El Grupo 20: articulador en la globalización

El G20 surgió como una iniciativa en una reunión de ministros de Finanzas del G7, el grupo de los países desarrollados, en setiembre de 1999, a los efectos de coordinar en temas clave de la política económica y financiera, promover la cooperación y generar bases para un crecimiento sostenible. De esa manera, en una reunión de los siete países desarrollados, que era el foro de referencia del desarrollo, se visualizó la necesidad de ampliar la coordinación mundial en temas económicos y financieros a otros estados sistémicamente relevantes. Así se pasó al grupo de 20, 19 estados más la Unión Europea, donde se incluyó a Argentina, Brasil y México por el espacio latinoamericano/caribeño.1

En 2008, frente a la crisis financiera internacional, las reuniones de ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales se elevaron a nivel de jefes de Estado y en ello tuvieron importancia los incentivos de la administración del presidente estadounidense Barack Obama para regular la banca internacional y adaptar la representación en los organismos económicos internacionales a las nuevas realidades de los países emergentes. Desde que el G20 pasó a tener una representación de jefes de Estado, comenzó a incluir en las cumbres temas de la agenda internacional y, cada vez más, una articulación con la agenda de las Naciones Unidas. Esta interacción y condicionamiento de agendas resulta de por sí evidente por el significativo peso político y económico de los integrantes de ese grupo, que dan cuenta del 85% del PIB mundial y representan alrededor de dos tercios de la población mundial. Sin embargo, los propios límites que comenzaron a evidenciarse en los distintos ámbitos de las Naciones Unidas, incluyendo a la Organización Mundial del Comercio, se trasladaron al G20, mostrando la fragmentación creciente de la globalización con relación al incremento de poder económico y político de los países emergentes.

En ese contexto de fragmentación del escenario mundial, a partir de una modificación en el poder político y económico de los estados y regiones emergentes, las cumbres del G20 podrían haber sido la manifestación de una “familia disfuncional”, como dijera el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, adelantando un posible resultado negativo de la cumbre en Nueva Delhi y con ello cerrando un canal de diálogo y posibilidades en la cooperación internacional. Sin embargo, a pesar de que no había acuerdo en la declaración final de la cumbre hasta poco antes de iniciarse, se llegó a un consenso y con ello India pudo cerrar la presidencia del G20 con un resultado positivo. Esto fue así a pesar de las ausencias de los presidentes de China y Rusia, Xi Jiping y Vladimir Putin, que van marcando las prioridades y delimitando diferencias con otros estados.

La cumbre del G20, la decimoctava, que se realizó entre el 9 y el 10 de setiembre en Nueva Delhi, tuvo cuatro aspectos significativos a resaltar. En primer lugar, constituyó un éxito diplomático para India por haber logrado, entre otras cosas, un comunicado de consenso a pesar de las diferencias con relación al tema de la guerra en Ucrania. Por otra parte, fue el escenario para las iniciativas de corredores marítimos, de transporte, energético y digital entre India, el golfo Arábigo y Europa a través de Jordania e Israel con un canal para un corredor transafricano, lo que representa una respuesta de Occidente a la Iniciativa de la República Popular China One Belt, One Road y otras que han surgido, como ser el corredor acordado que uniría Mumbái en India con el puerto de Bander Abbas en Irán y Bakú en Azerbaiyán, para luego continuar con las ciudades rusas de Astracán, Moscú y San Petersburgo (Bizzozero, 2017).

La cumbre representó también otro escalón más en la consideración de los países del Sur global en los ámbitos oficiales y oficiosos del sistema internacional. Además, en la cumbre los representantes del G20 acordaron el inicio de un control de los flujos de criptoactivos, buscando dar respuestas a otra manifestación del mercado mundial que repercute en los estados y en la gobernabilidad del sistema.

India como articulador global

Si bien el papel de India como actor emergente parte del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), del IBSA (foro de cooperación económica y diplomática con Brasil y Sudáfrica creado en 2003) y de otros foros regionales ya había sido señalado en algunos análisis desde la primera década de este siglo (John de Souza, 2008), es más recientemente que toma mayor relevancia, desde que en 2017 la región indo-pacífico fue incluida en la Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos con Donald Trump y ha sido considerada una de las tres regiones prioritarias por el gobierno de Joe Biden, junto con Europa y el hemisferio occidental. La región indo-pacífico abarca un amplio espacio configurado por dos océanos que confluyen en los estrechos de Malaca y Sunda, por el que circula una parte importante del comercio marítimo y alrededor del 70% de los productos petrolíferos a nivel mundial. India integra el Diálogo de Seguridad Cuadrilateral (también conocido como QUAD) junto con Estados Unidos, Japón y Australia, que es un foro informal de cooperación en seguridad que surgió en 2007, pero que dejó de estar operativo en 2008, hasta que durante la administración Trump fue reflotado a partir del incremento de la presencia de China en el Mar de China Meridional y las reivindicaciones territoriales.

