Preservados del paso del tiempo por la pátina salvadora de la ironía, estos dos textos breves de Alphonse Allais (“Los dos hydropathes”1 y “Un drama bien parisino”2) llegan al castellano traducidos por Francisco Álvez Francese.3 Es aquí, según Umberto Eco, que Allais parece invitar a la cooperación del lector “pero después lo castiga por haberse extralimitado”.

Los dos hydropathes

(Historia fumista en dos cuadros, de los cuales uno es el prólogo)

Prólogo

Era un sábado, en el café Coucou... Serían las nueve de la noche. Dos jóvenes, que se podían reconocer como hydropathes sin haber ejercido por mucho tiempo, terminaban un mazagran4 bien regado de coñac. Uno de ellos dijo: “Sería hora de ir a la reunión”, y, sacando de su bolsillo un disco de plata, golpeó la mesa de mármol con pequeños golpes. Debía ser una señal, porque Élise, que estaba sentada al lado, vino a recibir su moneda. El joven hombre, como buen hydropathe, dejó a la joven mujer una generosa propina, y los dos se levantaron.

El primero se calzó un sobretodo tipo Ulster y se cubrió con un pequeño sombrero gris de fieltro suave. El otro envolvió su personalidad en un amplio macferlán y remató el todo con un sombrero de copa.

Salieron por la calle de Vaugirard, giraron a la izquierda en el bulevar Michel. Cuando llegaron a la esquina de la calle Soufflot, el Ulster dijo:
—Tomemos la calle Soufflot, la plaza del Panteón, la calle Clovis, la calle Cardinal-Lemoine, es mucho más fácil.

El Macferlán, con voz firme, retrucó:
—Estás loco. Veamos: es infinitamente más razonable bajar por el bulevar Michel y tomar la calle des Écoles hasta la calle Jussieu.

La discusión duró unos instantes, amistosa pero animada.

—¿Sabés qué? —terminó el Ulster—: andá por tu calle des Écoles, que yo iré por la calle Clovis. Veremos quién llega primero.

Ambos, después de haber dado unos pasos cada uno en su dirección, volvieron al punto de partida, y el Macferlán con voz desconfiada:

—Nada de carruajes, eh.

—Qué bobo.

(Fin del prólogo)

Segundo cuadro

Unos ocho minutos después de los hechos que acabamos de relatar, dos coches de alquiler chocaron violentamente en la esquina de la calle Jussieu con la calle Cardinal-Lemoine. Uno bajaba del Panteón, el otro venía de la calle des Écoles.

De los dos carruajes surgieron bruscamente dos jóvenes de aspecto furibundo. El primero iba vestido con un largo Ulster y llevaba un pequeño sombrero gris de fieltro suave. El otro estaba envuelto en un macferlán suelto, él todo cubierto con un sombrero de copa.

Me acerqué a ver…

No eran ellos.

(Fin del segundo cuadro)

Un drama bien parisino

Capítulo primero

Donde se conoce a un Señor y una Dama que podrían haber sido tan felices, sin sus eternos malentendidos

Oh, ¡qué bien ha sabido elegir, el parroquiano!
Rabelais5

En la época en que comienza esta historia, Raoul y Marguerite (un bello nombre para los amores) estaban casados desde hacía cinco meses aproximadamente.

Matrimonio por amor, es claro.

Raoul, una bella tarde, escuchando a Marguerite cantar el bello romance del coronel Henry d'Erville:

El chubasco, querido por la rana
Perfuma el bosque rejuvenecido.
... El bosque, él es como Nini,
Huele bien cuando se enjabona.

Raoul, digo yo, se había jurado que la divina Marguerite (diva Margarita) no pertenecería jamás a otro hombre que a sí mismo.

El matrimonio podría haber sido el más feliz de todos los matrimonios, si no fuera por el pésimo carácter de los cónyuges.

Por un sí, por un no, ¡crac! Un plato roto, una cachetada, una patada en el culo.

Por esos ruidos Amor huía afligido, esperando, en la esquina del gran parque, la hora siempre cercana de la reconciliación.

