Alta costura con diseño subversivo, vestidos hechos con materiales reciclables que deconstruyen símbolos muy potentes, como corbatas transformadas en polleras o la bijouterie falsa de collares comprados en la feria de Tristán Narvaja desarmados para convertirse en lentejuelas de una creación que busca, con contenidos políticos, sortear la censura de los algoritmos de las redes sociales.

Fotografías de moda modeladas por trans, activistas referentes históricas que se fusionan con jóvenes crecidos en el mundo del concepto cuir, un estudio fotográfico con aire de Manhattan en el centro de Montevideo y un segundo premio de artes visuales con ciertas pinceladas artivistas.

La calle Buenos Aires, en plena Ciudad Vieja, alberga el estudio donde me esperan dos integrantes de Boicot. A unas cuadras, su obra Retratos a la patria aún estaba expuesta en el Centro de Exposiciones Subte, en el marco del Premio Montevideo de Artes Visuales 2023. Una escalera oscura se abre en un hall minimalista, de piso de mármol con una planta bien cuidada.

Me reciben Agustín Petronio y Natasha González, sentados alrededor de una mesa con dos computadoras, papeles y una decena de uñas postizas, muy largas, pintadas a lo drag. Hay una cartelera con varios recortes de fotografías de diarios y de cada una de ellas nace un dibujo que es el storyboard de cada obra. Porque cada obra nace de una fotografía, que nace de una marcha, de una noticia.

Brian Ojeda durante la preparación del Retrato N1, _Nuestros cuerpos no son territorio de conquista_.

Brian Ojeda durante la preparación del Retrato N1, Nuestros cuerpos no son territorio de conquista.

Foto: Colectivo Boicot

El colectivo está compuesto por trabajadores de la industria de la moda y la publicidad que no siempre sienten que su propósito de vida está en su trabajo del día a día, “ese que me permite llenar la heladera”, como me dice el fotógrafo Brian Ojeda. Los proyectos que han realizado son una respuesta al frío mundo de la moda y al mismo tiempo una estrategia para esquivar el algoritmo que, cuando publican contenido político, les baja los likes.

Un combo que es una bomba: redes sociales, mundo de la publicidad, movimiento de la diversidad, análisis crítico y compromiso político. Todo eso se enlaza con un elemento de máxima necesidad: la humildad ante aquellos que vienen de atrás, aquellas que en su largo camino de lucha le permitieron a Boicot ser y estar en el mundo de hoy. De eso se trata Retratos a la patria, de jóvenes creadores que invitan a protagonistas de la historia del movimiento de la diversidad sexual uruguaya a ser las modelos de imágenes simbólicas de nuestra patria. Pero redoblan la apuesta, esa que tiene que ver con el compromiso y la humildad: no sólo ponen a sus compañeras de lucha en el centro de la imagen, en un museo, en impresiones fotográficas que superan el metro de largo, no sólo les dedican el premio recibido en las artes visuales, sino que les donan el dinero ganado. Un círculo que cierra perfecto, arteactivismo duro y puro.

Dicen Agustín y Natasha:

No siempre tenemos el sentir de que nuestro propósito está en nuestro trabajo, no nos pasa.
Todos venimos de esto, como un fotógrafo que se enfrenta a un mundo de la moda frío y de campañas constantes de la industrialización de la moda y del arte; a veces como que se pierde el propósito y seguís produciendo.
Boicot es el espacio donde podemos volcar todo eso, pero con un propósito que nos alinea, que todos sentimos en el todo. Decidimos realizar esta producción de fotografía porque queremos dar un mensaje de determinada forma y usar las herramientas que tenemos.

El propósito es posiblemente la puerta del éxito, pero la llave son las herramientas que tienen a mano. Un estudio de publicidad que puede tanto volcarse a lo under como ser perfectamente comercial, profesionales del diseño, del maquillaje, de la fotografía, del vestuario y de la moda que durante la producción en el set son más de 20 personas creando, accionando aquello que durante meses discuten y proyectan desde un pequeño grupo de tres a cinco personas para ir creciendo de acuerdo con las necesidades que la obra indica. Presentan Boicot como un colectivo orgánico, que cambia cada vez pero con una clara visión de quiénes son y lo que quieren hacer: protesta artística.

