Tras un año al frente del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Carlos María Uriarte reconoce que no fue correcto decir que representaba a los productores en la cartera, pero entiende que su deber es intentar “tener un lazo muy estrecho con el sector productivo y tratar de interpretar sus necesidades”. Pasando raya, considera que logró un ministerio de “porteras abiertas”. Sobre el primer año de gobierno, el impacto de la pandemia en los distintos sectores de la actividad agropecuaria, el precio del dólar y su futuro político conversó con la diaria.

¿Cómo evalúa el primer año de gobierno?

Podríamos decir que no fue el que esperábamos, principalmente porque hubo factores externos que condicionaron todo el trabajo durante 2020, primero por la sequía, la emergencia agropecuaria por déficit hídrico que tuvo que ser decretada en dos oportunidades en el último año, y segundo por la pandemia a 13 días de haber asumido, que también determinó el accionar del ministerio. Las prioridades fueron cuidar la salud de los uruguayos, velar por el mantenimiento de la actividad y que el motor del país no parara.

En ese sentido, ¿cómo afectó la pandemia a la producción agropecuaria?

Cuando uno mide el resultado final podríamos decir que este sector durante 2020, pese a la pandemia, en lo interno, gracias a Dios, nunca paró. Los efectos vinieron por el mercado exterior, que se desencadenaron por la pandemia en China y en la Unión Europea. La pandemia tuvo efectos diferentes según los sectores.

Por ejemplo, tuvo efectos negativos en la carne por un parate importante, que en los primeros seis meses determinó una caída en las exportaciones a nivel de faena en el orden de 17%. Pero tuvo efectos positivos en el mercado del arroz. Inmediatamente declarada la pandemia, los países priorizaron la alimentación de su población. El comercio del grano disminuyó drásticamente, lo que elevó el precio y la demanda internacional. La vitivinicultura también tuvo un efecto positivo. De hecho, hubo un incremento de 10% en el consumo local, siete millones de litros más [en comparación con 2019]. En el caso de los granos de secano, el efecto fue un poco más retrasado, pero también positivo.

Eso hizo que los cultivos de invierno cerraran un ejercicio realmente bueno en rendimiento y precio. Es por eso que el resultado del año, cuando uno lo mide después, es bueno. Hubo un gran trabajo del sector para mantener el virus fuera de las cadenas productivas de alimentos de Uruguay por prácticamente diez meses. Partamos de la base de que la situación inicial hace un año era caótica. Buscamos promover ámbitos de discusión entre todos los actores de las diferentes cadenas porque en aquel momento, que no se conocía a qué nos estábamos enfrentando, era como mandar a la gente al paredón. Se desarrollaron ámbitos en que se elaboraron protocolos y compromisos. No fue sencillo. Si uno lo mide por los resultados, podríamos decir que no pasó nada, pero en realidad pasó mucho.

Desgraciadamente a fines de noviembre y diciembre el virus nos venció y ahí tuvimos que barajar y dar de vuelta y volver a implementar el mismo mecanismo de generar ámbitos de discusión y de búsqueda de soluciones. Ahí se desarrollaron nuevas recomendaciones y estrategias que hoy nos permiten afirmar que todas las industrias están habilitadas para seguir exportando.

Tenemos todavía dentro de las cadenas agroalimentarias un debe en la pesca. Ahí tenemos una industria que está inhibida de exportar a China y nos cuesta llegar a un entendimiento para el protocolo por la complejidad de la propia actividad. Fue auditada y desgraciadamente no pasó la auditoría. En el resto hemos avanzado bastante, no podemos decir que hemos superado el tema, pero hoy estamos mejor organizados que lo que estábamos hace un año.

Una de las primeras cosas que dijo al asumir fue que su función era representar a los productores y tratar de que sus intereses fueran tenidos en cuenta. ¿Sigue pensando lo mismo?

Capaz que la expresión en aquel momento no fue correcta del todo, pero lo que intentamos es tener un lazo muy estrecho con el sector productivo y tratar de interpretar sus necesidades para buscar todos juntos una solución. Eso es lo que sentimos en aquel momento y hemos trabajado todo el año con ese objetivo. Creo que cualquiera que pueda ver un poco la realidad se va a dar cuenta de que este ha sido un ministerio de porteras abiertas. Hemos tenido más de 1.000 audiencias, recibimos a diferentes sectores de las cadenas, generamos muchísimos ámbitos. Nos queda todavía mucho por hacer para tratar de tener ese cable a tierra siempre vivo y estar atentos a lo que se precisa.

