El gobierno israelí está enfrentando nuevas críticas de la comunidad internacional por haber asesinado este martes en un ataque con misiles a siete personas que trabajaban en World Central Kitchen (WCK), una ONG que se dedica a repartir alimentos en zonas de conflictos fundada por el chef español José Andrés.

Según informó el diario israelí Haaretz, las víctimas son tres ciudadanos británicos, uno australiano, uno polaco, uno palestino y uno con doble nacionalidad estadounidense y canadiense.

La ONG emitió un comunicado en el que informó que sus trabajadores estaban viajando en una zona “no conflictiva” cerca de la ciudad de Deir al-Balah, en el centro de la Franja de Gaza, en un convoy de “dos vehículos blindados con el logotipo de WCK y otro vehículo” en el momento del ataque.

“A pesar de coordinar los movimientos con el ejército israelí, el convoy fue alcanzado cuando salía del almacén de Deir al-Balah, donde el equipo había descargado más de 100 toneladas de ayuda alimentaria humanitaria traída a Gaza por la ruta marítima”, agregaron desde WCK.

Medios israelíes con base en información brindada por fuentes militares detallaron que integrantes de la fuerza aérea habían disparado tres misiles en rápida sucesión contra los tres vehículos.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reconoció que el incidente fue “trágico” e “involuntario”, y prometió “hacer todo lo posible” para evitar que se repita.

Por su parte, el ejército israelí prometió investigar el incidente “al más alto nivel”. El portavoz de las Fuerzas de Defensa israelí, el contralmirante Daniel Hagari, dijo en una declaración en inglés que había hablado con el fundador de WCK, el chef José Andrés, y “expresó el más sentido pésame de las Fuerzas de Defensa de Israel a las familias y a toda la familia de WCK”, informó The Times of Israel. “Llegaremos al fondo de esto y compartiremos nuestros hallazgos de manera transparente”, añadió Hagari.

WCK ha estado trabajando para descargar alimentos traídos a Gaza por mar desde Chipre en medio de los esfuerzos para aumentar la ayuda a la Franja en medio de crecientes temores de que se produzca una hambruna generalizada.

El asesinato de los trabajadores humanitarios agrava las ya intensas críticas que Israel viene enfrentando, incluidas acusaciones de estar usando el hambre como un arma de guerra al retener ayuda destinada a la población gazatí.

La reacción del gobierno de Estados Unidos

El presidente Joe Biden dijo estar “indignado” por el asesinato de los trabajadores humanitarios. Por su parte, la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Adrienne Watson, escribió en su cuenta de X que la Casa Blanca estaba “desconsolada”, y enfatizó que los trabajadores humanitarios “deben ser protegidos mientras entregan la ayuda que se necesita desesperadamente”.

“Estoy desconsolada y consternada de que nosotros, WCK y el mundo hayamos perdido hermosas vidas hoy debido a un ataque dirigido por parte de las FDI”, dijo la directora ejecutiva de WCK, Erin Gore.

“Esto no es sólo un ataque contra WCK, es un ataque contra organizaciones humanitarias que aparecen en las situaciones más espantosas donde los alimentos se utilizan como arma de guerra”, añadió Gore, quien finalizó su mensaje diciendo: “Esto es imperdonable”.

Mientras las repercusiones de este hecho se multiplicaban a nivel internacional, dentro de Israel hubo nuevas protestas masivas en Jerusalén frente a la casa de Netanyahu y también en las inmediaciones de varios ministerios.

Los movilizados, que se contaban por miles, volvieron a exigir la renuncia del primer ministro, la realización de nuevas elecciones y que el gobierno ceda y logre llegar a un acuerdo con Hamas para que los más de 100 rehenes israelíes que permanecen retenidos en Gaza puedan volver a sus hogares.

En el marco de las protestas, que están marcando un viraje de la perspectiva de una parte de la sociedad israelí sobre la guerra, se registró una durísima represión policial y decenas de personas fueron detenidas.