En los últimos días se han producido fuertes lluvias en casi todo el país y las inundaciones trajeron coletazos políticos. En Montevideo, que fue la zona más afectada con lluvias por encima de los 100 milímetros en apenas algunas horas, la intendenta, Carolina Cosse, aseguró que se trató de un evento extremo debido al cambio climático. Y que se está trabajando desde hace algunos años en la proyección de lluvias fuertes que se producirán más frecuentemente.

Este panorama excede el territorio de la capital. En la última semana hubo inundaciones en Maldonado y en el litoral, entre otros sitios, pero las capacidades y los efectos son diferentes. En ambos casos el sistema de drenaje pluvial se vio superado, pero a las pocas horas estaba normalizado. En el litoral, en cambio, la situación pluvial se combina con el incremento del nivel del río Uruguay.

Según los análisis y diagnósticos del Ministerio de Ambiente a través de los Planes Nacionales de Adaptación Costero y Ciudades, y las proyecciones realizadas a nivel global por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático y a nivel nacional por el Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) y la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, aún cuando la humanidad lograra detener las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el aumento del calentamiento global en el futuro, es posible afirmar que estos fenómenos también seguirán intensificándose. En ese sentido, destaca que la temperatura promedio ha aumentado 0,8 ºC desde 1961, las lluvias aumentaron entre 10 y 20%, el nivel del mar creció en torno a los 11 centímetros y se estima que para 2100 habrá crecido hasta 80 centímetros, que las temperaturas seguirán en aumento y que los eventos extremos, como el que azotó la última semana a gran parte del país, serán cada día más frecuentes.

Según los especialistas consultados, hay dos formas de intervenir ante este cambio: la mitigación y la adaptación. Y aun cuando pudiera mejorarse la emisión y la situación global, los eventos extremos tenderán a aumentar, por lo que se debe adaptar las ciudades y realizar políticas públicas que prevengan los problemas que ocasionan.

Inundación en rambla de Mercedes. (enero de 2019)

Inundación en rambla de Mercedes. (enero de 2019)

Foto: Mariana Greif

En ese sentido, el ingeniero Guillermo Moncecchi, responsable de la Dirección de Desarrollo Ambiental de la Intendencia de Montevideo, explicó que desde la comuna se está aplicando la sexta etapa del Plan de Saneamiento Urbano, que contempla, entre otros ejes, el refuerzo del colector principal de la cuenta del arroyo Mataperros y el saneamiento en diferentes puntos de la ciudad como Paso de la Arena, Bola de Nieve y Casabó Norte. Para eso se está ejecutando un préstamo de 70 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo.

Además, se están construyendo seis tanques estabilizadores que permitan retener mayor cantidad de agua. “Son obras que se hacen para resistir eventos que ocurren cada 20 años y ahora estamos sufriendo otros que ocurrían cada 100. No fue muy diferente al de hace dos años. El pico estuvo en Santiago Vázquez, donde se acumularon 118 milímetros”, explicó Moncecchi. Los otros picos, que hicieron que fueran superadas “ampliamente” las bocas de tormenta, se dieron en Malvín y el Prado. Además hubo algunos problemas en zonas de Pocitos y Punta Carretas. A la lluvia se le añadieron caída de árboles e intensificación de vientos.

Los tiempos de retorno, que son el modo en que se calcula cada cuánto tiempo se estima que se producirán este tipo de eventos extremos, sirven para que las obras se realicen contemplándolos. En ese sentido, las autoridades explicaron a la diaria que se contemplan tiempos de retorno de 10 a 30 años, pero que los eventos de hace dos años y de la semana última corresponden a tiempos de retorno de entre 80 y 100 años.

“Vamos a hacer un nuevo estudio para verificar los datos sobre tiempos de retorno de este tipo de eventos, porque lo último que tenemos es de 2013”, señaló Moncecchi. A la vez, explicó que hay otra obra planificada para mitigar el riesgo hídrico en la calle La Paz, que depende de un financiamiento de 23 millones de dólares. Para eso acudirán al CAF y requiere de aprobación del Gobierno Nacional.

En el mismo sentido, Cosse había advertido que Montevideo tiene un plan de emergencia que preventivamente ya había activado el protocolo ante el pronóstico de lluvias severas interviniendo en 300 bocas de tormenta en puntos críticos.