¿No se había tenido en cuenta a los productores en los anteriores gobiernos?

No me siento con la autoridad de evaluar lo que hicieron otros. En nuestro caso hago un balance positivo, pero sí pienso que es mejorable. Me hubiera gustado hacer mucho más. Como te decía, hubo condicionantes externas y hubo temas que tuvimos que pasarlos para adelante porque no había forma de encararlos. Para no hablar en el aire, por ejemplo, trabajar más en aspectos relacionados con la sanidad animal. Para nosotros es un debe que estamos encarando en este momento. Pretendíamos hacer una actualización de las distintas campañas, campañas para el control de la garrapata, la brucelosis y la tuberculosis.

A su vez, cuando se tuvo que priorizar los tiempos, definimos ciertas prioridades en lo interno y en lo externo. En lo externo, destaco todo lo que se hizo en pos de la erradicación de la plaga de la mosca de la bichera. Ese es uno de los objetivos principales de esta administración, una promesa electoral del presidente de la República, y en eso estamos muy conformes con lo avanzado. Otros temas que fueron prioridad fueron la seguridad rural, trabajando en conjunto con el Ministerio del Interior y el Ministerio de Defensa Nacional, y las jaurías de perros. Con la creación del Instituto de Bienestar Animal y la concientización de la gente, creo que se percibe un cambio en ambos temas. Eran temas muy sensibles para el sector. A eso nos referíamos con el cable a tierra, lo que realmente preocupa a los productores.

Actualmente se está discutiendo el proyecto de ley forestal impulsado por Cabildo Abierto. El senador nacionalista Sebastián Da Silva dijo que no se puede aprobar como está porque considera que limitar la producción mediante una ley es “kirchnerismo”. ¿Coincide con esta crítica?

No sé si coincido con la expresión, pero no estamos de acuerdo con el proyecto de ley. Estamos de acuerdo con los motivos y las preocupaciones que inspiraron este proyecto, en el sentido del mejor uso de los suelos para actividades que tienen potencial, pero entendemos que el camino elegido no es el correcto. Esperamos y tenemos mucho optimismo en que en el Senado se pueda corregir y podamos tomar un camino mejor para tener en cuenta esa preocupación, que es de recibo.

¿Cuál sería un camino mejor?

Tenemos que solucionar el aspecto de que se planten árboles sin afectar otras potencialidades, pero no es por el lado de la prohibición o el cambio de las reglas de juego para inversiones muy importantes que se han hecho en el país. Recordemos que en su origen, la ley forestal fue votada por unanimidad, entonces deberíamos hacer los máximos esfuerzos para que lo que se haga se haga unánimemente.

Otra cosa que no es menor es que a veces con el tratamiento de este tema percibimos que se confunde lo que es la actividad forestal con lo que es UPM. Se deja de lado un potencial enorme que tiene la forestación y en el cual nosotros tenemos muchísima expectativa, que tiene que ver con la producción de madera de calidad. Las industrias establecidas en los departamentos de Tacuarembó y Rivera son claros ejemplos de esa potencialidad que nosotros vemos y Uruguay debe seguir avanzando por ese lado. Principalmente, la diferencia más grande es que los aserraderos van hacia los montes, se establecen cerca, y no es como ocurre con la producción de celulosa, que es la madera la que va a los puertos, a las zonas francas, donde están establecidas las plantas. De esa manera, generan mucho trabajo en el lugar donde están las plantas porque también tienen actividades anexas, como es la producción de viveros o el raleo que requieren estos montes. En la propuesta de la ley forestal no vemos este tema reflejado y creemos que se confunde.

Lacalle Pou dijo que la vetaría si se aprueba como está en la Cámara de Senadores. ¿Sería la medida correcta?

No puedo ni siquiera emitir opinión. Tengo que respetar lo que el presidente decida, pero lo que sí creo y mantengo es que no estoy de acuerdo con los mecanismos y lo que impulsa esta ley.

¿Están dadas las condiciones para lograr una mayor flexibilidad en el Mercosur?

Sin lugar a dudas el gobierno opina que el camino es la búsqueda de la flexibilización de manera tal que nos habilite a mejorar las relaciones comerciales con otros mercados internacionales. Las señales de los últimos encuentros entre los presidentes, sobre todo con Brasil, apuntan en ese sentido. Nos ha generado optimismo al respecto.

¿Le parece que va a haber una alineación de los demás países? ¿Argentina sería más reticente?

