Los seis meses a los que llega el domingo la guerra en la Franja de Gaza ponen a la humanidad al borde “de una hambruna masiva; de una conflagración regional; de una pérdida total de fe en los estándares y normas globales”, dijo el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres. El respeto al derecho internacional humanitario está en este momento “por el suelo”, agregó.

Para Guterres, sería “imperdonable” que no se apliquen las resoluciones del Consejo de Seguridad que piden un aumento de la entrada de ayuda humanitaria a ese territorio palestino y un alto el fuego inmediato. Pero por el momento, no se están aplicando.

“Trabajadores humanitarios veteranos me han trasladado de manera inequívoca que la crisis y el sufrimiento en Gaza no se parecen a nada que hayan visto jamás. Largas filas de camiones cargados con ayuda humanitaria siguen enfrentándose a obstáculo tras obstáculo”, dijo el secretario general de la ONU.

Para varios países que han respaldado la ofensiva militar israelí, que ya dejó más de 33.000 muertos en Gaza, su postura tuvo un punto de inflexión esta semana con el ataque que mató a siete integrantes de World Central Kitchen, una organización civil humanitaria con sede en Estados Unidos.

El convoy en que viajaban esas personas –tres británicos, una australiana, un polaco, un palestino y un estadounidense-canadiense– fue atacado con tres misiles disparados desde un dron, pese a que los vehículos estaban identificados como pertenecientes a la organización civil y se había comunicado a las autoridades israelíes cuál sería su itinerario.

El gobierno de Benjamin Netanyahu, a partir de un informe preliminar del ejército, dijo que este ataque se debió a una “identificación errónea”, y el ejército israelí destituyó el viernes a dos comandantes por su responsabilidad en este hecho. La investigación concluyó que hubo una serie de “graves errores”, entre ellos que un comandante “supuso erróneamente” que viajaban personas armadas “dentro de los vehículos y que se trataba de terroristas de Hamas”.

Para Itamar Ben Gvir, el ministro de Seguridad Nacional israelí, destituir a esos comandantes “equivale al abandono de las tropas en medio de la guerra”. A su vez, el embajador de Israel ante la ONU, Gilad Erdan, responsabilizó a Hamas. Dijo que su país “nunca ataca a civiles deliberadamente, ni menos a trabajadores humanitarios”, y que este caso “fue resultado de un trágico error debido al cínico ‘modus operandi’ de Hamás, que explota la infraestructura civil y sus vehículos”.

Respaldo desafiado

También en el exterior fue cuestionada la respuesta de Israel. Al igual que varios gobiernos, World Central Kitchen manifestó que es necesaria una investigación a cargo de una comisión independiente. “Las Fuerzas de Defensa de Israel no pueden investigar de manera creíble su propio fracaso en Gaza”, expresó la organización.

Área devastada por los bombardeos israelíes en los alrededores del hospital Al-Shifa, en Gaza.

Área devastada por los bombardeos israelíes en los alrededores del hospital Al-Shifa, en Gaza.

Foto: S/d de autor, AFP

Antes de que se publicara el viernes este informe, varios países pedían mayores explicaciones sobre el incidente. Para Pedro Sánchez, el presidente de España, de donde es originario el fundador de World Central Kitchen, el chef José Andrés, las respuestas del gobierno israelí fueron insuficientes. Lo mismo manifestó el primer ministro de Australia, Anthony Albanese: “Necesitamos que se den explicaciones de cómo ha ocurrido, que se rindan cuentas por ello. Y lo que no es suficiente son las declaraciones que se han hecho, que estas cosas ocurren como ‘consecuencias de la guerra’. Esto va contra el derecho humanitario”, dijo. Insistió en que “el derecho internacional deja muy claro que los trabajadores humanitarios deben poder prestar esa ayuda y esa asistencia sin la amenaza de perder la vida”. En lo que va del conflicto, casi 200 trabajadores humanitarios murieron.

En una conversación telefónica, el primer ministro británico, Rishi Sunak, le dijo a Netanyahu que “demasiados trabajadores humanitarios y civiles comunes y corrientes han perdido la vida en Gaza y que la situación es cada vez más intolerable”.

Tanto Albanese como Sunak habían respaldado tiempo atrás los argumentos de Israel de que su ofensiva en Gaza estaba justificada en su derecho a defenderse y evitar que se repitan ataques como el del 7 de octubre, que dio inicio a esta guerra. Ese día, milicianos de Hamas mataron a 1.200 personas y secuestraron a otras 240 en Israel.

