Alemania ocupa el lugar de tercer exportador mundial de armas, después de Rusia y Estados Unidos. En 2013 esas exportaciones alcanzaron casi 37.000 millones de euros, 1,4% del Producto Interno Bruto, y tuvieron como principales compradores a Grecia, Sudáfrica, Turquía y España.

Un tercio de esta producción de armas se desarrolla en la región de Baviera. Allí se encuentra Augsburgo, conocida como la “Ciudad de la paz” (Friedensstadt) debido un tratado firmado en 1555, conocido como la Paz de Augsburgo o Paz de las Religiones. La ciudad sabe promocionar esta identidad para el turismo y hasta tiene un feriado más que el resto del país, la Fiesta de la Paz, que se celebra el 8 de agosto.

En el entorno de la Universidad de Augsburgo, una de las mayores del estado, ahora se está construyendo un parque industrial que con unas 70 hectáreas de superficie será mucho más grande que ese centro universitario. El llamado Parque de Innovaciones, el orgullo del gobierno de la ciudad, está compuesto en parte por empresas vinculadas con la industria de las armas, en la que se planifica involucrar con fuerza a estudiantes y docentes.

Ante este proyecto, los estudiantes actuaron y crearon la Iniciativa Uni Pacífica (IFUA, por su sigla en alemán), que se propone implementar en el preámbulo del reglamento de la universidad una “cláusula civil”. Esta cláusula postula que en la Universidad de Augsburgo la docencia, la investigación y los estudios deberán servir exclusivamente a fines civiles y pacíficos.

Desde hace dos años se reúnen varias veces por semana, escriben cartas abiertas a las autoridades universitarias y a la prensa, y tratan de informar y movilizar a los demás estudiantes. Han recibido escasas respuestas de las autoridades y de los demás actores universitarios. Sólo cuando se publicó un informe en un diario local, los docentes hablaron del tema para cuestionar a los “estudiantes de extrema izquierda”.

“El rol de la universidad en una sociedad debería ser el de generar y administrar conocimientos y transmitirlos en la enseñanza, independientemente de intereses comerciales o políticos”, dijo a la diaria Tom Gruber, miembro de la IFUA.

Los estudiantes movilizados ven amenazada esta independencia. Los directores de empresas del Parque de Innovaciones pretenden financiar varias cátedras e investigaciones.

Son diversos los cuestionamientos que surgen ante esta posibilidad. Uno de ellos apunta a que en el desarrollo técnico en las empresas es común mantener secretos comerciales, pero en la ciencia los estudiantes exigen transparencia, que los resultados de las investigaciones de una universidad se publiquen. Con el nuevo escenario, la empresa puede decidir mantenerlos en secreto. “¿Cómo vamos a saber para qué fines se utilizarán determinados resultados científicos? ¿Por manos de quién pasa el dinero? ¿Y si un docente o estudiante tiene dudas éticas va a poder elegir, decir no?”, se preguntó Gruber.

Hace poco llegó a Augsburgo el ministro de Finanzas de Baviera, Johannes Hintersberger, y prometió en su visita que no va a haber ninguna cláusula civil, sino una estrecha colaboración y un crecimiento de la economía local. Para el gobierno de la ciudad, el Parque de Innovaciones representa un proyecto a futuro que promete mucho dinero. Se van a producir, por ejemplo, compuestos de fibra de carbono, partes ultralivianas para aviones y helicópteros.

No es tan fácil argumentar en contra de la industria bélica, porque las empresas que establecieron sus filiales allí -entre ellas Premium Aereotec, Europcopter, hijas de European Aeronautic Defence and Space, DLR, Fraunhofer- dejan dudas respecto a los fines de su producción porque tienen ramas civiles y militares. La mayoría de los productos se clasifican como dual-use: el material puede ser usado tanto para generar armamento como en el ámbito civil, por ejemplo, para hacer aviones más livianos y ecológicamente sustentables. Este término, dual-use, es el que los defensores del parque utilizan para sus argumentos. Desde internet hasta el cinturón de seguridad, todos han sido inventos militares, dicen.

Para la IFUA esa argumentación no es tan simple. “Pensamos que se puede elegir activamente una responsabilidad ética y un perfil pacifista en Augsburgo sin necesariamente perder el atractivo como ciudad estudiantil o parque industrial. Todo lo contrario: puede ser una oportunidad”, dijo Gruber.

Por su parte, quienes se oponen a la cláusula argumentan que la Constitución alemana legitima al Ejército como institución democrática, por lo tanto la industria de defensa no debería ser vista como algo negativo. Además, llegan encargos de investigación desde el Ministerio de Defensa alemán y el estadounidense a muchas universidades alemanas.

El trabajo actual de la IFUA se concentra en informar a los estudiantes y en tejer redes regionales y nacionales de resistencia a esta iniciativa. “El hecho de que la cláusula afecte la libertad de la ciencia, que es otro argumento de los oponentes, no lo vemos como un problema, porque la Constitución alemana valora la finalidad de la paz por encima de la libertad de la ciencia”, dijo Gruber. “Además del tema de la legalidad, lo más importante para nosotros como iniciativa es fomentar el discurso crítico”, agregó.

En el resto del país ya se habla de un movimiento. Existen varios ejemplos de universidades que activamente se decidieron a favor de una cláusula civil. En la Baviera conservadora sigue siendo una lucha, simplemente, llevar este tema al debate público.