Maldonado: saneamiento y desobstrucción

En Maldonado la intensidad de las lluvias también anegó calles y caminos, pero el foco de las tareas está puesto en los últimos tiempos en saneamiento y desobstrucción, lo que, según las autoridades, permitió que se solucionara “rápidamente”, Así lo explicó el titular departamental del Centro Coordinador de Emergencias Departamentales (Cecoed), Mauricio Souza.

En 2023, además, se ha presentado la obra de remodelación de la Avenida del Mar en Punta del Este, con una inversión de 8 millones de dólares obtenidos a través del BID, que implica tres kilómetros de aliviaderos pluviales. Por su parte, el ex intendente y actual representante departamental en OSE, José Bentancur, explicó a la diaria que Maldonado tiene “un déficit de saneamiento muy grande” y que están en etapa de documentación para un fideicomiso de 55 millones de dólares con un préstamo de Fonplata” que se pagará con la tarifa balnearia, y permitirá hacer obras importantes de potabilización, saneamiento y mejoras en diferentes barrios”.

La Nación y el río Uruguay

Mientras las inundaciones elevaron alertas en Uruguay, en Dubái se desarrolla la COP 28 y los países debaten no sólo en torno a la emisión de gases de efecto invernadero, sino en relación a los eventuales fondos que los países desarrollados vuelquen en la adaptación para zonas vulneradas. Esos fondos están en discusión tras años de aplicación del Acuerdo de París, según el cual los países más ricos se comprometían a aportar 100.000 millones de dólares al año.

Según los documentos oficiales de la COP actual, se precisan 300.000 millones de dólares anuales a 2030 para apoyar la adaptación al cambio climático de zonas vulnerables en países no desarrollados. Pero hoy sólo 16.800 millones de dólares van a ese destino. La recomendación original era que al menos el 50% de los 100.000 millones anuales comprometidos en París fuesen para adaptación.

En ese sentido, desde el Ministerio de Ambiente, a través de la Dirección Nacional de Cambio Climático (Dinacc), se han realizado diferentes planes nacionales de adaptación (NAP, por su sigla en inglés) para costas y ciudades. Ambos han sido presentados ante la CMUNCC (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), pero las recomendaciones y políticas sugeridas no siempre han tenido aplicación: aún dependen de financiamiento para su implementación.

Desde el Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República, Rodrigo Alonso se ha ocupado en los últimos años -en conjunto con Dinacc- de monitorear el nivel del mar y las aguas costeras en Uruguay. El especialista advirtió a la diaria sobre la necesidad de adaptación y realización de políticas sobre la costa -ante el deterioro de la misma por el aumento del nivel medio del mar- y explicó que esta no se debe al aumento en las lluvias, como en el caso de las inundaciones antes mencionadas, pero sí al cambio climático. Son dos fenómenos climáticos paralelos: por un lado, aumentan las lluvias; por el otro, aumenta la temperatura del mar por el aumento de la temperatura atmosférica, que de este modo ocupa mayor volumen y, a la vez, se alimenta por agua de los deshielos cada vez más frecuentes.

“Los riesgos climáticos actuales en las ciudades de Uruguay son varios y se ven exacerbados por el cambio climático. Las inundaciones son de los más relevantes. También tenemos un aumento en el nivel del mar, que incide en la descarga de los ríos. Tenemos aumento de las temperaturas, y cambios en las precipitaciones y en los vientos, con mayor cantidad de precipitaciones intensas y vientos extremos”, añade el arquitecto y magíster en manejo costero Gustavo Olveyra, especialista consultor en el proyecto regional de Adaptación de ciudades y ecosistemas Río Uruguay para el PNUD.

El especialista aseguró que es preciso continuar aplicando y atendiendo a los NAP Ciudades y Costa, elaborados entre 2018 y 2021 y con un horizonte temporal hacia 2050. Los mismos tienen cinco líneas estratégicas: el ordenamiento territorial y la planificación en las ciudades para reducir riesgos; las medidas para implementar los necesarios cambios en el hábitat urbano, relocalizando la población cuando sea necesario; la gestión integral del riesgo de emergencias y desastres, para coordinar anticipación y respuesta ante eventos extremos; la adaptación de ciudades; el fortalecimiento de capacidades, sensibilización y comunicación; y, por último, la inclusión de medidas para una transición hacia formas de producción y consumo sostenibles.