La presencia de India en esos distintos ámbitos internacionales abriendo espacios para las necesarias reformas de las instituciones internacionales, aunque al mismo tiempo mostrando claramente su espacio en diálogo con Occidente, señala la diferenciación estructural del modelo impulsado por China. Esta diferenciación no está solamente dada por la manifestación política, sino también por las inversiones que se han canalizado sobre todo en el ámbito tecnológico, llevando a que la India se posicione con algunos logros internacionales en este ámbito (Jaya Prakash, 2009). Es así que en la declaración final se incluye el modelo de Infraestructura Pública Digital de la India, que es una plataforma para compartir datos entre el sector público y privado como marco voluntario a ser replicado en otros países, y un plan de asistencia técnica y financiera para formación e implementación en países de renta media y baja (Jorge Ricart, 2023).

Esta también es una de las enseñanzas de esta cumbre del G20: la manifestación de distintos espacios de poder abre también posibilidades y ventanas de oportunidad que no están definidas de antemano.

Uno de los temas cruciales, que ya es reiterativo en las últimas cumbres internacionales, fue el vinculado a la situación en Ucrania. En la anterior cumbre del G20 en Bali se hizo explícita una condena a Rusia por la agresión, mientras en esta cumbre la declaración final enfatiza la búsqueda de una paz global, la resolución negociada de conflictos y el respeto a la integridad territorial y a los principios de Naciones Unidas, lo que señala el cambio de énfasis con relación a este tema, que para Europa es fundamental. Con ello también se incluyó en la declaración la salvaguarda del acuerdo de exportación de cereales ucranianos y rusos al resto del mundo. En la declaración final también se incluye la aceptación de la Unidad Africana como nuevo miembro del G20.

De esta manera, India sale de esta cumbre y de la presidencia del G20 con un papel de articulador global entre Occidente y Oriente, y, sobre todo, entre Occidente y el Sur global, planteando nuevas posibilidades de cooperación en esta transición del sistema internacional.

Competencia sistémica

Una de las novedades más impactantes de la cumbre de Nueva Delhi fue el anuncio de la iniciativa de corredores marítimos, de transporte, energético y digital entre India, el golfo Arábigo y Europa a través de Jordania e Israel, con un canal para un corredor transafricano. Tanto Biden como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, manifestaron que es un logro histórico y que disminuiría en un porcentaje importante el tiempo y costo de los intercambios entre India y Europa. El plan incluye la generación de corredores marítimos, infraestructura, transporte terrestre, naval y de ferrocarril, inversión en energías limpias y rutas de cables para facilitar el intercambio de datos. Conectará India con Europa y tendrá como puntos de conexión Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Israel y Jordania. Por otra parte, se plantea un corredor transafricano que incluirá un ferrocarril entre el puerto de Lobito en Angola, República Democrática del Congo y Zambia. Esta iniciativa surge claramente como respuesta a la iniciativa que desplegara en su momento China y que ha ido generando inversiones con las consiguientes repercusiones geoeconómicas y geopolíticas. Habrá que ver la implementación y consecuencias de esta nueva iniciativa que contempla algunas aspiraciones de India y la inclusión de África, que se ha ido alejando de Europa por varios temas que son de interés mutuo y que tienen como uno de los focos principales el Mediterráneo.

La competencia sistémica se expresa también entre India y China y está más localizada en la representación diferenciada del Sur global. La inclusión de la Unión Africana como miembro del G20 y la misma declaración final convalidan el espacio ganado por India en esta competencia, que no es actualmente a suma cero, sino que muestra las especificidades de ventajas relativas en distintos niveles y sectores del sistema internacional.

Esta también es una de las enseñanzas de esta cumbre del G20: la manifestación de distintos espacios de poder abre también posibilidades y ventanas de oportunidad que no están definidas de antemano. Es parte de la transición del sistema, pero también de la aceleración del tiempo histórico marcado por condicionantes sistémicos –como el cambio climático, que atañe a todo el planeta– que siguen estando presentes.

Lincoln Bizzozero es miembro de la Comisión Académica de la Maestría Bimodal de Estudios Contemporáneos de América Latina (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de la República).

Referencias

  • Lincoln Bizzozero (2017). La aproximación Turquía-Rusia-Irán: el espacio Euroasiático en movimiento. En Bizzozero y Fernández Luzuriaga (eds.), Anuario Política Internacional & Política Exterior 2016-2017. Sacudones ciudadanos, rupturas del mundo anglosajón e incertidumbres globales. Montevideo. Ed. Cruz del Sur, pp. 54-58.
  • Pradhan, Jaya Prakash (2009). Emerging Multinationals from India and China: Origin, Impetus and Growth. MPRA Paper 18210.
  • Sarah-Lea John de Sousa (2008). Brasil, India y Sudáfrica, potencias para un nuevo orden, Política Exterior, 121.
  • Raquel Jorge Ricart (2023). La Cumbre G20, la India y la ventaja tecnológica. Real Instituto Elcano. 13 de setiembre.

  1. El G20 está integrado por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y la Unión Europea (G7), Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, China, India, Indonesia, República de Corea, México, Rusia, Sudáfrica y Turquía.