El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, condenó el ataque cometido ayer contra una sinagoga de Jerusalén oeste, en el que murieron cuatro rabinos y otras siete personas resultaron heridas. Además de ser israelíes, tres de las personas que murieron tenían también nacionalidad estadounidense y otra británica.

“La presidencia palestina condena toda forma de ataque que tenga como objetivo a civiles, sin importar quién lo haya cometido. La presidencia palestina condena el ataque que causó la muerte a los que oraban en uno de los lugares de rezo de Jerusalén”, dijo Abbas en un comunicado publicado por la agencia oficial palestina Wafa. Es la primera vez desde que empezó una serie de actos violentos en Jerusalén que el líder palestino condena una acción explícitamente, aunque ha tomado distancia de ellas. Además, Abbas volvió a responsabilizar al gobierno de Israel: “Pedimos el fin inmediato de las acciones [de ortodoxos judíos] dentro de la mezquita de Al Aqsa [en la Explanada de las Mezquitas, donde algunos israelíes piden el derecho a rezar pese a que es un lugar reservado a los musulmanes] y el fin de las provocaciones del gabinete de ministros israelí”.

El ataque fue saludado por movimientos palestinos -Hamas, la Yihad Islámica y el Frente Popular para la Liberación de Palestina-, aunque ninguno lo reivindicó.

Los habitantes de Jerusalén sufren una tensión que no deja de aumentar desde la desaparición y el asesinato de tres estudiantes israelíes en un bloque de colonias en Cisjordania, por el que fue asesinado en represalia, por radicales judíos, un adolescente palestino de Jerusalén este. Esto desembocó en los ataques militares contra la Franja de Gaza que comenzaron en julio, y aunque se alcanzó un alto el fuego a fines de agosto, desde entonces la convivencia entre palestinos e israelíes se hizo más difícil en la ciudad que ambos reclaman como su capital.

Los responsables del ataque de ayer murieron baleados por agentes de seguridad israelíes, y el gobierno de Netanyahu ya anunció medidas en respuesta. Como represalia, decidió destruir las viviendas de los atacantes, enterrarlos fuera de Jerusalén, además de reforzar la seguridad alrededor de la ciudad y poner puestos de control a la salida de las zonas árabes.

“Estamos en un combate por Jerusalén, nuestra capital eterna”, dijo Netanhayu, que horas antes había afirmado que el ataque era fruto “de las provocaciones lideradas por Hamas y Abu Mazen [nombre de guerra de Abbas que usan los israelíes], que la comunidad internacional ignora de forma irresponsable”. El ministro de seguridad, Yitzhak Aharonovitch, anunció además que se levantarán “ciertas restricciones al porte de armas” para permitir la defensa propia de los israelíes, en medio de lo que Netanyahu calificó, en un discurso por televisión, de “ola terrorista contra Jerusalén”.

En paralelo sigue la puja diplomática entre israelíes y palestinos. En ese marco, la Organización para la Liberación de Palestina saludó que ayer los diputados españoles aprobaran una declaración que insta a España a reconocer a Palestina como Estado, mientras que Israel ya había adelantado que consideraba que esas iniciativas son contraproducentes para la paz.