El año pasado, el sapo más famoso del país viajó al espacio y volvió con un montón de canciones. En este 2023 se anima a más: presenta La máquina del tiempo, una nueva aventura musical. Sobre eso y mucho más, entrevistamos al escritor y músico Roy Berocay, cantante de Ruperto Rocanrol.

Cuando eras niño, ¿qué querías ser de grande?

Yo admiro mucho cuando un niño me dice “Yo cuando sea grande voy a ser médico”, o lo que sea. Yo cuando era chico no tenía idea de lo que quería hacer. Mirá, un día estaba jugando en la vereda de casa y vino el camión de la basura, que no era como ahora, que tiene un brazo mecánico. Por entonces venía el camión y unos hombres bajaban corriendo, tiraban los tachos para arriba y el camión arrancaba, ellos corrían y se colgaban atrás con el camión en marcha. Yo me quedé mirando y dije “¡Pah! ¡Está buenísimo eso!”. “¡Ta! Si no soy ninguna otra cosa, cuando sea grande puedo ser basurero”, pensaba. Después, ya más grande se me pasó esa idea, obviamente. Y en la adolescencia quise ser músico.

De hecho, empecé antes con la música que con la literatura, en la época del liceo aprendí a tocar la guitarra, descubrí que podía componer canciones, escribir letras, etcétera. Me integré a una banda y después arranqué con la escritura. Pero digamos que mi primera vocación fue la de ser basurero.

De niño, ¿qué hacías para divertirte? ¿A qué jugabas?

Yo era re exótico de niño, jugaba al fútbol con mis amigos, a la escondida [risas]. Y jugábamos a una cosa que se llamaba Combate. Había una serie de televisión que era sobre la Segunda Guerra Mundial que se llamaba así, que mirábamos todos los niños. Era sobre soldados que estaban luchando contra los nazis. Y jugábamos a eso en la plaza frente a casa, a que éramos los protagonistas de esa serie y nos tiroteábamos con los nazis. Y discutíamos sobre quién había matado a quién. ¡Era muy educativo, como te darás cuenta! Pero salí bastante bien, no se me dio por andar a los tiros después igual.

En las canciones y en los libros aparecen los mismos personajes. ¿Cómo los inventás?

Cuando empiezo a contar una historia, yo generalmente arranco con un personaje. Ponele, una niña que quiere ser jugadora de fútbol, entonces le ponés un nombre y empezás, pero de pronto la niña sale a la vereda y se encuentra con alguien, entonces ya te apareció otro personaje. En mi caso yo voy inventando las situaciones a medida que escribo, es como lo que en música se llama improvisar, voy creando a medida que hago algo. Y de pronto aparece un personaje nuevo y te lleva la historia para otro lado y yo sigo a los personajes para ver a dónde van. Las canciones, que a veces son como cuentos de tres minutos, también giran en torno a algo: una vaca que vuela y hace caca sobre la gente, un pollo loco que organiza bailes en los gallineros, cosas así.

Todas tienen un personaje principal, pero surge de acuerdo a lo que vos querés contar también. O sea, el personaje aparece según la necesidad de la historia.

Hay una de Ernesto el Exterminador también…

Sí, es del disco Bastante Bardo, es una canción que tenía que ver un poco con ese personaje. Ernesto surgió una vez que un niño me contó que de noche, cuando apagaban la luz, el cuarto se le llenaba de monstruos. Era un niño que tenía unos serios problemas familiares y demás. Entonces yo le dije que cuando cerrara los ojos soñara, que se imaginara que él les ganaba a todos los monstruos, que tenía superpoderes. Así se me ocurrió la idea de un personaje que exterminaba a monstruos y seres malvados en los cuartos de los niños. Y ahí surgió el personaje de Ernesto, que obviamente tenía un asistente, y fueron apareciendo otros personajes.

Y obviamente tenía que haber un monstruo, el más malvado de todos: la tía Gladys.

Sí, la tía Gladys que se hacía la santita, pero era tremenda.

¿A qué edad te hiciste músico?

Yo crecí escuchando música. Estudié piano desde muy chico, porque mi tía era profesora de piano y tengo un tío que tocaba piano en una orquesta de jazz. Mi papá y mi mamá siempre estaban escuchando música, tenían cada uno su colección de discos. Entonces es natural que me gustara la música. Pero en la adolescencia, a los 15 años, cuando nos fuimos a vivir a Parque del Plata, conocí un grupo de amigos en los que había varios que tocaban la guitarra y cantaban. Me conseguí una guitarra, aprendí a tocar, armamos una banda y ahí decidí que lo que quería hacer con mi vida era ser músico. Lo de ser escritor vino después.

¿Qué instrumento sabés tocar y cuál es el que más te gusta?

Bueno, yo toco la guitarra. Ahora, si sé tocar o no es otra historia. Me esfuerzo bastante y dentro del rubro, digamos, de instrumentos con cuerdas, además de la guitarra toco algo el bajo, el banjo, el ukelele, cosas así. Y en la pandemia, que estuvimos encerrados meses, me bajé unos libros y videos y estuve estudiando piano. Así que por lo menos sé los acordes de piano. La armónica, por ejemplo, también me gusta. Básicamente son esos los que más o menos domino. Y cantar, porque la voz también es un instrumento.

