La fundación educativa Desem Junior Achievement, en conjunto con la fundación Julio Ricaldoni, el INJU (Mides) y el Centro de Innovación y Emprendimiento de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República llevaron adelante una sistematización de las competencias emprendedoras en educación media, un hito que luego se complementó con iniciativas paralelas y que abre un espacio amplio de trabajo hacia adelante.

Fase I: el fomento de la cultura del emprendimiento

La sucesión de iniciativas tendientes a fortalecer el ecosistema emprendedor uruguayo contó con un nuevo capítulo que inició meses atrás, a partir del puntapié inicial a un proyecto de sistematización sobre las competencias emprendedoras en edades tempranas.

La primera etapa del proyecto tuvo como objetivo relevar información y evaluar las herramientas con las que cuenta el ecosistema emprendedor en lo que refiere al fomento de las habilidades emprendedoras en la órbita de la educación media. Para ello, se contactó a docentes de todo el país a efectos de conocer sus opiniones e identificar qué necesidades y desafíos enfrentaban a la hora de trabajar sobre las competencias emprendedoras. Esto requería, primero, alcanzar una suerte de acuerdo sobre estas competencias, es decir, establecer de qué se habla cuando se habla de competencias emprendedoras en función de la literatura disponible, y contrastarlas con las competencias que se enmarcan dentro de la transformación educativa.

En diálogo con la diaria, la doctora María Messina, especialista en educación por competencias y emprendimiento, aclaró que estas competencias no necesariamente están asociadas con la creación de una empresa, como suele confundirse a veces en la discusión. “Por el contrario, se trata de competencias que sirven para desarrollar cualquier actividad y aproximarnos a cualquier situación que nos pueda suceder a lo largo de la vida”. No son competencias que se restrinjan únicamente a crear una empresa o armar un negocio. En efecto, “estas competencias se pueden trabajar en distintas instancias con independencia de que se esté hablando de un emprendimiento de negocios. A propósito, señaló que no es lo más apropiado hablar de negocio en las primeras etapas de la educación media, dado que una empresa es en general algo alejado de sus realidades cotidianas.

Por eso, “muchas veces se trabaja desde lo que los estudiantes pueden ver día a día, que puede ser alguna necesidad o demanda concreta del centro educativo, o algo que observan en su entorno más cercano. En definitiva, lo que uno busca es que cualquier persona, en cualquier ámbito, pueda contar con la empatía, el espíritu crítico y con la capacidad de investigar y utilizar la creatividad para encontrar soluciones a situaciones concretas. Por ejemplo, que en el patio falta sombra, o que hace falta una cantina. Esto es lo que hacemos en realidad: identificar problemas cotidianos y plantear soluciones, no hacer empresas o negocios. Y creo que eso tiene muy buena llegada en el ámbito docente”.

Concretamente, esta primera instancia contó con la participación de 118 docentes de educación secundaria (75% fueron mujeres), que de forma voluntaria completaron una encuesta sobre educación en competencias emprendedoras. Según indica el informe al que accedió la diaria, los docentes encuestados, que representan a 109 centros educativos, trabajan en bachillerato y ciclo básico, tanto en instituciones públicas, privadas como en centros de educación no formal. Los 19 departamentos fueron cubiertos con al menos un docente que completó la encuesta. En suma, en esta instancia se buscó entender cómo veían ellos el tema de enseñar por competencias, cómo podría trabajarse con las competencias emprendedoras y cuáles eran las que consideraban como prioritarias para llevar al aula.

A este respecto, el relevamiento encontró que, dentro del universo amplio de competencias identificado dentro de la literatura específica, para los docentes las competencias más importantes son comunicación (48), trabajo en equipo (44) y pensamiento crítico (38). Por su parte, resiliencia (6), proactividad (10) y liderazgo (10) fueron las competencias que se entendieron como menos relevantes a la hora de trabajar con los estudiantes en el salón de clase. Asimismo, del relevamiento se desprende que los docentes necesitan más apoyos para trabajar y planificar las competencias a desarrollar con relación a los contenidos que deben enseñar, y que no trabajan con todas las competencias que tienen por objetivo debido a la ausencia de tiempo o la falta de herramientas para poder hacerlo.

Recogiendo lo anterior, el proyecto incluyó la elaboración de un kit de herramientas para contribuir a facilitar la planificación docente. Este kit fue el resultado de la consideración conjunta de lo que sugiere la literatura y del relevamiento que se llevó a cabo sobre las herramientas ya existentes dentro del ecosistema emprendedor, a pesar de que su enfoque no era directamente extrapolable hacia la problemática en cuestión y a la población objetivo a la que apuntaba este proyecto de educación de la Agencia Nacional de Desarrollo (ANDE).

