Hasta el 17 de octubre está abierta la séptima convocatoria de Un Minuto, Un Derecho, concurso anual de cortometrajes convocado por el festival Tenemos que ver (TQV). A partir de esta iniciativa, desde TQV buscan promover la participación de niñas, niños y adolescentes en “la generación de contenidos que denuncien la vulneración o exijan la defensa de un derecho, aportando así a la construcción de una sociedad comprometida con los derechos humanos”.

Francesca Cassariego, directora, productora y cofundadora de TQV, señaló en diálogo con la diaria que la propuesta surge con la idea de poner el tema de los derechos humanos en las aulas y, de esa manera, “estimular a que se reflexione y se trabaje con el lenguaje audiovisual como mecanismo de poner en escena la voz de los niños, niñas y adolescentes”. “Se trata de buscar que ellos sean los que propongan cuáles son las temáticas que quieren abordar a través de los cortos y que en un minuto nos cuenten algo sobre la visión de ellos sobre los derechos humanos”, detalló.

Los temas más abordados en ediciones anteriores del concurso tienen que ver con el día a día en la clase. Como tema recurrente está la violencia entre pares, como el bullying. “Eso es interesante, porque lo que busca esta convocatoria es promover ese debate. Para construir una pieza audiovisual siempre tiene que haber una conversación sobre qué es lo que vamos a poner, cómo nos sentimos en relación a esto y demás”, dijo Cassariego.

La cofundadora de TQV dijo que en el cierre de la convocatoria se seleccionan algunos cortos para hacer una función en la que se invita a su proyección: “Vienen educadores con sus estudiantes y en esta actividad se promueve un diálogo sobre la experiencia: cómo fueron eligiendo el tema, cómo surgieron las ideas, se conversa sobre los diferentes lenguajes utilizados”.

En el concurso hay dos categorías y, a su vez, una de ellas tiene tres subcategorías: una para niños y niñas (de entre ocho y 11 años), adolescentes (de 12 a 15) y para jóvenes (de 16 a 21 años). La categoría Cine es para quienes estudian audiovisual –o, al menos, tienen definido hacerlo–. “Está abierto a todo el sistema educativo”, dijo Cassariego sobre el certamen, y recordó que, dada la demanda, en las últimas ediciones decidieron abrir la cancha. “En una primera instancia era para primaria, ciclo básico y bachillerato, es decir, la educación más formal. La idea de esto era abrir un poco más la cancha para que todos se sientan incluidos para participar”.

Desde lo lúdico

Para Cassariego, hoy en día lo audiovisual es mucho más accesible para los adolescentes por las facilidades que, por ejemplo, un celular puede dar, tanto desde lo filmográfico como en la edición. “Están constantemente generando productos audiovisuales”, celebró. La devolución que se da desde TQV “siempre es con mucho entusiasmo”, porque los participantes realizan las piezas con “mucha alegría”, a pesar de que “los temas que se tratan no son felices”. “Eso es lo que nos parece más interesante, lograr eso desde lo lúdico”, añadió.

Aunque es el caso de la mayoría, quienes participan no necesariamente son profesores vinculados a lo audiovisual. “Los que más se prenden tienen un perfil más hacia lo audiovisual. Hay profesores que se presentan año a año, ya lo tienen en su currícula, es decir, parte de su actividad es hacer un corto. Y como los gurises cambian año a año, es el docente el que se repite, pero las propuestas son bien distintas y eso está buenísimo”.

A tener en cuenta

El jurado estará integrado por profesionales vinculados al cine y a los derechos humanos que cuentan con experiencia en educación. Según se consigna en las bases, se realizará una preselección de cinco obras por categoría (criterio que puede ser modificado por el jurado), que serán anunciadas en la ceremonia de apertura de la décima edición de TQV, que se llevará a cabo el viernes 29 de octubre en la sala Zitarrosa.

Durante la semana del festival se llevará a cabo una proyección exclusiva de todos los preseleccionados del concurso, en la que se les entregará un certificado y “se compartirá un espacio para el intercambio de la experiencia”, mientras que los cortos pueden ser incluidos en la programación de TQV. Por su parte, los premios de cada categoría serán entregados el 5 de noviembre en la sala Zitarrosa. Los ganadores de cada categoría recibirán una cámara fotográfica para que pueda usarse en una institución educativa seleccionada por el grupo ganador.