También el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, señaló que “la gran mayoría” de los polacos expresó su “plena solidaridad” con Israel desde octubre, pero “ahora están sometiendo esta solidaridad a una dura prueba”.

Para Guterres, “el problema no es quién cometió los errores, es el procedimiento militar vigente que permite que esos errores se multipliquen una y otra vez”. Afirmó que para evitarlo “se necesitan investigaciones independientes y cambios significativos sobre el terreno”.

Guterres también manifestó su “profunda preocupación” sobre el uso de inteligencia artificial para establecer blancos por parte de Israel, una práctica reportada en un largo informe del medio israelí +972. “Llevo avisando desde hace muchos años de los peligros de convertir en un arma a la IA porque reduce el papel esencial del factor humano. Ninguna decisión a vida o muerte, que podría impactar en familias enteras, debería ser delegada a los fríos cálculos de los algoritmos”, agregó.

Estados Unidos presenta sus advertencias

Incluso el principal aliado de Israel, Estados Unidos, ha cambiado su discurso a lo largo de esta guerra, y ha pasado de alinearse con la postura de Netanayahu a discrepar con él en puntos como reclamar un alto el fuego y la creación de un Estado palestino como solución a este conflicto.

El gobierno de Joe Biden pasó de vetar en el Consejo de Seguridad de la ONU tres resoluciones que pedían un cese del fuego a abstenerse y permitir que una cuarta iniciativa de ese tipo fuera aprobada en marzo. Sin embargo, ni el gobierno de Washington ni los de otros países tomaron medidas para que esa resolución se cumpla.

El jueves, Biden tuvo su primera conversación con Netanyahu desde la muerte de los integrantes de World Central Kitchen. Según informó la Casa Blanca, durante la charla “el presidente Biden enfatizó que los ataques a los trabajadores humanitarios y la situación humanitaria en general son inaceptables”.

También le transmitió al primer ministro israelí que la postura política de Estados Unidos con respecto a la guerra en Gaza “dependerá” de que Israel adopte “una serie de pasos específicos, concretos y medibles para abordar el daño a civiles, el sufrimiento humanitario y la seguridad de los trabajadores de ayuda humanitaria”. El vocero de la Casa Blanca John Kirby dijo que Washington espera que esos cambios, que no especificó en qué consisten, sean implementados por Israel en un plazo de “horas” o “días”.

Mujeres palestinas en los restos de un edificio destruido próximo al hospital Al-Shifa de Gaza, el 3 de abril.

Mujeres palestinas en los restos de un edificio destruido próximo al hospital Al-Shifa de Gaza, el 3 de abril.

Foto: S/d de autor, AFP

Kirby afirmó que la conversación entre los dos gobernantes tuvo lugar en un momento en que el ataque contra World Central Kitchen había “conmovido particularmente” a Biden, quien además siente una “creciente frustración” con Netanyahu, que se ha negado a acceder a sucesivos reclamos de Estados Unidos.

Durante la charla, Biden le transmitió a Netanyahu que es “esencial” lograr un cese del fuego para atender la crisis humanitaria que atraviesa la Franja de Gaza y llegar a un acuerdo que permita la liberación de rehenes israelíes secuestrados hace seis meses por milicianos de Hamas. Los intentos de llegar a un pacto de ese tipo, con mediación de Estados Unidos, Qatar y Egipto, se han frustrado por los requisitos que imponen Israel y Hamas.

Después de la conversación con Biden, el gobierno de Netanyahu anunció que adoptará “medidas inmediatas” para que aumente la cantidad de ayuda humanitaria que llega a distintas zonas de la Franja de Gaza, tanto por el puerto de Ashdod como por los cruces de Erez y Kerem Shalom.

El alto representante de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, lo consideró insuficiente. “Tras la condena generalizada del asesinato de siete miembros de la ONG World Central Kitchen por parte de las Fuerzas Armadas de Israel y la creciente presión internacional, el gobierno israelí abrirá algunos corredores para la ayuda humanitaria. No es suficiente para evitar el hambre en Gaza”, manifestó en X.

Riesgos en Rafah

En su charla, Biden y Netanyahu hablaron también sobre los planes del primer ministro israelí de lanzar una ofensiva terrestre en Rafah, adonde fue desplazada buena parte de la población palestina. Washington advierte que un ataque en esa zona, donde viven hacinadas 1,5 millones de personas, causará más muertes de civiles.

