Fue uno de los eventos más vistos en la historia de la televisión estadounidense e incluso, por momentos, superó a megaeventos deportivos como el famoso Superbowl, que suele llamar la atención de 100 millones de espectadores. El primer debate presidencial entre la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, y su rival republicano, Donald Trump, estrenó varias cosas y por eso, más que por la masiva audiencia, fue decisivo.

En primer lugar, fue la primera vez que los dos candidatos se enfrentaron cara a cara, después de compartir durante más de un año una campaña intensa y, sobre todo, diferente. Ayer, antes de que empezara la transmisión, muchos se preguntaban si elegirían sus perfiles más diplomáticos para exponer sus ideas de manera clara y captar a los votantes indecisos o si optarían por desenfundar sus armas y atacarse. Esta pregunta se dirigía especialmente para el lado del republicano, conocido por salirse del guion e insultar, actitudes por las cuales su oponente le reprochó no tener el temperamento para ser presidente.

Lo que se vio en el debate fue una mezcla de varias cosas. Por un lado, un Trump que empezó tranquilo, pero que en ocasiones subió el tono de voz e interrumpió repetidamente a su interlocutora. Clinton, en contrapartida, mantuvo su tono tranquilo y, en general, esperó a que el empresario terminara sus intervenciones para replicar. Esto no significa que no haya habido momentos de tensión. El primer cruce se dio cuando hablaban sobre la creación de empleos en Estados Unidos. La ex secretaria de Estado dijo que su plan de gobierno pretende crear una economía que favorezca a todos y no sólo a los más ricos, y que, para eso, apuesta al aumento del salario mínimo, la igualdad salarial entre hombres y mujeres, el apoyo a las pequeñas y medianas empresas, la inversión en infraestructura y en energía renovable, entre otros.

Trump centró su respuesta en una idea sola: evitar que los puestos de trabajo se vayan del país. En esta línea, dijo que la solución es crear incentivos para que las compañías puedan crecer en el país, y decirles a aquellos que se quieren ir: “Si querés irte, andate, pero si querés crear trabajo allá y volver con tu material sin pagar impuestos, estás equivocado”. Agregó: “Clinton está trabajando en esto hace 30 años, ¿por qué no se le ocurrió antes?”. La demócrata respondió: “Mi conclusión es que mi plan creará diez millones de empleos, y el tuyo hará que perdamos tres millones y medio”.

El otro punto álgido llegó cuando el moderador -el periodista de la cadena NBC Lester Holt- le preguntó al empresario por qué todavía no publicó su declaración de impuestos, como suelen hacer todos los candidatos. Su respuesta fue: “Estoy en el medio de una auditoría, después de eso se va a publicar, a pesar de la oposición de mis abogados. De hecho, les prometo algo: voy a publicarlo cuando ella publique los 33.000 millones de correos electrónicos”. La ex secretaria de Estado replicó: “Todos han publicado sus declaraciones de impuestos, y Hacienda ya ha dicho que es posible hacerlo aunque estés en una auditoría”. Agregó: “Capaz que no la publica porque no es tan rico como dice, no es tan caritativo como dice [...], o no quiere que todos ustedes sepan que no paga nada en impuestos federales”. Sobre el asunto de la seguridad de su correo electrónico en tiempos en que ocupó la Secretaría de Estado, dijo: “Cometí un error, si volviera atrás lo haría de otra manera, y asumo la responsabilidad por eso”.

El siguiente punto tuvo que ver con la violencia contra la comunidad negra estadounidense. Clinton propuso dos vías para solucionar el problema: formar a los funcionarios policiales para que usen la fuerza sólo cuando es necesario y “quitar las armas de las manos de personas que no deberían tenerlas”. El candidato republicano, más escueto, dijo que la violencia en las comunidades negra e hispana se resuelve “restaurando la ley y el orden”.

Más adelante, la candidata dijo que su rival “empezó su carrera con una demanda por discriminación racial por parte del Departamento de Justicia” porque se negaba a alquilar apartamentos a personas negras, y agregó que el candidato tiene “un largo historial de comportamiento racista”. En su defensa, Trump dijo que no fue encontrado culpable.

El debate -el primero de los tres que están previstos- generó expectativas porque oponía a una ex estrella de reality show, novato en la política, contra una ex secretaria de Estado experimentada pero que muchas veces fue criticada por su falta de carisma en público. Anoche, ella manejó muy bien la dinámica y él habló seguro de lo que decía. El otro factor que hizo de este debate una instancia clave, a poco más de un mes de las elecciones, fue la importancia que le daban los propios votantes. Según un sondeo de Ipsos para la agencia de noticias Reuters, publicado unas horas antes de que empezara el debate, 50% de los posibles votantes consideró que los debates ayudarán a formar su decisión respecto de a quién apoyarán en noviembre.