“Venimos de un ámbito más disidente, cuir, por eso hacemos homenaje en nuestro trabajo a esa comunidad; quisimos mostrar la lucha de esas personas que nos alivianaron el camino para que nosotros ahora podamos estar creando libremente”, dice Agustín, nervioso porque es su primera entrevista. Y agrega: “Todas las chicas que participaron en los retratos fueron invitadas, se les contó la idea; todo se da mucho de estar juntos, nos adaptamos a las metodologías de trabajo de quienes participan, adoptando las fortalezas del equipo y dejando que fluya”.

Retrato N2, _República bananera_. Modelo Sofía Saunier.

Retrato N2, República bananera. Modelo Sofía Saunier.

Foto: Colectivo Boicot

Identidad, política, moda y algoritmos de las redes sociales son algunos de los temas de sus obras, que comenzaron a ser visibles durante la campaña del referéndum contra la ley de urgente consideración (LUC).

“La primera obra fue Referéndum Couture, en 2021; más que nada nos juntamos por todo lo que estaba pasando en Uruguay con la LUC”, declaran en una entrevista que más se sintió como una charla amena que como una instancia periodística. Seguramente esa comodidad tiene que ver con el concepto cuir al cual adhieren, ese que viene del inglés (queer) y reivindica la libertad de ser quien querés ser en cada momento, que no etiqueta y además se abre a la posibilidad del cambio permanente.

“Todo salió desde un aspecto más informal, después las obras de Boicot empezaron a tener trascendencia, por los equipos que se formaban y cómo se creaba eso, pero todo partía de la idea de visibilizar y militar desde otro lado, porque somos jóvenes que no tenemos el perfil de ir a un comité de base”, agregan. Sí participaban en marchas “y, de hecho, parte de nuestro trabajo parte de la inspiración de ir a esas marchas; si bien somos un colectivo que está conceptualizado, el momento artístico es el hecho de la acción, de juntarnos, de generar esa producción, de cómo verter nuestros conocimientos técnicos y cómo los desarrollamos ahí”.

La obra realizada durante el referéndum contra la LUC es una serie de fotografías, publicadas en Instagram, en las que se ve a mujeres dentro de un cubo, vestidas de rosado, en alusión a la papeleta rosada (por el Sí a la anulación de la ley), y otras imágenes de una mujer, también vestida de rosado, que tiene una papeleta gigante del Sí en el pecho y lleva consigo tres perros salchicha. Las imágenes, como todas las publicadas por el colectivo, son muy profesionales, con un lenguaje visual que se confunde con el comercial sin perder la identidad (por ejemplo, en lo que refiere al maquillaje dramático al estilo drag), y es en ese doble juego que logran contaminar las redes. Utilizan a los seguidores de cada miembro del colectivo para replicar las obras, generando así una forma de arteactivismo diferente: se reivindican las autorías. A diferencia de otros colectivos artísticos que presentan sus obras como un autor único y reservan el anonimato de cada integrante, Boicot mantiene los nombres de cada participante en su autoría y los etiqueta en los posteos, de modo que cada quien pueda, a su vez, replicar la publicación. Esta estrategia aumenta la difusión de la obra y al mismo tiempo les permite a quienes crean que su trabajo artístico sea visibilizado.

El humor, sutil, inteligente, smart, se puede ver en la obra de la mujer con el pasaporte y el pasamontañas en la puerta de un ascensor. Esa fotografía, que plantea el tema de la migración, nos hace reflexionar sobre si realmente irse, venir, quedarse es una salida o simplemente nos va a llevar hacia un sitio con las mismas estructuras, en el que lo que cambia es solamente el piso. El piso del ascensor es el cuarto, por lo que tiene el potencial de cruzarse, también, con flashes de actualidad sobre la falsificación de documentos para expedir pasaportes de la que se acusó en 2022 al hoy exjefe de la custodia presidencial Alejandro Astesiano, que operaba, precisamente, en un cuarto piso.

