Contra un fondo de paisaje alpino, los siete presidentes y primeros ministros de los que alguna vez fueron los países más ricos del planeta, o sea Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia y Reino Unido, se sacaron el martes su tradicional “foto de familia”. Las grandes novedades fueron que por primera vez en varias décadas no había ninguna mujer entre ellos. Y en un gesto sin duda concertado, ninguno usaba corbata.

Fuera de estos detalles, el comunicado final no contiene sorpresas. Los líderes reafirmaron su apoyo “financiero, humanitario, militar y diplomático” a Ucrania y anunciaron el volumen de este compromiso: 2.800 millones de dólares en ayuda humanitaria y casi 30.000 millones de apoyo presupuestal en 2022, más un compromiso futuro con la reconstrucción del país. Muchos miles de millones más se han movilizado en ayuda militar, pero ese tema quedó para la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en Madrid, que comenzó apenas terminada la del G7.

Al lado de estos montos, para proteger al resto del mundo “del hambre y la desnutrición y en respuesta a la utilización rusa de los cereales como arma”, los siete aumentarán en 4.500 millones su contribución a la nueva Alianza Global sobre Seguridad Alimentaria, coordinada por el Banco Mundial.

El comunicado del G7 no menciona a China, pero en un obvio intento de contrarrestar la influencia china en el sur del planeta, anunció la movilización de 600.000 millones de dólares en los próximos cinco años.

Para enfrentar el cambio climático, el G7 propone crear un Club Climático antes de fin de año, dedicado a lograr objetivos como la total descarbonización de la generación eléctrica en 2035. Sin embargo, apenas dos días después de la cumbre del G7 en Bavaria, la Suprema Corte de Estados Unidos resolvió privar al presidente de la autoridad para limitar emisiones sin una decisión explícita del Congreso, para la cual Joe Biden no tiene las mayorías necesarias.

El comunicado del G7 no menciona a China en ningún momento, pero en un obvio intento de contrarrestar la influencia china en el sur del planeta, anunció la movilización de 600.000 millones de dólares en los próximos cinco años por medio de una nueva Alianza Global para la Inversión e Infraestructura.

Dado el clima de guerra fría silenciosa que Estados Unidos libra con China por el puesto de primera potencia mundial, merece notarse que todos los países invitados como observadores del G7 este año (menos Ucrania) estuvieron presentes pocos días antes en la cumbre virtual de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que tiene a China como presidente pro témpore este año. Argentina, India, Indonesia, Senegal y Sudáfrica fueron los invitados a la reunión que tuvo al canciller alemán, Olof Scholz, como anfitrión. En la reunión del 23 de junio, convocada por el presidente chino, Xi Jinping, además de los miembros plenos del grupo BRICS participaron como invitados Argelia, Argentina, Camboya, Egipto, Etiopía, Fiyi, Indonesia, Irán, Kazajistán, Malasia, Senegal, Tailandia y Uzbekistán, todos ellos representados también por varones. Varios de los invitados (incluyendo a Argentina) se han candidateado a ingresar al BRICS como miembros plenos.

En su membrecía actual, los BRICS tienen en conjunto una población de 3.000 millones de habitantes, contra 987 millones del G7 (incluyendo a toda la Unión Europea y no sólo a sus tres miembros oficiales), mientras que el producto bruto anual del G7 es de 34 billones (millones de millones) de dólares, contra 23 billones de los BRICS.

El comunicado final de los BRICS los compromete “a respetar la soberanía y la integridad territorial de todos los estados” y la “resolución pacífica de las diferencias y controversias entre los países mediante el diálogo y la consulta”. En particular, apoyan “las conversaciones entre Rusia y Ucrania” si bien se limitan a enunciar que recuerdan las “posiciones nacionales expresadas en los foros apropiados” como forma eufemística de registrar la falta de unanimidad sobre este tema.

Los que no participan en uno u otro bloque observan y anotan qué ofrece cada uno mientras registran que para la periferia un mundo multipolar ofrece más espacio de negociación y maniobra que un planeta con una única potencia a cargo... cualquiera sea esta.

Roberto Bissio es coordinador de la red mundial Social Watch.