nacional, tras el segundo gol a Táchira, el 24 de abril, en el Gran Parque Central.

Jeremía Recoba, de Nacional, tras el segundo gol a Táchira, el 24 de abril, en el Gran Parque Central.

Foto: Camilo dos Santos

Deportivo Táchira, sin embargo, encontró el descuento en un córner en el que los de Nacional se durmieron. El ex Plaza Colonia Haibrany Ruiz Díaz entró sin marca en el medio del área y cabeceó solo ante la sorprendida mirada de Luis Mejía que, sin reacción, buscó la pelota en la red. El equipo venezolano creció en el juego y tuvo en Jesús Hernández la descarga constante. Nacional pasó algunas zozobras que no esperaba ni merecía, pero ya sabemos que de merecimientos no se trata.

Es cierto que Jeremía Recoba tiene un amor propio y colectivo atado a la magia, algo parecido a lo que le pasa a Mauricio Pereyra. Pero Pereyra no es el hijo del director técnico. Entiendo que hay un plus en aquello que el jugador asume con responsabilidad y amor. Lo que también es cierto es que el paraguayo Galeano fue de las más silenciosas figuras: estuvo presente en los dos goles del primer tiempo y fue una constante opción para sus compañeros. Pudo haber cerrado el partido y la actuación con un tremendo disparo desde lejos.

Nacional y Táchira, el 24 de abril, en el Gran Parque Central.

Nacional y Táchira, el 24 de abril, en el Gran Parque Central.

Foto: Camilo dos Santos

Esto está intenso

Nacional y Táchira jugaron un partido intenso. Franco Romero lo tuvo de cabeza, entrado el segundo tiempo. La zanahoria del Mundial de Clubes hace que el bolso gane todo lo otro, o vaya por ello. Más allá de ser Nacional y de tener que ganar, el bolso juega con estirpe. Juega en serio.

Táchira contestó desde el banco con una veloz corrida caribeña de Franco Castillo, que había entrado en el complemento. Fue una de las pocas –siempre importantes– intervenciones de Luis Mejía. Eduardo Saragó supo qué hacer con los cambios y el Club de San Antonio de Táchira no soltó la esperanza del empate. Movió todo lo que pudo, pero es cierto que no llegó nunca con demasiada claridad. Nacional fue incisivo y terco. Necio y aplicado. La Copa Libertadores no tiene parangón. Empujó Nacional por cerrar el partido. Sabe de los peligros de los goles errados.

Ruben Bentancourt entró por Carneiro y tuvo una que pudo ser de antología. En una jugada extraña, en la que nadie supo si estaba fuera de juego o no, terminó resolviendo con un taco. Táchira insistió hasta el final. El uruguayo Viduka Ruiz Díaz es un baluarte desde el fondo que también supo anotarse en el marcador.

Nacional ganó por Copa Libertadores de América frente a Deportivo Táchira de Venezuela y encanta a su gente.

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