Desborde del Canal Artigas en Ciudad de la Costa. (archivo, enero de 2022)

Desborde del Canal Artigas en Ciudad de la Costa. (archivo, enero de 2022)

Foto: Alessandro Maradei

Es en ese marco que, desde 2021, Argentina y Uruguay llevan adelante un proyecto binacional en el litoral del río Uruguay, para la “adaptación en ciudades y ecosistemas costeros vulnerables del río Uruguay”, en el que trabaja Olveyra. Este proyecto es financiado por el Fondo de Adaptación de las Naciones Unidas, a través de CAF Banco de Desarrollo de América Latina. En él participan, en Uruguay, el Ministerio de Ambiente, PNUD y la Corporación Nacional para el Desarrollo, y en Argentina, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible y el PNUD.

“En Uruguay, este proyecto lleva a la práctica varias de las medidas del PNA Ciudades, a través del apoyo para la incorporación de la perspectiva de cambio climático en planes de ordenamiento territorial, de gestión integral de riesgos y de manejo de áreas naturales protegidas, de la construcción de parques inundables en cuatro ciudades, de un programa para adaptar viviendas en la zona de riesgo medio de inundación de Paysandú, y la implementación de medidas de adaptación basada en ecosistemas y en comunidades”, explicó Olveyra.

Y añadió: “El PNA Ciudades impulsa una concepción de respetar la naturaleza, de hacer jugar al verde y al agua a favor de las comunidades, y que las personas comprendan estas cuestiones. Adaptación basada en ecosistemas, adaptación basada en las comunidades. Sin embargo, es posible ver cómo en algunos casos, hay actuaciones que van en contra de las dinámicas naturales: pensar en obras de defensa costera para habilitar la permanencia o la creación de suelo urbano en áreas en las que el mar o el río van a crecer con cierta frecuencia, no solo no está en línea con lo que establecen las leyes (como las directrices nacionales de ordenamiento territorial, entre otras), sino que se ha demostrado en los hechos que no son soluciones adecuadas, y que incluso provocan más daños, y generan más riesgo, además de generar degradación ambiental”.

La realización del plan depende del presupuesto e intervención de las instituciones y Olveyra advierte que el involucramiento es dispar y varía entre cambios de mando “sin distinción de color político de las intendencias”. A la vez que advierte sobre los cambios de priorización que suelen tener estos temas, sugiere que es clave “mantener los equipos técnicos de las instituciones, y cierta memoria institucional que trascienda esos cambios”.

Entre las discontinuidades se cuentan el reservorio en Casupá o la pérdida de lazo institucional entre el ordenamiento territorial y la protección del ambiente al crearse el Ministerio de Ambiente, mientras que se han mantenido avances en mapas de riesgo, y planes de gestión de riesgo a través de la Dirección Nacional de Aguas (Dinagua) y el Sistema Nacional de Emergencias (Sinae).

Foto del artículo 'Inundación y después: ¿qué hacer ante los efectos del cambio climático?'

En ese sentido, Alonso trabajó arduamente en la elaboración de monitoreos sobre el incremento del nivel del mar. “Los NAP Costas dan cuenta de una señal de aumento en toda la costa uruguaya. Eso implica por un lado que las playas que conforman la costa responden y se adaptan elevándose o retrocediendo. En zonas donde hay espacio no es problema, pero donde hay desarrollo urbano se producen complicaciones. Playas más angostas y que dan menor defensa frente a erosión e inundación con eventos extremos por crecida y oleaje intenso en el mar”, explica.

La tendencia global y local es de aumento del nivel medio del mar y de los eventos con crecidas y oleajes más intensos, además de vientos, pero es preciso el monitoreo permanente porque cada caso tiene particularidades. Entre las políticas posibles para mitigar y adaptar, el especialista señala la utilización de arena para relleno de la costa. En ese sentido, considera clave conocer el lecho marino uruguayo y poder saber con qué calidad de arena y sedimentos se cuenta, dado que la arena continental es insuficiente para dicha tarea de contención a las crecidas en el futuro.

Otras medidas, como “regeneración de dunas, plantar vegetación nativa, favorecen potenciar el sistema playa duna en cuanto a su rol de brindar protección contra erosión e inundaciones”. Para Alonso es importante desarrollar el sistema de alerta temprana que permita reducir vulnerabilidades. Para eso, entonces, el monitoreo. Desde el Instituto de Mecánica de los Fluidos e Ingeniería Ambiental dirige un sistema de pronósticos y variaciones del nivel de Río de la Plata y del océano Atlántico y tienen un proyecto recientemente aprobado para incorporar al sistema el nivel de oleaje. Para ello, explica, harán una prueba piloto de erosión e inundaciones en Piriápolis, donde cuentan con cámaras de monitoreo.