Sin embargo, las diferencias entre el presidente estadounidense y el primer ministro israelí no implicaron que Estados Unidos deje de enviar ayuda militar a Israel. Según informó The Washington Post, el lunes, horas antes del ataque contra la organización civil de origen estadounidense, el gobierno de Biden aprobó un nuevo paquete de armamento para Israel, que incluye unas 2.000 bombas.

Kirby aclaró en conferencia de prensa que “con la excepción de los dos meses inmediatamente posteriores al ataque [de octubre], en realidad no hemos enviado ayuda de emergencia ni asistencia militar a Israel”. El vocero de la Casa Blanca agregó que muchas de las ventas de armas que se llevan adelante “no están ligadas a este conflicto”, y dijo acerca de las 2.000 bombas que “gran parte de ese material” ya se había notificado al Congreso estadounidense “hace muchos muchos meses, sino años”.

Argumentó también que Estados Unidos está comprometido a ayudar a Israel, que “enfrenta amenazas activas en toda la región, incluido Irán”.

Al tiempo que Estados Unidos fue el principal aliado de Israel en los últimos meses, la ONU fue la voz que se encargó de advertir de la situación catastrófica que enfrentan los civiles palestinos de la Franja de Gaza, con bombardeos, escasez de agua y de alimentos, sin hospitales ni refugio, en una guerra que ya dejó más de 33.000 muertos, 75.000 heridos y un millón y medio de desplazados.

Manifestantes durante una protesta de cuatro días pidiendo la disolución del gobierno israelí y el regreso de los israelíes mantenidos como rehenes en la Franja de Gaza, en Jerusalén, el 2 de abril.

Manifestantes durante una protesta de cuatro días pidiendo la disolución del gobierno israelí y el regreso de los israelíes mantenidos como rehenes en la Franja de Gaza, en Jerusalén, el 2 de abril.

Foto: Ahmad Gharabli, AFP

“El mundo está siendo testigo del primer genocidio mostrado en directo por las propias víctimas”, manifestaron esta semana las relatoras de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, y para el derecho a la salud, Tlaleng Mofokeng.

“Una sociedad entera está en el punto de mira”, dijo días antes Albanese, al presentar un informe sobre lo que ocurre en Gaza. “Inexplicablemente, en lugar de intentar evitar esto, una minoría de poderosos estados miembros de la ONU ha brindado ayuda militar, económica y política para estas atrocidades”, afirmó la relatora.

Presiones sobre Netanyahu

Los objetivos declarados por el gobierno israelí para lanzar esta guerra consistían en “derrotar” a Hamas y liberar a los rehenes secuestrados por esa y otras milicias. De los 240 rehenes iniciales, 105 fueron intercambiadas por 240 palestinos que estaban presos en cárceles israelíes. De un lado y del otro, se trataba de niños, adolescentes y mujeres. Unos 130 rehenes israelíes siguen en manos de sus secuestradores.

En diciembre, el ejército israelí mató a tres de los secuestrados, a los que confundió con una “amenaza”. Otra rehén, de 68 años, “probablemente” murió el 7 de octubre, cuando el ejército atacó al vehículo en el que sus secuestradores la trasladaban, según informaron el jueves las autoridades israelíes.

Los familiares de los secuestrados, que el domingo cumplirán seis meses en manos de sus captores, organizaron en los últimos días varias protestas contra el gobierno, que en algunos casos se suman a las manifestaciones opositoras que piden que se convoquen elecciones y que Netanyahu deje el poder.

Unos 600 familiares de 81 israelíes secuestrados le enviaron una carta a Biden en la que le manifiestan que están “cada vez más frustrados y preocupados por la falta de comunicación y compromiso del primer ministro israelí y el gabinete de guerra con la causa de la liberación de rehenes” y le piden que utilice “los medios a su disposición para presionar y convencer a todas las partes, incluido el primer ministro israelí, para que acepten el acuerdo que considere razonable”.

También unas 80 organizaciones árabes y musulmanas estadounidenses le enviaron una carta a Biden en la que le pidieron que “utilice la influencia estadounidense para garantizar un alto el fuego inmediato y permanente, la apertura sin obstáculos de todos los cruces terrestres a la ayuda humanitaria, la liberación de todos los rehenes y prisioneros políticos y la reconstrucción de Gaza”.