En esta sección se resumirá brevemente, y de forma gráfica, algunos aspectos clave de la economía uruguaya durante el período 2005-2019, basado en el libro La economía del primer ciclo progresista, editado por Fin de Siglo y disponible en librerías de todo el país.1

El mercado de trabajo y su relevancia

El mercado de trabajo es el espacio donde las personas ofrecen su fuerza laboral a cambio de una remuneración. La capacidad de las personas, así como la actividad de las empresas, juega un papel fundamental en el bienestar y en el desarrollo de la sociedad. En Uruguay las remuneraciones provenientes del trabajo constituyen la principal fuente de ingresos para la mayoría de los hogares. Analizar la evolución del mercado laboral durante los años de gobiernos progresistas es fundamental para entender la evolución de la pobreza, la desigualdad y el bienestar en Uruguay.

¿Cómo impactaron los cambios en el mercado de trabajo en la pobreza y la desigualdad durante este período?

Distintas investigaciones evidencian los efectos positivos que generaron las políticas impulsadas en el marco del mercado laboral en términos de reducción de la pobreza y la desigualdad (Amarante, Colafrancheschi y Vigorito, 2011; Amarante, Arim y Yapor, 2015; Blanchard y otros, 2021).

¿Cuáles fueron las principales políticas que impactaron en el salario?

Respecto a la política salarial, existieron dos puntos de inflexión que contribuyeron a la recuperación del poder de compra. Por un lado, el aumento del salario mínimo comienza a establecerse muy por encima de la inflación y a actualizarse en forma periódica, siempre por encima de esta. Por el otro lado, cabe destacar la importancia que tuvo la reinstauración de la negociación colectiva de forma generalizada.

En 2005, luego de suspendida la convocatoria a los Consejos de Salarios por más de diez años, se restableció la negociación tripartita, que supone la participación en el proceso de las empresas, los trabajadores y el Estado. Además de la nueva convocatoria, se incorporan nuevos grupos a la negociación históricamente abandonados, como el sector rural y las trabajadoras domésticas. En estos sectores, así como en otros afines, la negociación colectiva trajo aparejado, además de incrementos salariales, un fuerte proceso de formalización. En conjunto, lo anterior implicó una mejora sustancial sobre las condiciones de trabajo, posibilitando por esa vía el acceso a derechos vinculados con la seguridad social (como por ejemplo los seguros por desempleo).

¿Qué sucedió con el salario mínimo?

El salario mínimo como instrumento de política laboral había dejado de ser operativo durante la década del 90 y principios del 2000, y era utilizado como una herramienta más bien de contención para el déficit fiscal. El gobierno de Jorge Batlle estableció el primer incremento significativo del salario mínimo a partir de enero de 2005, a tan sólo dos meses de su salida y cuando el Frente Amplio ya había ganado las elecciones.

Foto del artículo 'El primer ciclo progresista en gráficos: parte IV'

Los gobiernos del Frente Amplio mantuvieron el salario mínimo nacional como instrumento de política durante todos sus mandatos, permitiendo que sea vinculante para el mercado. De esta forma, esta variable, que había sido abandonada como política distributiva dentro del mercado laboral en los años previos a 2005, tuvo un aumento de casi 160% en términos reales durante el período que es objeto de análisis.

¿Qué sucedió con el empleo?

Tanto el crecimiento económico que tuvo lugar durante los primeros diez años del período como la posterior desaceleración que se consolidó a partir de 2015 tuvieron su correlato en la evolución de la población ocupada. Esta pasó de 1.350.000 personas ocupadas en 2005 a 1.630.000 en 2019, alcanzando un máximo en 2014 de 1.680.000 ocupados.

Es interesante señalar que, en los 15 años previos a 2005, el crecimiento económico registrado durante la década del 90 tuvo su correlato en el mercado de trabajo, aunque con un dinamismo notoriamente inferior. De hecho, la entrada en recesión de la economía uruguaya a partir de 1999 y la posterior crisis de 2002 provocaron que prácticamente todos los puestos de trabajo que se habían creado en la década del 90 desaparecieran para el año 2003.

¿Cuáles son los desafíos del ciclo?

Sin dudas, las condiciones del mercado de trabajo en 2019 eran objetivamente mejores que las vigentes en 2005. No obstante, la desaceleración económica registrada en el último período de gobierno tuvo su impacto negativo en el mercado de trabajo e implicó la pérdida de aproximadamente 50.000 puestos de trabajo entre 2015 y 2019.

Más allá de la caída de la población ocupada, se observa que los indicadores vinculados a la calidad de empleo no empeoraron significativamente; de hecho, el salario real se incrementó 6% en igual período, y la tasa de informalidad, que había descendido desde el 40% en 2004, se mantuvo estable en el entorno del 25% hacia los últimos años del período que nos ocupa.

Sin embargo, a pesar de los avances observados durante los 15 años analizados, continuó existiendo un conjunto de personas vulnerables que, o bien se encontraban desvinculadas del mercado de trabajo, o bien se insertaban en él de forma precaria. En estos grupos en particular es donde la política presenta mayores desafíos.

La pandemia y la política salarial seguida por el actual gobierno agravaron la situación de estas personas, e implicaron un deterioro sustancial de los ingresos de los hogares uruguayos, que recién comenzó a revertirse sobre finales de 2022. Los desafíos que quedaron pendientes de resolución aún continúan latentes y se requerirá políticas activas de empleo mucho más potentes para resolverlos.

(*) Para ahondar en los contenidos de esta columna, se sugiere leer el capítulo 4 sobre mercado de trabajo redactado por Cecilia Parada y Federico Araya.


  1. Esta columna complementa la publicada el lunes 25 de setiembre de 2023