Entonces, besos sin número, caricias sin fin, tiernas y bien informadas, ardores del infierno.

Se diría que estos dos cerdos se peleaban sólo para ofrecerse la ocasión de reconciliarse.

Capítulo II

Simple episodio que, sin vínculos directos con la acción, dará a la clientela una idea sobre la forma de vivir de nuestros héroes

Amour es amor en latín,
por lo que mort, la muerte, del amor proviene
y, antes que ella, preocupación que muerde,
duelo, llantos, trampas, crímenes, remordimiento
Blasón de amor6

Un día, sin embargo, la cosa fue más grave que de costumbre.

Una noche, más bien.

Habían ido al Théâtre d'Application, donde daban, entre otras piezas, L'infidèle, del señor De Porto-Riche.7

—Cuando hayas mirado lo suficiente a Grosclaude —le recriminó Raoul— me lo dirás.

—Y vos, vituperó Marguerite, cuando te sepas a la señorita Moreno de memoria, me pasás los impertinentes.

Inaugurada con este tono, la conversación sólo podía terminar con las más lamentables violencias recíprocas.

En el coche que los llevaba de regreso, Marguerite se dio el gusto de rasguear el amor propio de Raoul como a una vieja mandolina en desuso.

Así fue como, apenas llegados a su casa, los beligerantes tomaron sus posiciones respectivas.

La mano levantada, el ojo duro, el bigote como el de los gatos furibundos, Raoul caminó sobre Marguerite, que comenzó a perder la compostura.

La pobrecita huyó, furtiva y rápida, como hace la cierva en los grandes bosques.

Raoul la iba a atrapar.

Pero de pronto el relámpago genial de la suprema angustia fulguró el pequeño cerebro de Marguerite.

Volviéndose bruscamente, se lanzó a los brazos de Raoul, mientras gritaba:

—Te lo ruego, mi pequeño Raoul, ¡defiéndeme!

Capítulo III

Donde nuestros amigos se reconcilian como yo les deseo que se reconcilien seguido, ustedes que hacen sus travesuras

Hold your tongue, please!
Darwin8

Capítulo IV

Como se podrá constatar que la gente que se mete en lo que no le compete haría mejor en quedarse tranquila

¡Es una maravilla eso de que el mundo sse vuelve rossa después de un tiempo!
Palabras de mi conserje en la mañana del lunes pasado

Una mañana, Raoul recibió el mensaje siguiente:

Si quiere, una vez por casualidad, ver a su mujer de bello humor, vaya el jueves al baile de los Incoherentes, en el Moulin-Rouge. Ella estará allí, enmascarada y disfrazada de piragua congolesa. ¡A buen entendedor, pocas palabras!
UN AMIGO

La misma mañana, Marguerite recibe el mensaje siguiente:

Si quiere, una vez por casualidad, ver a su marido de bello humor, vaya el jueves al baile de los Incoherentes, en el Moulin-Rouge. Él estará allí, enmascarado y disfrazado de templario de fines de siglo. ¡A buena entendedora, pocas palabras!
UNA AMIGA

Las esquelas no cayeron en oídos sordos.

Disimulando admirablemente sus planes, cuando llegó el día fatal:

—Mi querida amiga —dijo Raoul con un aire de lo más inocente—, voy a tener que dejarla hasta mañana. Intereses de la más grande importancia me llaman en Dunkerque.

—Eso me viene bien —respondió Marguerite, deliciosamente cándida—, acabo de recibir un telegrama de mi tía Apsasie que, muy sufriente, me llama a su cabecera.

Capítulo V

Donde se ve a la loca juventud de hoy arremolinarse en los más quiméricos y pasajeros placeres, en lugar de soñar con la eternidad

Quisiera vivir por siempre:
¡La vida es tan bella!
Auguste Marin9

Los ecos de Le Diable boiteux han sido unánimes en proclamar que el baile de los Incoherentes revistió este año un brillo desacostumbrado.

Muchos hombros y no pocas piernas, sin contar los accesorios.

Dos asistentes parecían no formar parte de esta locura general: un Templario de fines de siglo y una Piragua congolesa, los dos herméticamente enmascarados.

