Entre el 17 de octubre y el 3 de noviembre estuvo en Uruguay el investigador, doctor en Historia y archivólogo canario Víctor Bello. Canario porque vive en las Islas Canarias y desde ese lugar, parte de España, a sólo 100 kilómetros de las costa africana, y desde donde llegaron los primeros pobladores de Montevideo en 1726, arribó a nuestro país para recuperar la memoria de los emigrantes lanzaroteños (de la isla de Lanzarote) y canarios en general como parte del proyecto Uruguay-Canarias, un viaje de ida y vuelta, organizado por la Asociación Tenique Cultural y la Asociación Cultural Veintinueve Trece. la diaria dialogó con Bello momentos antes de partir de vuelta hacia Lanzarote sobre lo que vino a hacer a Uruguay, el proyecto de investigación y los pasos que van a seguir en el futuro.

¿Cuál es el objetivo del proyecto Uruguay-Canarias, un viaje de ida y vuelta?

Se trata de una iniciativa que está en desarrollo y cuyo objetivo final es la investigación de las raíces de las Islas Canarias en este país, en concreto la inmigración de canarios, fundamentalmente de Lanzarote hacia Uruguay. Cuando se empezó a colonizar lo que hoy es Montevideo, el rey Felipe V dictaminó que viniesen 20 familias gallegas y 20 familias canarias. Todavía no sabemos bien por qué. No se llegó a encontrar el documento en el que se da la orden para saber por qué se eligen canarios y gallegos. Probablemente por el cultivo de la tierra, por la adaptabilidad al país, eso es lo que nos imaginamos, pero no tengo datos concretos. Entre esas familias que vienen de Canarias hay uno que es de Lanzarote. Y cuando se crea el primer Cabildo, en 1730, está formado por canarios, y el lanzaroteño, Cristóbal Cayetano de Herrera, es el alguacil mayor, el jefe de policía, que tiene que hacer cumplir con las normas. Y de él surge todo un linaje de políticos que llega hasta la actualidad. Tenemos una calle, que se llama Julio Herrera y Obes, que es descendiente de este primer lanzaroteño. A partir de ahí, la emigración de canarios hacia Uruguay ha sido muy importante, probablemente por el efecto de llegada: familiares que van llegando de Lanzarote, de Canarias en general, pero de Lanzarote concretamente porque es una tierra muy árida, un paisaje muy volcánico y que ha pasado episodios de sequías muy grandes y eso ha hecho que la emigración haya sido frecuente.

¿Qué viniste a hacer en concreto a Uruguay?

Soy doctor en Historia y archivólogo. Durante mucho tiempo trabajé en una intendencia, en un ayuntamiento en Canarias. Ahora soy autónomo, ahora soy freelance, y por eso las asociaciones que han impulsado esto contactaron conmigo, como experto en archivos, para venir a Uruguay y localizar documentos en los que estuviese registrada la emigración.

Viniste a analizar documentos.

Sí, documentos que están muy repartidos por muchísimas instituciones. Los más antiguos, los de los primeros colonos de 1726 a 1729, están en el Archivo General de la Nación. Por ejemplo, está el primer padrón de habitantes con reparto de tierra, de las chacras, y lo he digitalizado. Y posteriormente las actas de fundación del primer Cabildo, por ejemplo, y toda la dinámica posterior con la intervención de estos canarios, estos lanzaroteños, en la actividad política. También están los archivos tanto de Nicolás Herrera, nieto del primer colono, como de Herrera y Obes, su bisnieto, y ahí podemos ver toda su actividad política en Uruguay. Además, en el Archivo de la Dirección General de Educación están las actas del Consejo de la Junta de Educación de principios del siglo XX. La primera mujer que participó en ese consejo fue una lanzaroteña, hija de un médico lanzaroteño, Alfonso Espínola, que llegó a Uruguay en 1879. Hizo un trabajo médico y de sanidad muy importante para la Junta de Sanidad. Y la hija fue la primera mujer que participó en el Consejo de Educación desarrollando proyectos educativos para Uruguay.

Entonces, además de los primeros pobladores de Montevideo hubo otras oleadas migratorias de canarios a Uruguay.

