Primero de liceo es un año difícil, en particular para cursar matemática. Los adolescentes recién están conociendo la dinámica de la educación media y muchos ya tienen el prejuicio de que matemática, en particular, es difícil. Nicolás Marone, profesor de matemática en cuatro grupos de primero del liceo 55, sabe de esta dificultad y, tras varios años de dar clase, se dio cuenta de que sus estudiantes, y él mismo, se aburrían.

A la primera herramienta a la que acudió para hacer sus clases diferentes fueron las plataformas del Plan Ceibal, en particular Crea 2, en la cual sube una serie de actividades que sus estudiantes realizan en clase y en sus casas. Hizo varios cursos sobre las plataformas y las fue incorporando a su clase, pero, según contó a la diaria, sentía que no podía seguir dando clases “como hace 100 años”. A sus estudiantes de ese año les hizo una encuesta sobre qué les interesaba o de qué les gustaría hablar en clase, y el resultado fue una larga lista que incluía baile, música, fútbol, básquetbol, danza y canto. De ahí surgió la idea de enseñar matemática a través de la ciencia, el arte o el deporte. “Pensaba que tenía que hacer algo, teniendo en cuenta las reglas del juego de Secundaria, el programa, y que no podía desorganizar la vida del liceo”, contó Marone. Así surgió No más peces trepando árboles, un proyecto que empezó a implementar en 2017.

Clase a clase, el docente presenta a los estudiantes propuestas sobre alguno de los tres temas que sirven como eje: el arte, los deportes y la ciencia. A veces las dinámicas surgen a partir de noticias del momento (el Mundial parece ser un período ideal para introducir temas como geometría o estadística, cuenta), pero intenta presentar temas que involucren a los tres ejes. “La otra vez fue sobre acuarelas, porque todos jugamos alguna vez con acuarelas, y llegamos a que es muy importante el tema de las proporciones, y ahí pude dar el tema de fracciones equivalentes. En deporte, por ejemplo, con el surf, a raíz de las distintas tablas de surf hablamos de las formas geométricas y me centré en triángulos. En el momento de las finales del básquetbol tomamos los resultados de los partidos y jugamos con divisores comunes, y terminamos repasando la tabla del tres sin necesidad de nombrarla, preguntando cuánto hubiera salido el partido si sólo hubiera habido triples. En ciencia, a raíz de la visita de un bioquímico que explicó su trabajo con virus, estudiamos escalas”.

Así, clase a clase presenta un tema distinto. Los ejemplos pueden ser muchos y diversos: “El arte, la ciencia y el deporte son como imanes para atraerlos, y ahí está mi trabajo de empujarlos un poco más y descubrir qué concepto matemático se esconde detrás de ese tema”.

Premiado

La propuesta de Marone obtuvo el segundo premio en la categoría Innovación educativa para educación media, después del liceo de Tala (“es como perder la final con Brasil”, asegura emocionado). Si bien la dirección del liceo le abrió las puertas para implementar su proyecto, para el docente el premio fue “un mimo, que da ganas de seguir”.

Este año se sumaron las docentes de Educación Física, con quienes trabaja en duplas, y espera que el proyecto pueda cruzarse con otras materias para mejorarlo.

Las visitas

Además, una vez por mes Marone invita a una persona vinculada con el mundo del arte, la ciencia o el deporte a su clase, para tener otros acercamientos a esos temas. “Ahí me puse en el lugar del alumno: que yo me pusiera a hablar de arte, de ciencia o de deporte no me resultaría atractivo para nada, porque era más de lo mismo, el profesor diciendo...”. A través de las redes sociales, el profesor invita a distintos personajes. Han ido actores, músicos, jugadores de fútbol, bioquímicos, sociólogos, periodistas; el año pasado logró invitar a unas 30 personas para sus cuatro grupos de primer año.