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Para aquellos que tenemos algunos años más que los integrantes de Boicot no es difícil reconocer en las obras del colectivo a Oliviero Toscani, aquel fotógrafo de la firma Benetton que en los años ochenta subvirtió el lenguaje de la moda y la publicidad llenando de contenidos socioculturales las fotografías de indumentaria. Fondos limpios, fotografías sin sombras, ropas hermosas y un mensaje que ponía en discusión todo aquello que se vendía en la misma marca que lo contrataba. De hecho, Toscani daba clases en la Universidad de Roma, pero no en el área audiovisual, sino en el de la sociología. No es en vano que el maestro de la publicidad fuera docente en el área de las ciencias sociales, ya que, como plantearon Michel Foucault, Gilles Deleuze y Jean-Louis Baudry, es necesario pensar la fotografía como un dispositivo capaz de articular un espacio forjador de símbolos.

Retrato N1, _Nuestros cuerpos no son territorio de conquista_. Modelo Julissa Dura.

Retrato N1, Nuestros cuerpos no son territorio de conquista. Modelo Julissa Dura.

Foto: Colectivo Boicot

En la historia de la fotografía de moda y de la publicidad hay grandes autores y creadores que proponen contenidos haciendo del acto fotográfico un acto creativo, poniéndole contenido artístico a la imagen. Entre ellos es posible nombrar a David LaChapelle (expuesto en Uruguay en 2016 gracias al Centro de Fotografía de Montevideo), a Nick Knight, a Steven Meisel, al ya citado Oliviero Toscani, a Annie Leibovitz (la autora de una icónica fotografía de Yoko Ono junto con John Lennon), a Guy Bourdin y a Juergen Teller, entre muchos otros.

Las obras publicadas por el colectivo de “diseño subversivo”, como se define Boicot en su Instagram, tienen una estética al estilo LaChapelle, que surfeando en el mundo de lo virtual dan un paso más hacia el arteactivismo.

El artivismo se basa en la acción artística como intervención social cuyos contenidos disidentes subvierten lenguajes hegemónicos. Forma parte del arte contemporáneo desde hace ya muchos años y está presente en todos los ámbitos y los museos (encontramos ejemplos en el Reina Sofía de Madrid, en distintas ediciones de la Bienal de Venecia y en varios espacios de Nueva York). De hecho, hay una agenda activista que se aplica al arte en la que Uruguay, como me dice el curador Manuel Neves desde Londres, está un poco atrasado. “El artivismo”, se lee en la presentación de Art Madrid, “se define como una hibridación entre el arte y el activismo. Arte reivindicativo y de resistencia... El arte se convierte en un medio de comunicación enfocado al cambio y a la transformación, un lenguaje que se desplaza desde la creación artística académica o museística hacia los espacios sociales convirtiéndose en una herramienta educativa. El artivismo toma forma a través de los colectivos, las asociaciones y los artistas que suman su creatividad rebelde e inconformista a la lucha”.

“A partir de los sesenta”, explica Neves, ahora desde París, “empieza a haber artistas que trabajan con una cantidad de cosas, con elementos vinculados con la mujer, con el cuerpo. Allí comienza el artivismo, que tiene más visibilidad en los ochenta y los noventa, porque antes esos movimientos funcionaban de forma marginada, fuera de las instituciones como son los salones, los museos. Esos artistas empiezan a tener cada vez más reconocimiento institucional y el mercado se interesa en ellos; hasta entonces nadie iba a comprar una fotografía de alguien que hacía performance, hoy es normal”.

Gaia Marichal durante la preparación del Retrato N4, _Estado de ausencia_.

Gaia Marichal durante la preparación del Retrato N4, Estado de ausencia.