Sí, coincide en el caso de los lanzaroteños con las crisis. Lanzarote siempre se ha dedicado a un monocultivo, o sea, la economía se ha basado en la agricultura, después fue el comercio de la barrilla, que es una planta para extraer tinte, después con la cochinilla, un insecto pequeñísimo que también se usa para teñir. Ese sistema económico colapsó y los lanzaroteños tuvieron que emigrar hacia Uruguay. Lo que no sabíamos hasta este primer viaje era que teníamos que conocer muy bien los nombres de los que emigraron desde Lanzarote para saber cuándo llegaron aquí y cómo se establecieron.

¿Cómo seguirá el proyecto?

Como esto es parte de dos asociaciones culturales, ellas podrían firmar convenios con cualquier institución, pero para darle un respaldo mayor, la idea es que firmen convenios con el Ayuntamiento de Teguise, que es la antigua capital de Lanzarote y de donde partieron muchos de estos emigrantes, y que Teguise firme convenios con el Archivo General de la Nación, con la Biblioteca Nacional, con universidades, con el Ministerio de Educación y Cultura, con todos los organismos que puedan ayudar, porque la idea es crear un corpus documental donde se registre toda la historia de la emigración lanzaroteña en Uruguay desde 1726 hasta 1950. Entonces, ese corpus documental quedaría en la página web del Archivo de Teguise para que esté accesible a todo el mundo. En ese sentido, no sólo se va a beneficiar Lanzarote, sino también Uruguay. Por eso también estamos estableciendo relaciones de cooperación con las asociaciones, con los colectivos de descendientes de canarios que hay aquí.

¿Qué otros destinos tuvieron los migrantes canarios?

Cuba y Venezuela. De hecho, cuando estuvimos planificando este proyecto, a mí me dieron a elegir entre Venezuela, Cuba y Uruguay. Y elegí Uruguay porque ha habido menos estudios. En Cuba, el que fue mi profesor de archivología estuvo hace años y digitalizó mucho. En Venezuela ha habido algunos profesores universitarios, pero aquí ha habido menos presencia.

En la presentación del proyecto se menciona el particular interés en el departamento de Canelones y en Las Piedras.

Porque es donde se establecieron, sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX, más canarios. Por eso se les llama canarios a los habitantes de Canelones, aunque ha habido otros inmigrantes de otros lugares como los gallegos o los asturianos. Tenemos mucho interés en saber cómo se asentaron allí.

¿No te parece que hay patrones en común entre el español que hablan los canarios y el que hablamos en Uruguay?

Hay una influencia lingüística muy grande entre Canarias y Uruguay. De eso me habló Valentín Trujillo, el director de la Biblioteca Nacional. Dijo que es un estudio muy interesante saber cómo en el lenguaje se pueden detectar palabras de uso canario. Por ejemplo, la palabra durazno en la península no se suele utilizar tanto, en Canarias sí. Incluso llamar frutilla a la fresa también puede ser de origen canario. La influencia portuguesa en el lenguaje probablemente también se pueda detectar. Palabras de origen portugués que seguramente vienen de los portugueses que se establecieron en Canarias. Hubo una migración portuguesa a Canarias desde la isla de Madeira. Estaban habituados al cultivo de la caña de azúcar y se trasladaron a Gran Canaria, a Tenerife, para poder poner en marcha los molinos azucareros. Y ahí influenciaron en la cultura local.

¿De qué manera se puede colaborar con este proyecto?

Nos interesa la difusión del proyecto. Pero además se pueden contactar conmigo, a través del correo electrónico [email protected], porque la idea es que todo descendiente de canarios que tenga material fotográfico, películas, correspondencia, si quieren y tienen interés, lo pongan a nuestra disposición para digitalizar. La idea del proyecto es generar un repositorio documental para que puedan acceder investigadores, pero también el público en general.

En estos días que has estado en Uruguay, ¿qué has visto que te recuerde a las Islas Canarias?

El contacto humano, sobre todo. El canario se parece más al andaluz, porque los primeros colonos de Canarias fueron andaluces. La forma de recibir a la gente que llega de afuera es muy parecida a la de Uruguay. Me ha encantado la forma en la que nos han acogido. Todo el mundo se ha puesto a nuestra disposición para todo lo que necesitáramos, para ayudarnos, y eso nos ha gustado mucho. Tenemos interés en crear un pequeño equipo de trabajo aquí, probablemente con alumnos recién egresados de los estudios de archivología o de historia o de comunicación, un pequeño equipo que pueda trabajar directamente en la Biblioteca Nacional, en el Archivo General de la Nación, en Canelones, digitalizando, localizando.