Para el día de la visita los estudiantes tienen que buscar información sobre la persona, tienen que preparar preguntas y, durante el encuentro, sacar apuntes, porque después tendrán que hacer un informe sobre la entrevista, con su opinión sobre lo conversado. Las charlas, asegura Marone, “van más por el lado humano”. Con los jugadores de fútbol, por ejemplo, algunos de los temas que surgieron fueron “qué es lo que tuvo que vivir para jugar en primera, qué es jugar en primera, que no todos son Luis Suárez, que no todos en los vestuarios tienen agua caliente”. Un tema que aparece en todas las entrevistas es en qué momento la persona definió su vocación, y si su familia lo apoyó. “Que venga un científico y les diga que cuando quiso estudiar ciencia le decían que estaba loco, cobra un valor importante para los chiquilines, que están preocupados por si las familias los apoyaron; que venga un actor, un músico, a hablar del Uruguay real... Es la posibilidad de hablar con un profesional, un científico, un deportista o un artista, que quizá no tengan tantas veces”.

La evaluación

El proyecto también incluye una propuesta distinta para los escritos. En su caso, son trabajos domiciliarios que se entregan el día que la clase recibe una visita. En el escrito tienen que presentar la información recabada sobre la persona que irá a la entrevista y, en una segunda parte, tienen que presentar los temas matemáticos que trabajaron en clase. “Tienen que buscar información sobre el invitado y organizarla, tienen que leer el cuaderno, buscar material y profundizar un poco más, y no hay excusas para el que no lo entrega”, explica. “Estoy convencido de que si yo le enseño a estudiar, le enseño a leer, le enseño a expresarse, ese gurí va a poder aprender lo que tenga que aprender”, asegura.

Otros trabajos domiciliarios exploran otros formatos. Bajo determinadas pautas, el profesor les propone que presenten un tema matemático con fotos, dibujos, animaciones o cuentos. Así, unas alumnas le presentaron un cuento sobre el 2, un pato que sufría por ser el único número primo par, o un corto animado sobre los números primos.

De todas formas, sobre fin de año Marone sí pone escritos presenciales, para preparar a los estudiantes para el momento del examen y para un “segundo año tradicional”.

Desde que comenzó a aplicar su proyecto, en los porcentajes de aprobación de sus alumnos notó “una leve mejoría”, pero más allá de esa diferencia, que “no rompe los ojos”, para el profesor el proyecto genera que los estudiantes “tengan ganas de estar en clase”. Marone asegura que el cambio de dinámica “permite conocer al alumno desde diferentes sensibilidades” pero, sobre todo, destaca que más allá de las reglas, que también existen en su clase, “me permito divertirme con ellos”.

La tecnología

Para el trabajo de No más peces trepando árboles es fundamental que los estudiantes tengan una computadora o un celular durante la clase, de forma que puedan acceder a las plataformas educativas de Plan Ceibal, donde sube todos los ejercicios. “Desde donde pienso la clase, la computadora, el celular o la tablet y el cuaderno son lo mismo, es un instrumento más, que debería tener el mismo nivel de importancia que un compás”, explica el docente, que asegura que si no tuviera las plataformas no tendría tiempo de corregir la cantidad de ejercicios que hacen los estudiantes. “La computadora da mucho más tiempo para pensar con ellos, porque no perdemos tiempo copiando el pizarrón; es prender la computadora y explicar la dinámica”, asegura.

Para poder usar las computadoras tuvo con conseguir zapatillas para conectar los cargadores de baterías. Usualmente le lleva entre dos y tres meses generar el hábito en los estudiantes de que efectivamente la lleven. Para los casos en que la computadora está rota o alguno no la lleva, entra a jugar el celular, ya que todas las actividades que propone Marone se pueden hacer desde los teléfonos con internet.

“Después que generás el hábito, generalmente te reclaman trabajar más con la computadora. Lo bueno de la máquina es que cada uno va a su ritmo: Crea 2 funciona como una secuencia de trabajos, entonces si hay cuatro ejercicios, tengo que hacer el uno y una vez que lo apruebe me deja hacer el dos, y así... Eso me permite un seguimiento, me llega la información al correo, y la nota va de ahí a la libreta”, explica el profesor. Para pasar de ejercicio tienen que resolverlo con un mínimo de 6, en la escala del 1 al 12, y Marone cuenta que hay estudiantes que hacen una actividad hasta seis veces, “a veces sólo para sacar el 6, a veces para sacarse 12”.

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