Foto: Colectivo Boicot

Cómo la política y el mercado marcan la agenda artística es, sin lugar a dudas, un tema apasionante, y habría que preguntarse en qué medida el arte pone temas sobre la mesa. Es el caso de Movimiento Sexy (con Dani Umpi como uno de sus integrantes), que colocó todos estos temas en la agenda uruguaya. Aunque a primera vista pareciera que nadie los miraba, poco a poco fueron haciendo historia, planteando reflexiones, dando existencias e identidad.

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El jurado del Premio Montevideo de Artes Visuales 2023, integrado por Ángela López Ruiz, Fernando Miranda y Victoria Noorthoorn, expresa en su catálogo la necesidad de “evitar un arte autocomplaciente que termine hablándose a sí mismo en tiempos tan álgidos”. Plantea la importancia de que “los llamados de atención, las reivindicaciones, las denuncias o las causas apoyadas son parte de las dimensiones sociales, políticas y comunicacionales que las artes visuales contienen, en sentidos abiertos a la experiencia de los públicos. Y esto tiene la particular condición de mostrar la actualidad ciudadana siempre rica, diversa, disputada y por sobre todo desafiante y en ocasiones conflictiva. La selección final tiene entonces la pretensión de ser acogedora de las diferencias para que Subte pueda abrazar la actualidad”.

Al recorrer las 25 propuestas seleccionadas (que estuvieron expuestas hasta el 31 de enero) se hace evidente que la producción artística contemporánea de la ciudad está comprometida con lo político y que hay un espacio para la juventud colorida, que irrumpe en un salón municipal sin grandes disrupciones. Boicot se presentó con seis cuadros gigantes y maniquíes con vestidos de alta costura hechos por diseñadores profesionales con materiales reciclados, una serie de un perfecto nivel profesional cuyo contenido fue trabajado casi de forma obsesiva, partiendo de una fotografía de un cartel en una marcha para llegar a una imagen que corona a quien, a 30 años de la Marcha por la Diversidad, había que coronar.

Karina Pankievich durante la preparación del Retrato N6, _Patria en transición_.

Karina Pankievich durante la preparación del Retrato N6, Patria en transición.

Foto: Colectivo Boicot

Karina Pankievich, presidenta de la Asociación Trans del Uruguay, es la protagonista de uno de los Retratos a la patria. Antes de su segundo lugar en el premio, Retratos a la patria se publicó en las redes sociales el 18 de julio de 2023, día en que se conmemoraba un nuevo aniversario de la Jura de la Constitución. Porque cada producción artística de Boicot está pensada con un timing preciso, un plan de acción que conocen sólo sus protagonistas, a quienes no les importa entrar en el furor de publicar y publicar, sino más bien sorprender con cada acción.

Karina, con sus 61 años de vida y 37 de activista, dice: “Fue una experiencia muy maravillosa trabajar con toda esa gente y ver el respeto, ver cómo se copaban con una persona así, que con más de seis décadas estuviera predispuesta a posar. Esta va a ser la experiencia que me pasó en la vida más linda, en la que pude quedar retratada en una foto, en una campaña, y es muy importante para mí como ciudadana ilustre poder estar con los laureles de la patria, es como coronar un poco mi carrera de tantos años como activista. Si tengo que retirarme en algún momento, creo que este fue el broche de oro”.

  • Dirección creativa y diseño de vestuario y de arte: Agustín Petronio
  • Fotografía y posproducción: Brian Ojeda
  • Producción general: Natasha González
  • Reinterpretación de fotografía: Lucas Bornes
  • Maquillajes: Fernando Castillos, Jes Montero y Gaia Marichal
  • Peinados: Brian Paván y Gaia Marichal
  • Uñas: Maite Barreneche
  • Registro de backstage: Hema Toma
  • Producción de arte: Sebastián Figueredo
  • Estilismos: Florencia Gómez Salazar
  • Accesorios: Mariana Cuello, Uli Piel, Santiago Cuervo y Belén Cogan
  • Asistente de vestuario: Victoria Cortondo
  • Asistente de fotografía: Ignea Rivero
  • Colaboradoras: Nicole Saad y Ana Gotta

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