¿Qué se siente salir a cantar en un escenario?

En lo previo estás un poco nervioso, porque no importa si ya hace como 30 o 40 años que lo hacés: siempre te da nervios pensar en si va a salir bien, si las cosas van a funcionar. Pero después, cuando salís al escenario, sobre todo cuando ves que hay gente, y están esperando o aplauden, te sentís bien. O sea, sentís que estás haciendo algo que realmente te gusta hacer. Y hay una cosa que tiene que ver con tocar en una banda: vos ahí pasás a ser parte de algo, no sos un individuo, sino que te fusionás con las otras personas que están tocando ahí para construir algo entre todos. Y esa es una sensación muy linda, está bueno.

¿Qué música escuchás durante el día y la noche?

Depende del día. Hay veces que escucho música todo el día y hay días que no escucho nada. Si estuve componiendo y luego ensayando, como hacemos ahora para el espectáculo de Ruperto Rocanrol y la Máquina del Tiempo, no me da ganas de ponerme a escuchar música, quiero descansar de la música. Pero cuando me pongo a escuchar depende del día; me gusta la música acústica, el folk, como por ejemplo Bob Dylan, Neil Young, cosas así, medio tranqui, y también otras más recientes, como Radiohead. Pero de niño, de adolescente, escuchaba mucho a los Beatles, a los Rolling Stones, Led Zeppelin, o sea, toda la música de mi generación, digamos.

¿Cuántos libros escribiste y cuál te divirtió más al escribirlo?

La cantidad exacta no la sé, porque hay libros que salieron en su momento pero después no se volvieron a editar. La última vez que conté eran como 45 o algo así. Y en cuanto a cuál me divirtió más, todos me divierten escribirlos, no tengo un libro favorito. Me gustan todos por igual.

¿Cuándo empezaste a escribir historias y cuentos?

Más o menos a mí me pasó todo en la adolescencia. A los 14 o 15 años fue como que algo en mi cabeza se abrió de golpe y empecé con el tema de la música, pero como siempre me gustó mucho leer desde niño, decidí que también quería ser escritor.

¿Cuál de tus canciones es tu favorita?

Me pasa lo mismo que con los libros. Yo toqué en una banda que se llamaba El Conde de Saint Germain como cuatro o cinco años, hace mucho tiempo, componía y tenía unas cuantas canciones; después toqué en una banda que se llamaba La Conjura como 13 años, y también era yo el que componía todas las canciones. Ahora con Ruperto Rocanrol llevamos 14 años, y tengo un proyecto solista también para el que he compuesto un montón de canciones. Entonces estamos hablando como de 300 canciones, más las que he hecho y no he vuelto a tocar. Me es muy difícil elegir una. Sí hay una canción que me pedían, que se llama “Pink Floyd”, que es como una especie de tributo a Pink Floyd. Y la sigo tocando todavía tanto tiempo después, así que diría que puede llegar a ser esa u otra canción que se llama “La plaza”, que es de la época de La Conjura. Y de Ruperto no sé, tengo un montón también, no puedo elegir una.

####¿Te gusta mucho leer?

Claro, yo siempre digo que si no fuera lector no sería escritor; es imposible ser escritor si no te gusta leer, es como alguien que quiere ser jugador de fútbol y no le gusta el fútbol, no tiene ningún sentido. Yo leía mucho de niño, libros de aventuras, muchos cómics de superhéroes. Al principio era medio fan de Batman, pero después fui fan de Spider-Man desde niño.

Cuando empezaron a hacer cómics más para público adulto, leer Batman si eras un niño era imposible.

No, lo que pasa es que yo lo leía cuando eran bastante recientes. Batman tenía unos años ya, pero Spider-Man era relativamente nuevo. Yo vivía en Estados Unidos, estuve cuatro años allá, y Spider-Man salía todas las semanas. Con mis compañeros sabíamos qué día salía, íbamos al kiosco y comprábamos la revista. Y después intercambiábamos y comentábamos lo que había pasado, nos llamábamos por teléfono. Como que éramos re fans de Spider-Man, así que siempre me quedó. Y es gracioso, porque tengo nietos chicos que son re fanáticos de Spider-Man. Es curioso cómo hay personajes que perduran tanto en el tiempo, ¿no? A mí me pasa un poco con el sapo Ruperto, que hay gente que me dice que lo leyó cuando era niño y ahora sus hijos lo leen, o se lo leen a sus hijos y así.

Bueno, el sapo Ruperto es genial…

Tiene un monumento, pero el problema es que cuando le hicieron el monumento se agrandó un poquito, y ahora medio que se la cree el sapo. No le costaba mucho igual, porque medio se cree que es un crack.

Qué: Ruperto Rocanrol – La máquina del tiempo Cuándo: Del lunes 17 al domingo 23 de julio a las 15.00 y a las 17.00 Dónde: En Sala Zitarrosa Si sos suscriptor/a de Gigantes o la diaria, tenés 2x1 en las entradas (cupos limitados)

Foto del artículo '¡Rupeeeerto!: entrevista con Roy Berocay'