Sobre las tres de la madrugada, el Templario se acercó a la Piragua y la invitó a ir a cenar con él.

Por toda respuesta, la Piragua apoyó su pequeña mano sobre el robusto brazo del Templario, y la pareja se alejó.

Capítulo VI

Donde la situación se enreda

—I say, don't you think the rajah laughs at us?
—Perhaps, sir.
Henry O'Mercier10

—Déjenos un instante —le dijo el Templario al mozo del restaurante—, vamos a elegir nuestro menú y lo llamaremos.

El mozo se retiró y el Templario trancó cuidadosamente la puerta del reservado.

Después, de un movimiento brusco, tras quitarse su casco, le arrancó el antifaz a la Piragua.

Los dos lanzaron, a la vez, un grito de estupor, no reconociéndose ni el uno ni el otro.

Él no era Raoul.

Ella no era Marguerite.

Se disculparon mutuamente, y no tardaron en trabar conocimiento gracias a una pequeña cena, y no les digo más.

Capítulo VII

Desenlace feliz para todo el mundo, salvo para los otros

Bebamos vermut con granadina,
Esperanza de nuestros viejos batallones
Georges Auriol11

Esta pequeña desventura les sirvió de lección a Raoul y Marguerite.

A partir de ese momento, no se pelearon nunca más y fueron perfectamente felices.

No tienen todavía muchos hijos, pero eso ya llegará.

Traducción: Francisco Álvez Francese.


  1. Les Hydropathes es el nombre de un famoso club literario parisino de fin de siglo fundado por Émile Goudeau, a quien Allais dedica (“naturalmente”) el cuento —que había aparecido primero en la revista L'Hydropathe, el 15 de marzo de 1880— cuando lo publica por segunda vez, en Le Chat Noir, el 9 de enero de 1886, año para el que el grupo ya no existía. El nombre, elegido por Goudeau, se forma con la conjunción de las palabras griegas hydro y pathos y refiere a la aversión del grupo a beber agua, en favor del vino. 

  2. Publicado en Le Chat Noir el 26 de abril de 1890 y luego en el volumen À se tordre (1891). 

  3. Álvez Francese agradece a Marilyne Buda y Guillaume Contré sus comentarios y sugerencias, que enriquecieron estos ejercicios de traducción. 

  4. Café frío de origen argelino. 

  5. Cita tomada de un pasaje del Cuarto libro de Pantagruel, de Rabelais, publicado en 1552, en el que Panurgo, que está en un barco, negocia la compra de un borrego a un precio que le parece exorbitante y luego lo tira al mar; lo siguen el resto de los ovinos, el dueño y todos los otros pastores, junto con sus animales, para morir ahogados. La frase tomada por Allais pertenece al fin de la transacción, cuando el vendedor felicita al comprador por su elección, tras enumerar con lujo de detalles todas las bondades de sus ovejas. 

  6. Este blasón (forma poética surgida en el Renacimiento que se centra en una parte del cuerpo femenino) pareciera ser, como afirma Marie Parmentier en su edición anotada de Le rouge et le noir, una invención de Stendhal, que lo usa como epígrafe al capítulo “Le chant du coq” de la mencionada novela, aparecida en 1830. 

  7. La mencionada obra, del dramaturgo y novelista Georges de Porto-Riche, se representó efectivamente en el teatro d'Application, más conocido como La Bodinière, en 1890. 

  8. La cita, evidentemente apócrifa, está en inglés en el original. 

  9. Allais cita en el original un dístico en provenzal (“Mai vouéli viure pamens: / La vide es tant bello!”) atribuido al poeta felibre Auguste Marin. 

  10. Nuevamente, una cita originalmente en inglés, esta vez adjudicada a un escritor inexistente, tal vez un juego con O. Henry. 

  11. George Auriol, seudónimo de Jean-Georges Huyot, fue un gran amigo de Allais y es autor, junto a Narcisse Lebeau, de una obra de teatro de revista, Pourvu qu'on rigole!, en la que se encuentra una “Marcha del vermut-granadina”.