Los números divulgados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a fines de 2023 indican que hay 9,6% de mujeres desempleadas, mientras que 7,2% de los hombres se encuentran en esa situación, y el desempleo en general se ubica en 8,3%. Estos números parecen ser mejores que los registrados en 2020 y 2021, años en los que hubo 12,4% y 11% de mujeres desempleadas, respectivamente, mientras que el porcentaje entre los hombres fue de 8,6% y 7,1%.

Las tasas de actividad y empleo también presentan diferencias importantes. En tanto la tasa de actividad en hombres es de 72,4%, en mujeres es de 55,8%. Por su parte, el empleo en hombres es de 67,2% y en mujeres 50,4%.

Los números fueron analizados y procesados por el Instituto Cuesta Duarte del PIT-CNT en un informe sobre el mercado de trabajo. El documento indica que, evidentemente, las tasas de actividad masculina y femenina “presentan un diferencial importante en favor de los hombres, que configura un rasgo estructural del mercado laboral”.

En diálogo con la diaria, Bruno Giometti, economista e integrante del instituto, dijo que, tal como indica el informe, el fenómeno tiene características estructurales que tienen que ver con el hecho de que las tareas de cuidado y del hogar recaen sobre las mujeres, lo que hace que una menor proporción de mujeres forme parte de la “población económicamente activa que está integrada al mercado de trabajo” y, por lo tanto, queden por fuera.

Estructural. Esta fue la palabra que también usó Soledad Salvador, economista, representante de ONU Mujeres e investigadora del Área Desarrollo y Género del Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo en Uruguay, al ser consultada por la diaria sobre este fenómeno.

Tal como dijo Giometti, la economista también atribuyó el mayor desempleo a las dificultades que atraviesan las mujeres para insertarse laboralmente, y agregó que hay más obstáculos cuando son mujeres con menor nivel educativo y pertenecientes a sectores más vulnerados. “No es sólo un problema de trabajo, sino de vivienda con niños chicos, y problemas de violencia intrafamiliar que hacen que las mujeres no salgan al mercado laboral porque no las dejan o porque no se puede”, consideró.

Salvador dijo que Uruguay se destaca en la región por tener una mayor feminización de la pobreza. Esto ocurre porque el país “ha logrado reducir los niveles de pobreza en general”, pero donde no tuvo éxito es en los hogares “con mujeres jóvenes a cargo”, que muchas veces tienen hijas e hijos pequeños, y “se mantienen en ese circuito que las mantiene pobres, con baja formación y, como no ingresan al mercado laboral, los empleos que se les ofrecen son precarios, mal pagos o no los pueden cumplir”.

Trabajo no remunerado y su importancia

Se le llama trabajo no remunerado al conjunto de tareas domésticas y de cuidado que, como aseguraron las fuentes consultadas, es uno de los principales factores que inciden en que las mujeres sean las más desempleadas. Aunque desde un punto de vista estadístico “las personas que hacen tareas del hogar no forman parte de la población activa más allá de que desarrollan una tarea que desde el punto de vista social tiene un valor”, desde el punto de vista del mercado “no lo tiene”, y por eso se genera disparidad, señaló Giometti.

A pesar de que no forme parte del mercado, sí representa 23,8% de los aportes al producto interno bruto (PIB) del país, según datos de la Encuesta Continua de Hogares y del Banco Central del Uruguay, y en realidad es el sector que más aporta a la economía; le sigue el rubro de “Comercio, alojamiento y suministro de comidas y bebidas”, que representa 15,6% de los aportes.

La representante de ONU Mujeres aseguró que el trabajo no remunerado, que abarca tareas como limpiar, cocinar o hacerse cargo del cuidado de niñas, niños, adolescentes y otras personas dependientes, es el “iceberg de la economía” y no se contabiliza en el Sistema de Cuentas Nacionales. “Esto es lo que está en la base, porque la sostenibilidad humana pasa por los cuidados y todo lo relacionado a eso que es el sostén; después, las personas sí van al mercado [laboral]”. “Si no funciona todo lo otro, la economía tampoco lo hace porque precisa de todo eso para funcionar”, apuntó Salvador.

