Jorge Arbeleche. Yaugurú, 2023. 46 páginas, 400 pesos.

Es una pieza de relojería poética. Bien elegido el papel, el formato, los colores, la tipografía. Un objeto cuidado para un poemario que lo merece. Su autor, Jorge Arbeleche, cumplió el mes pasado 80 años. Es miembro de número de la Academia Nacional de Letras y recibió tantos premios que nombrarlos ocuparía toda la reseña. Los podemos resumir en ese Bartolomé Hidalgo a la trayectoria que fue, en 2015, una celebración de la poesía. Pero en Liturgia no hay solapa biográfica. Los poemas están ahí para que se defiendan solos. Y vaya si lo hacen.

Desde ese primer “Tránsito” en letanía: “Busqué mi casa./ No la encontré, llegué a mi calle / donde estaba mi casa, mi calle mi casa/ estaban donde antes buscara la calle con la casa/ la casa con un fuego de chispas encrespadas, el fuego”. Y podría seguir. El poema no termina aquí. El (buen) poema no termina nunca.

Decíamos en la reseña de otra gran obra de Arbeleche, Escrituras (la diaria, 16-11-2021), que hace una década que cada uno de sus libros se suele presentar como su “testamento poético”, pero que el poeta “se resiste al bronce”. Aquí ocurre lo mismo. Aunque la temática sombría de algunos textos, en especial el que cierra y da título al trabajo, suene a despedida. Sin embargo, el mismo poema se niega a sí mismo. “Dar el paso inicial sin recordar /el camino, el caminar y el caminante”, dice “Liturgia” en sus primeras líneas. Eso, poeta, es un comienzo y no un final.