Más colectivos docentes se siguen pronunciando sobre los cambios curriculares propuestos por la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP). Ahora fue el turno de la Asociación de Educadores de Química, que emitió una carta pública en la que manifestó “su honda preocupación por el notorio e inexplicable debilitamiento de la formación en ciencias en general, y en Química en particular”.

Según fundamentan, ello se aprecia a través de “la disminución de la carga horaria” que se dedica a esa disciplina, tanto en los cambios que ya se ejecutan a nivel de la Educación Básica Integrada (EBI) como en la propuesta de ANEP para Bachillerato. Al respecto, explican que en el anterior primero, segundo y tercero de liceo había dos cursos obligatorios y anuales de Ciencias Físicas de tres horas semanales y tres horas de Química en tercero. Sin embargo, en séptimo, octavo y noveno de la EBI se pasó a un taller optativo de dos horas en un semestre en octavo y uno de Química de tres horas en noveno. “En resumen, se ha pasado de un total de nueve horas semanales obligatorias al equivalente a cuatro horas semanales, y de ellas sólo tres horas obligatorias” en esos tres años.

Sobre la propuesta para Bachillerato de Secundaria, apuntan que en el plan actual Química tiene tres horas en el primer año -común a todos a los estudiantes-, cuatro horas (tres teóricas y una práctica) en el segundo año de las opciones Científica y Biológica, además de seis horas (cuatro teóricas y dos prácticas) en las opciones Físico-Matemática, Ciencias Biológicas y Ciencias Agrarias. Según lamentan, en la propuesta de la Transformación Educativa, en el segundo año de bachillerato Química pasa a ser disciplina perteneciente al “Trayecto de profundización elegible”, sin carga horaria ni modalidad de dictado definida. En ese sentido, advierten que es necesario estipular horas de práctico con subdivisión por subgrupos, algo que se explica por la infraestructura de laboratorios con la que se cuenta: “es imposible gestionar aprendizajes en un laboratorio con 30 o más estudiantes”, plantean.

En particular, los profesores hacen notar que la opción de Ciencia y Tecnología propuesta sería la equivalente a la actual orientación Físico-Matemática y, por lo tanto, “el camino a recorrer por aquellos estudiantes que deseen realizar estudios terciarios asociados a las Facultades de Ciencias, Química e Ingeniería, todas ellas con una clara necesidad de formación en Química”. Según advierten, “la carencia de formación en Química pondrá en claro cuestionamiento la posibilidad de logros exitosos” de estos egresados en esas carreras universitarias y en otras terciarias.

La asociación también se pronuncia sobre los cambios propuestos para los bachilleratos tecnológicos en UTU, donde se registrará una disminución de las orientaciones de salida. Según advierten, dicha “disminución de la oferta educativa también conspira contra la especificidad de los programas de Química”. Al respecto, recuerdan que desde 1997 se comenzó a implementar “una política de confección de programas de Química aplicada, con programas hechos específicamente para las necesidades de cada orientación”. El colectivo docente lamenta que “la actual propuesta conspira contra esta visión”, que es “sumamente valorada por los docentes, los estudiantes y los representantes de los espacios profesionalizantes de cada bachillerato”. En suma, se refieren a la unificación de los bachilleratos de Química Industrial y el de Ciencias, que implica que la formación del primero se vea “resentida”, ya que, por ejemplo, en el primer año común desaparece “una asignatura clave como Seguridad y Operaciones de Laboratorio”, que cuenta con seis horas de trabajo práctico.

La Asociación de Educadores de Química advierte que la propuesta de la ANEP fue elaborada sin participación de docentes referentes en la materia y en su didáctica. En suma, fundamentan la relevancia de la disciplina tanto a nivel teórico como práctico y manifiestan que a través de su enseñanza “se aspira a que los niños y los jóvenes no solamente adquieran conocimientos y competencias propios” de la materia, sino también incorporen una cultura científica que les permita tomar decisiones en ese plano y en otras áreas de la vida cotidiana.