El primer ministro indio, Narendra Modi, es el favorito para ganar un tercer mandato en las elecciones que comenzaron el 19 de abril y que se extienden por un mes y medio.

Mientras se plantean numerosas preguntas sobre lo que puede significar para India un nuevo gobierno de Modi, los habitantes de la región de Cachemira, en el norte del país y con mayoría de población musulmana, manifiestan una especial aprensión.

A principios de marzo Modi visitó la capital de Cachemira, Srinagar, en un intento de ganarse los corazones y las mentes de los cachemires, en su primera visita desde que, en una medida controvertida, su gobierno despojó a la región en 2019 de su estatus semiautónomo.

En medio de un fuerte despliegue de seguridad, Modi prometió más de 774 millones de dólares en proyectos de desarrollo para impulsar la economía y el turismo en la región.

Queda por ver si esto es suficiente para apaciguar a los votantes cachemires. Bajo el gobierno nacionalista de Modi se ha hecho sentir a muchos habitantes como ciudadanos de segunda categoría, y su visión es poco optimista respecto de que las cosas vayan a mejorar si Modi logra un nuevo mandato.

Autonomía revocada

Desde que Modi juró como decimocuarto primer ministro de India, en 2014, ha optado por una postura decididamente enérgica hacia Cachemira.

Con la promesa de reprimir un movimiento rebelde que viene luchando contra el Estado indio desde la década de 1980, su gobierno incrementó fuertemente el despliegue de seguridad en la región y lanzó una operación especial para erradicar las células terroristas cachemires.

Luego, en 2019, un punto de inflexión para la región, su gobierno revocó el artículo 370 de la Constitución de India, que había garantizado privilegios especiales a los habitantes locales y dado a la región su propia Constitución y bandera y la capacidad de elaborar sus propias leyes.

Modi también redefinió las leyes de domicilio e hizo así más fácil para los no cachemires obtener empleos, tierras y residencia permanente en la región.

La eliminación del artículo 370 fue recientemente ratificada por la Suprema Corte, una victoria clave para el partido de Modi, el Bharatiya Janata (BJP), antes de las elecciones.

Las violaciones de los derechos humanos y las medidas de mano dura contra las libertades civiles también han empeorado en la región desde 2014. Esto incluye restricciones draconianas a internet y otras formas de comunicación, toques de queda estrictos y la detención de activistas y periodistas.

Como parte de la investigación para mi tesis de doctorado en 2020-2021, mantuve entrevistas online con una gran cantidad de cachemires en Srinagar y en las áreas circundantes. Observé que la revocación del artículo 370 les había quitado toda esperanza y había inducido en ellos una sensación abrumadora de haber sido traicionados.

Algunos tenían dificultades para describir sus sentimientos, mientras que otros decían que la jugada era completamente inconstitucional y una catástrofe política. Mis entrevistados afirmaban que había habido protestas en toda Cachemira tras la revocación, pero según uno de ellos que trabajaba en periodismo, hubo escasos reportes sobre ellas en ese momento.

Desde entonces, Modi ha hecho muy poco por abordar las inquietudes que los cachemires pueden tener en relación con su futuro. En cambio, alienta activamente proyectos de desarrollo y turismo en la región, lo que despierta temores respecto de las ambiciones coloniales de su partido en Cachemira, en particular en el valle de Cachemira.

¿Pueden traer cambios las elecciones locales?

Se espera también que hacia setiembre haya elecciones legislativas en Cachemira. La región no ha tenido un gobierno local desde la revocación de su estatus especial en 2019; desde entonces ha sido gobernada directamente por Nueva Delhi.

Si las elecciones locales se llevan efectivamente a cabo, esto puede verse como un intento de Nueva Delhi de exhibir algún tipo de normalidad en la región y demostrar el compromiso del gobierno central en el restablecimiento de una democracia de pleno funcionamiento. También puede tener como resultado que los cachemires se sientan más incluidos e involucrados en la política india más amplia.

Sin embargo, en su visita reciente a Srinagar, Modi omitió mencionar la probabilidad de que hubiera elecciones locales, lo que suma a la percepción de que su gobierno ignora los reclamos de la población. Entre estos se incluyen los efectos de la revocación del artículo 370, las limitadas perspectivas económicas de la región y el tratamiento de los cachemires musulmanes en el resto de India.

Además, el área sigue estando fuertemente militarizada, lo que plantea la pregunta por el grado de éxito de Modi en unir Cachemira al resto del país, en especial en tanto los cachemires aún no gozan de las mismas libertades y derechos que los demás ciudadanos indios.

Muchos cachemires temen también que se extienda la desinformación antes de las elecciones, en especial si se difunden estereotipos negativos que asocian a la población de la región con organizaciones terroristas. Esto podría tener un impacto negativo en los partidos políticos cachemires y desacreditar su estatus como representantes del pueblo de la región.

El futuro de Cachemira

Es importante destacar que el apoyo de Modi no proviene únicamente de la mayoría hindú. Algunos musulmanes de Cachemira apoyarán al BJP por razones de casta tribal, como así también por la creencia de que el partido puede aportar a la región más empleos o perspectivas económicas.

No obstante, muchos cachemires creen que la continuidad del liderazgo del BJP podría resultar en más violaciones a los derechos humanos, la pérdida de tierras o empleos a manos de forasteros venidos del sur y un mayor aislamiento respecto del gobierno central.

En última instancia, si Modi logra un tercer mandato, un hecho sin precedentes, esto consolidará las decisiones que ya se han tomado en la región. Y esto significa que el futuro seguirá siendo desalentador para muchos cachemires en la que se pretende la mayor democracia del mundo.

Leoni Connah es doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad de Lancaster y profesora de Gobierno en la Universidad Flinders. Este artículo fue publicado originalmente en Nueva Sociedad.