El año pasado se presentó la tercera edición de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado, que se hizo entre noviembre de 2021 y mayo de 2022, coordinada por el Instituto Nacional de las Mujeres y el INE. El trabajo arrojó que las mujeres dedican 14 horas más semanalmente al trabajo no remunerado que los hombres, mientras que dedican ocho horas menos al trabajo remunerado que los hombres.

Salvador explicó que el perjuicio de eso es que “el sistema económico afecta a este trabajo [el no remunerado]”, ya que si un empleador pide más flexibilidad horaria a la hora de contratar, la mujer “va a tener menos tiempo para cuidar”, por lo que “si una mamá para poder insertarse al mercado laboral tiene que tener una disponibilidad de diez horas, entre que va y viene, más las horas de descanso, va a tener menos tiempo para dedicar a los hijos”. Ahí hay que optar y ahí es “donde se empieza a complicar”, dice la experta.

Desempleo en mujeres y pobreza infantil

El desempleo y los cuidados son parte de un circuito en el cual, según la economista, una cosa afecta a la otra, y tiene consecuencias. Si los hijos están más tiempo solos y se generan situaciones en las que uno de ellos tiene que hacerse cargo de sus hermanos, por ejemplo, “el niño probablemente va a ir a la escuela cansado y no va a poder estudiar”. También puede pasar que “las gurisas no van al liceo porque tienen que cuidar a sus hermanos chicos”.

Por lo tanto, al ser un circuito, Salvador dijo que el desempleo y la inactividad laboral de las mujeres en edades productivas se relaciona directamente con la pobreza infantil. “Estamos hablando del mismo fenómeno mirado desde distintos lados, por eso hay que ponerle más la lupa”, expresó la economista.

Comentó que, a veces, se considera a la pobreza infantil como un problema de niñas y niños, pero en realidad es un problema de niñas y niños con madres que son jefas de hogares en los que no hay otro aportante de ingresos. “Cuando son más pobres es porque hay más niños o adolescentes”, afirmó, y señaló que si las madres tienen “mala o precaria inserción laboral, efectivamente eso genera la insuficiencia de ingresos” que profundiza la pobreza.

Datos de la Encuesta Continua de Hogares del INE sobre el primer semestre de 2023 muestran que la pobreza entre los menores de seis años es 11,6 veces mayor que la pobreza entre adultos mayores de más de 65 años.

Posibilidades de empleo y dificultades

La representante de ONU Mujeres dijo que si bien a veces las mujeres que no están en el mercado laboral participan en los programas de empleo que impulsan los ministerios de Trabajo y Seguridad Social y de Desarrollo Social (Mides), una vez que empiezan “les cuesta sostenerlo porque tienen dificultades que el mercado laboral no está dispuesto a tolerar”, como que se enferme un hijo, que se le inunde la casa, que no pueda cumplir con el horario o no pueda hacer jornadas extensas.

Salvador señaló que, para disminuir los índices de pobreza y desempleo en las mujeres, es necesario un Sistema de Cuidados que, al mismo tiempo, “genere empleo para mujeres en situación vulnerable, porque son las que a veces trabajan como cuidadoras de manera informal o mal pagas”, por lo que el sistema genera “condiciones buenas de empleabilidad para mujeres de esos sectores”.

Sin embargo, indicó que, más allá de eso, las mujeres “precisan tener un sostén para poder insertarse en otros empleos en el mercado laboral”. Dijo que una barrera puede ser la formación, ya que el sistema educativo uruguayo “tiene muy bajo el nivel de egreso y también de cumplimiento de los niveles básicos”. “Hay muchas mujeres que participan en los programas de empleabilidad del Mides y no llegan a tener ciclo básico seguro, iniciaron secundaria pero la dejaron o ni siquiera ingresaron”.

“Lo que no hay que olvidarse nunca es que hay que darle sostén a la persona en sí”, insistió. Relató que ONU Mujeres hizo un programa de empleo y cuidado con mujeres a la salida de la pandemia, y lo que se observó es que necesitan ayuda psicológica, porque “también tienen que validarse frente a su entorno”. Aclaró que no se trata únicamente de brindar contención en cuanto a las tareas vinculadas a la maternidad, sino que “hay muchas cosas en las que hay que ayudar” para lograr salir de la pobreza.

Se trata de tener una “mirada multisectorial” de estos problemas, apuntó, y afirmó que el desempleo va a seguir siendo más alto para las mujeres mientras el mercado laboral no se adecue a sus necesidades.