El dato

El Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) decidió ajustar nuevamente al alza el déficit fiscal del Gobierno Central y el Banco de Previsión Social (GC-BPS) previsto para este año, que ahora se espera sea de 3,0% del PIB. En junio de 2023, en el marco de la Rendición de Cuentas, el MEF había ampliado el déficit proyectado en 0,4% del PIB, y el pasado 21 de febrero se anunció que las cuentas públicas sufrirán un deterioro adicional de 0,3% del PIB. En total, la proyección de déficit fiscal del GC-BPS aumentó 0,7% del PIB en poco más de medio año, el equivalente a 500 millones de dólares. Adicionalmente, se anunció un nuevo corrimiento de la meta del resultado fiscal estructural para 2024. También se constató un aumento de la deuda neta sobre el producto en 2023, reflejo del deterioro fiscal.

¿Qué mide el resultado fiscal del GC-BPS?

El resultado fiscal del GC-BPS, como su nombre lo explicita, refleja el saldo entre ingresos y egresos, incluyendo el pago de intereses, del GC y el BPS.

Quedan por fuera de esta medición los resultados de las empresas públicas, las intendencias y el Banco de Seguros del Estado (BSE), que integran junto al GC y el BPS el llamado Sector Público No Monetario. También se excluye al Banco Central del Uruguay, cuyos números se recogen en el denominado resultado fiscal del Sector Público Consolidado.

El MEF, en este caso, pone la lupa sobre el resultado fiscal del GC-BPS. Más allá de esto, es relevante mirar todo el sector público y la deuda pública que deviene de ello. Adicionalmente, para depurar este resultado de ciertas distorsiones coyunturales, se suele presentar el “resultado fiscal sin cincuentones”, esto es, obviando el efecto fiscal que trajo consigo la Ley 19.590.

¿Cómo ha evolucionado?

Luego del deterioro esperable que se produjo durante la pandemia, el déficit del GC-BPS experimentó una pronunciada reducción hasta alcanzar un mínimo de 2,4% en setiembre de 2022. A partir de allí, comenzó a procesarse un deterioro sistemático y el déficit aumentó a 4,1% del PIB en octubre del año pasado1. En los meses de noviembre y diciembre se produjo una mejora del déficit de 0,8 pp del PIB, cerrando el año en 3,3% del PIB. Esta mejora se dio a pesar de que los ingresos cayeron 0,4% del PIB, pero los gastos cayeron aún más, 1,2% del PIB con relación a octubre de 2023.

En el medio se sucedieron un conjunto de correcciones a las proyecciones fiscales para 2024 que fueron dando cuenta de este deterioro. Hasta junio de 2023 se proyectaba un déficit de 2,3% del PIB para 2024. En la Rendición de Cuentas que entró el 30 de junio pasado al Parlamento, esta proyección se ajustó al alza a 2,7% del PIB, y el pasado 21 de febrero se volvió a aumentar a 3,0% del PIB. Se trata de unos 500 millones de dólares más de déficit que lo previsto poco más de medio año atrás.

¿Qué implicancias tiene sobre la regla fiscal?

Antes que nada, conviene distinguir entre una proyección y una meta. La proyección es algo que es deseable que se pueda ir ajustando conforme se conocen nuevos datos económicos. No es un objetivo, sino el escenario más probable con la información que se tiene. La meta, en cambio, se fija a priori y debe ser consistente con el objetivo que se fije, por ejemplo, estabilizar el ratio de deuda pública sobre el producto, que es un elemento clave para la sostenibilidad de las cuentas públicas en el mediano y largo plazo.

Este objetivo –más allá de los esfuerzos necesarios para ello– podrá cumplirse o no, en cuyo caso la autoridad económica deberá explicar por qué no se hizo. Lo que no debería hacerse, claro está, es cambiar la meta a mitad del camino.

El MEF, a través de la denominada “Nueva Institucionalidad Fiscal”, estableció tres metas: 1) un objetivo con relación al resultado fiscal estructural (ajustado por el ciclo económico y factores excepcionales), 2) un tope de gasto y 3) un límite al endeudamiento.

¿Cómo le fue al MEF en estos rubros en 2023?

El primer pilar corresponde al resultado estructural: “lo que hay que mirar” según la ministra. Las estimaciones realizadas por el MEF indican que 2023 cerró con un déficit estructural de -2,7% del PIB. En este caso, la meta fijada por el MEF para ese año se incrementó a mitad de 2023: pasó de -2,3% del PIB a -2,7% del PIB. De nuevo, lo dicho anteriormente, lo que puede y debe actualizarse periódicamente son las proyecciones. No así las metas, las cuales deberían quedar fijas al menos durante el período en el que se está evaluando su cumplimiento. Para este año, la meta del resultado estructural se amplió en 0,6% del PIB desde junio de 2023.

El segundo pilar responde al tope de gasto primario, excluido el pago de intereses, que debe aumentar por debajo del crecimiento del “PIB potencial” de la economía, estimado en 2,1% anual para el año pasado. El gasto del GC-BPS cayó 0,4% en términos reales en 2023, cifra menor al crecimiento estimado para el PIB potencial. Esto se debió, en buena medida, a la desaparición de gastos asociados al covid-19. Un problema que tiene el cumplimiento de este tope es que existe un conjunto de obras que el gobierno ha llevado a cabo pero cuyo gasto queda “fuera del perímetro fiscal” y, por lo tanto, no se computa para el tope del gasto de la regla. Se trata de obras canalizadas mediante fideicomisos e iniciativas como los CREMAF.

Por último, se encuentra el tope de endeudamiento, que también se amplió el año pasado (30%), solicitado a partir de la emergencia hídrica. El endeudamiento neto refleja el deterioro fiscal registrado, en tanto 2023 culminó con un nivel de deuda 1,3% del PIB superior al previsto en junio de 2023, aproximadamente 1.000 millones de dólares más de lo previsto entonces, aumento que trasciende ampliamente los gastos asociados a la emergencia hídrica.


  1. El déficit observado se ajustó levemente al alza por el menor PIB proyectado para el cuarto trimestre de 2023.