Las señales que recibimos de Paraguay fueron similares a las de Brasil, pero de Argentina no hemos tenido señales en los últimos tiempos.

¿Cuánto más se puede expandir el mercado en China?

Me voy a referir estrictamente a temas agropecuarios. La situación con China sobre todo en carne, que es nuestro principal rubro exportable, es que dependemos mucho de ese mercado. Deberíamos tratar de flexibilizar nuestras exportaciones y no depender tanto de un solo mercado, en el cual pagamos demasiados aranceles comparativamente con nuestros competidores. A lo que debemos aspirar es a mejorar esos aranceles, pero paralelamente tenemos que tratar de tener otros mercados.

¿Qué otros mercados ve potencialmente?

Cada rubro tiene su potencial. En el caso de la carne, el sudeste asiático se presenta como un mercado muy interesante a desarrollar para Uruguay, principalmente Vietnam.

¿Cuáles son las estrategias que está implementando el MGAP para agregar valor a las cadenas agropecuarias?

Uruguay ha avanzado muchísimo a nivel de carnes, que antes se exportaba con carcasas congeladas y hoy lo hacemos en cortes, en cajas y con algún sello, a veces con alguna certificación especial. Hay bastante valor agregado que tiene trazabilidad. Nosotros tenemos que incursionar más en valorizar las particularidades de nuestros productos, en lo referido a la inocuidad, pero también a cómo lo producís. Me refiero al cuidado del ambiente: Uruguay produce un 60% sobre el campo natural, manteniendo biodiversidad y sin esquemas de encierro que son comunes en otros países. Lo hacemos velando por el bienestar animal. Nuestras vacas tienen más de una cancha de fútbol para vivir prácticamente libres todas sus vidas y el único esquema de encierro que tienen, en algunos casos, que son entre 10% y 15% de la faena, es que sus últimos 100 días los pasan en un corral, pero gran parte de su vida lo hacen a cielo abierto. Esos son atributos que nos diferencian y son valor agregado.

La semana pasada el Banco Central retomó las intervenciones y moderó el alza del dólar. ¿Qué opina de la intervención? ¿Cómo evalúa el precio del dólar actualmente?

Es una herramienta muy importante que los gobiernos han utilizado en los últimos tiempos y que incide en un país agroexportador como el nuestro. Todo lo que se haga al respecto incide. Nosotros velamos y tratamos de que el valor del dólar refleje lo máximo posible la realidad del mercado internacional, sobre todo la de nuestros clientes y nuestros competidores. El año pasado tuvo una corrección importante y ahora lo vemos ir en esa misma dirección. Ha habido una recuperación en el valor del dólar a nuestro entender que no la veíamos hace muchísimo tiempo, y eso para los sectores exportadores ha sido un avance. Los cambios son claros. Quizás podemos hablar de magnitudes, pero ahí tenemos que respetar lo que la autoridad diga. Mejoras hay.

¿Usted cree que el aumento podría ser de mayor magnitud?

Yo desearía... pero no tengo elementos para decirte si eso es lo correcto o no. Confío en lo que dice el Banco Central.

¿Qué piensa de los acuerdos ministeriales mano a mano? ¿Está de acuerdo con crear una mesa política de coordinación?

Creo que nos ha ido relativamente bien, lo que no quiere decir que no sea mejorable. Nosotros estamos abocados al trabajo en el ministerio y no tanto a las estrategias políticas. Estamos muy conformes con lo que hacemos a nivel de gobierno, integrar el equipo de gobierno es un honor, pero no quiere decir que no sea todo mejorable.

¿Cuál es el balance que hace de la ida de Ernesto Talvi del gobierno y la política?

No puedo decir nada al respecto sin decirlo como una evaluación personal. Yo lo lamento y mucho.

¿Fue un error?

No me atrevo a decir eso. Respeto su decisión y lo lamento.

¿Le gustaría asumir un rol de liderazgo en su partido más adelante? ¿Competiría en las próximas elecciones, por ejemplo?

Cuando me hacés esa pregunta me hacés acordar a lo que Talvi me preguntó, porque yo soy productor. Soy más bien técnico, gremialista, no he tenido ninguna trayectoria política hasta ahora. Cuando Ernesto me ofreció integrar Ciudadanos, la pregunta que me hizo fue: “¿Querés servir a la patria?”. “¿Y cómo no voy a querer? Es un honor para mí”, respondí. Y contestaría lo mismo. En la medida en que pueda contribuir a servir a la patria, estoy a la orden.