Estamos en año electoral, faltan apenas unos meses para esa contienda. Todavía no hay propuestas concretas ni ideas claras sobre un problema que tiene instalado el país hace décadas:1 ¿qué hacer con las Fuerzas Armadas?; ¿son adecuadas para el siglo XXI?; ¿no tienen una desproporción en cantidad de efectivos?; ¿no poseen privilegios a la hora de jubilarse?

Es casi un tabú hablar sobre esta institución estatal. Sobre otras áreas del Estado y sobre otros funcionarios todos los partidos, de una u otra forma, plantean su posición o tienen la crítica al instante. Este gobierno es especialista hasta el punto de que ha perseguido y sumariado a trabajadores de la educación, de la salud, de los combustibles, etcétera. Sin embargo, discutir de defensa nacional es un anatema.

En las áreas antes mencionadas se pide una y otra vez la modernización, agiornarse a los nuevos tiempos, en busca de adaptarlas a la realidad del mundo actual. Es curioso, pero ningún partido político plantea de forma clara que las Fuerzas Armadas deberían ir por un camino así, para volver un poco más racionales esas fuerzas desproporcionadas.

Es sabido que los altos mandos (jefes militares) son los que tienen en sus bolsillos y concentran la mayoría del presupuesto que se lleva esta cartera ministerial. Son los mismos que en la última dictadura diseñaron-proyectaron sus privilegios aumentando cargos de alto rango con todos los privilegios que traen aparejados.

En Uruguay siempre se escucha decir que hay poco presupuesto para muchas demandas. Pero ¿no es imprescindible que estas fuerzas sean reestructuradas para poder redistribuir ese presupuesto en otras áreas?; ¿es admisible que casi vividos 25 años del siglo XXI el Ejército tenga desplegadas por todo el país unidades que no se sabe bien qué función cumplen?

En la última rendición de cuentas los cabildantes dieron su voto a algunos artículos sólo si se votaban recursos para que ingresaran efectivos a esta fuerza. Y así se hizo: se abrieron llamados para que cientos de compatriotas logren obtener un puesto de trabajo. ¿Ese es el fin del Ejército? ¿Se trata de una agencia de colocaciones para ciudadanos desempleados?

¿Hasta cuándo, como sociedad, seguiremos tapándonos los ojos y los oídos para evitar enfrentar el problema de qué hacer con las Fuerzas Armadas?

Podríamos decir que es un despilfarro de dinero que ponen todos los uruguayos para que un partido busque obtener réditos electorales. Es decir, nada tiene que ver con las necesidades de un proyecto de Estado soberano. Este es uno de los costos que paga un país cuando el gobierno es sostenido por una coalición conservadora.

Democratizar las Fuerzas Armadas

Es imprescindible que las Fuerzas Armadas sean democratizadas. Si bien se insiste con que están insertas en la vida democrática y que responden al poder político, las declaraciones del comandante en jefe del Ejército en Búsqueda el 4 de enero no parecen ir en la misma línea.

La coalición conservadora no sólo no pretende cambiar la situación de esta institución, sino que pretende ampliarlas sin más razones que las razones electorales de los cabildantes. El actual ministro ha ensayado varias veces defensas de sus subordinados en distintas ocasiones. Quizá la más gruesa sea la que hizo referencia al papel cumplido por los militares durante el proceso de la última dictadura, afirmando que resguardaron las instituciones en un momento de peligro del país. Este es un artilugio que exponen los representantes conservadores para no hacer cambios de ningún tipo.

En el arco de las izquierdas no hay acuerdos ni amplios consensos para hacer cambios a fondo en esta institución. Uno de los puntos urgentes es la reformulación de la Caja Militar; otro es el de la cantidad de efectivos; también habría que repensar la formación que obtienen las nuevas generaciones respecto del rol que cumplieron a lo largo de la historia.

¿Hasta cuándo, como sociedad, seguiremos tapándonos los ojos y los oídos para evitar enfrentar el problema de qué hacer con las Fuerzas Armadas?

Héctor Altamirano es docente de Historia.


  1. Como manotazo de ahogado, cada cierto tiempo se expresa públicamente que los efectivos militares deberían brindar apoyo en tareas de seguridad ante la escalada de violencia que vive nuestra sociedad. Pero parece ser un saludo a la tribuna más que una propuesta de representantes nacionales.