Sobre esto, Messina indicó que “en realidad nuestro ecosistema emprendedor no está basado fundamentalmente en la persona, sino en el proyecto emprendedor”. El problema es que, “cuando hablamos de competencias, sí estamos enfocados en la persona emprendedora. Entonces, si bien se tomaron herramientas de ahí, porque se entendió que podían ser aplicables a los adolescentes, es muy poco lo que hay dentro del ecosistema emprendedor que se pueda aplicar directamente; es casi nada de hecho”.

No obstante, destacó que por fuera de este ecosistema hay experiencias interesantes en nuestro país a cargo de varias instituciones. En particular, destacó que en Colonia y San José se utiliza un juego de mesa chileno y también uno mexicano, orientados a trabajar y fomentar estas temáticas. Lo demás son más bien adaptaciones de herramientas que se aplican a edades adultas y que podrían aplicarse a adolescentes. “Faltan herramientas pensadas para la población joven, así que hay mucha cosa para trabajar y sistematizar, aprovechando las experiencias implementadas en otros países”. Todo esto fue discutido y presentado en un taller presencial que tuvo lugar a fines de setiembre.

Iniciativas paralelas

Consultada por el vínculo entre esta iniciativa y la materia Emprendedurismo que recientemente entró en escena, Messina recordó que este proyecto tuvo lugar antes de que llegara esa materia. Y al respecto indicó que, en su visión, “estaban dadas las condiciones en el país para que se viniera algo así, porque se estaba trabajando por competencias, porque hay muchas de estas competencias emprendedoras asociadas a lo que plantea la transformación educativa y porque además han pasado otras cosas que van en esa misma dirección”.

En particular, contó que nuestro ecosistema emprendedor participó recientemente en un proceso de evaluación de ecosistemas de ciudades latinoamericanas que encontró que su mayor debilidad estaba en la educación emprendedora en edades tempranas. En definitiva, “luego de que se inició Fomento [iniciativa financiada por ANDE para fortalecer la cultura emprendedora uruguaya], han sucedido otras cosas en paralelo que apuntan hacia ese mismo lugar”.

En ese sentido, actualmente se encuentran trabajando en otras iniciativas vinculadas, que corren en paralelo a este proyecto de sistematización de competencias en educación media. Una de ellas involucra la capacitación a profesores de liceos rurales en el marco de un acuerdo entre la ANDE y la Administración Nacional de Educación Pública –que se hace a través de la fundación Desem–, y también una capacitación concreta asociada a la materia Emprendedurismo. Con relación a esto último, Messina subrayó que la materia está siendo muy elegida por los estudiantes: “Es la segunda más elegida dentro de las opcionales que tienen, así que va a haber muchísimos estudiantes el año que viene cursando esto en lo que es ahora cuarto año de liceo”.

Desafíos y proyectos pendientes

Hacia adelante, son múltiples las áreas de trabajo que se abren a partir de la consideración conjunta de todos estos temas, explicó Messina. Por un lado, “está la necesidad asociada a continuar trabajando sobre la debilidad que se identificó en el proceso de evaluación de los ecosistemas latinoamericanos, en torno a la formación emprendedora en nuestro país, y en especial en edades tempranas”.

Luego emergen los desafíos inherentes a la implementación de la materia Emprendedurismo, que supone un reto significativo en el país. “Dado que muchos estudiantes la eligieron, existe una demanda para el sistema público en torno a la formación de docentes y también para la educación privada, que se enfrenta a esa realidad asociada a la falta de docentes con formación específica en estos temas. Es bastante fuerte el desafío que se viene” en ese frente, complementó. “Indudablemente, la educación, y en particular la educación pública, siempre tiene demandas y siempre enfrenta necesidades. Y una de las cosas que se discutieron en el marco de la capacitación para esta materia era qué necesidades tenemos en las instituciones y cómo atenderlas”.

Inquietud emprendedora y espíritu formativo

María Messina es especialista en educación por competencias y emprendimiento, y participó en la creación del Centro de Emprendedurismo de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República, institución que dirigió y coordinó durante más de una década. Fue trabajando allí que notó la necesidad e importancia de comenzar a abordar esta temática desde antes en la vida, cuando las personas son más jóvenes y no han ingresado aún a cursar estudios terciarios. Actualmente, forma parte de la mesa de Edades Tempranas, que funciona desde marzo de 2022 a instancias del Comité Ejecutivo del ecosistema emprendedor.

“Mi inquietud [por estos temas] viene de notar, desde mi experiencia académica y de trabajar con población adulta en temas de emprendimiento, que faltaba algo. Es muy difícil empezar a hablar de emprendimiento si nunca has visto nada de eso previamente. La inquietud era esa, ver qué se podía hacer cuando son más jóvenes y tratar de promover una población joven más activa, que esté atenta a las demandas y necesidades que vayan surgiendo para generar soluciones –que no necesariamente son negocios–. Por el contrario, son cosas muy vinculadas a las necesidades que tenemos como sociedad. Desde ese lugar es de donde están paradas estas iniciativas”.