“La espada de Damocles finalmente encontró una cabeza”1. Así tituló L’evenement Niger su reporte sobre el cuartelazo que en la noche del 26 de julio derrocó al presidente Mohamed Bazoum. El medio digital Wakat Sera, de Burkina Faso, lo situó como parte de lo que llama, con ácida ironía, “la primavera de los golpes de Estado en el África occidental”2, conectándolo con los que ya vivieron Mali (mayo/agosto de 2021), Guinea (setiembre de 2021) y la propia Burkina Faso (octubre de 2022).

L’evenement Niger se preguntó si este nuevo quiebre institucional implica el fin de la influencia francesa en el Sahel.

Para colmo, está el fantasma de la influencia rusa. El 28 de julio el Kremlin selló acuerdos de cooperación militar con 40 países africanos como cierre de la Cumbre Rusia-Áfria realizada en San Petersburgo.

No sólo por el carácter de aliado de París, y de Occidente en general, del destituido Mohamed Bazoum, sino por el lugar que ocupaba Níger en la estrategia militar de Francia en el Sahel una vez “perdido Mali”. Aquel golpe de 2021 en Mali profundizó la erosión de la incidencia francesa que había comenzado con un derrocamiento anterior, el de su aliado Ibrahim Boubakar Keita en agosto de 2020. Así, tras haber sido recibidos como héroes en 2013 por haber detenido una ofensiva yihadista en el norte de Mali, los soldados franceses debieron dejar el territorio maliense3.

Pero no todo es lineal. Rémi Carayol escribió en Le Monde diplomatique que si bien la llamada operación Barkhane, iniciada por Francia en 2014, acabó de manera oficial el 9 de noviembre de 2022, en realidad sólo parecía haber cambiado de domicilio. En marzo del presente año, “por más que no quede ningún soldado francés en Mali, Francia sigue teniendo cerca de 3.000 efectivos en Níger o en Chad, es decir, tantos como hace ocho años... París, que se niega a admitir una derrota, continúa en guerra en el Sahel contra un enemigo de contornos vagos, cómodamente calificado de ‘terrorista’. Una guerra de duración indefinida que sigue adelante en un marco legal impreciso (y nunca debatido por los parlamentarios), con modos de proceder opacos que Francia incluso busca extender a los países costeros del golfo de Guinea”4.

Además de su situación estratégica en el Sahel, cinturón de más de 5.000 kilómetros que atraviesa África desde Mauritania hasta Eritrea, Níger es el cuarto productor mundial de uranio[^5], lo que por mucho tiempo lo ha situado en un lugar clave para la matriz energética de Francia. El país africano, además, es rico en oro5 y petróleo6. Esto no es obstáculo para que sus habitantes sufran la pobreza: Níger está en el puesto 189 del índice de desarrollo humano de Naciones Unidas 2021-2022, en el que supera solamente a Chad y Sudán del Sur.

Rafael Trejo, periodista, Le Monde diplomatique, edición Uruguay.

  1. Teva Meyer, “El riesgo del uranio”, Le Monde diplomatique, edición Uruguay, junio de 2022.

  1. Sylvère Dossou, levenementniger.com, 27-7-2023. 

  2. France24, 27-7-2023. 

  3. Romain Mielcarek, “Inconfesable derrota francesa en el Sahel”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, abril de 2022. 

  4. “La France partie pour rester au Sahel”, marzo de 2023. 

  5. François Misser, “El avance sobre los parques africanos”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, marzo de 2021. 

  6. Rémi Carayol, “Pour tout l’or du Sahel”, Le Monde diplomatique, París, enero de 2020.