Que Montevideo es una ciudad con puerto es un dato objetivo. Lo es desde sus orígenes, como quedó claro durante la discusión política veraniega que se disparó debido a la decisión de la Intendencia de Montevideo (IM) de celebrar los 300 años de la capital el 19 y el 20 de enero (ver recuadro). Sin embargo, con el paso del tiempo se fue imponiendo una expresión parecida pero no igual: ciudad puerto. El atajo conceptual se toma con frecuencia cuando hablamos en clave histórica, como si fuera el inevitable resultado de poner a la ciudad frente a un espejo. También se repite al abordar asuntos más complejos, como el desarrollo de los territorios sobre los que se levantaría el país.

Pero, después de escuchar o leer a Laura Alemán, podría afirmarse que el éxito del latiguillo no garantiza su rigurosidad. La profesora titular del Instituto de Historia de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de la República advierte que, para entender la precisión, hay que tener en cuenta las normas con las que la monarquía española reguló la vida en sus colonias. Al viajar hacia atrás nos vamos a topar con condicionamientos tan conocidos como la vecindad con Buenos Aires, a menudo útil para explicar pasado y actualidad. El reciente aval argentino a la profundización del dragado del canal de acceso al puerto montevideano es apenas la última perla de un collar de varios siglos. La comparación de orillas rioplatenses sirve para asumir los rasgos primigenios de Montevideo, sin privarnos de entender sus cambios posteriores ni despojarnos de ropajes identitarios. Pista tranquilizadora: una ciudad de diseño mediterráneo puede estar rodeada de agua y, finalmente, vincularse con la arena, las olas y el horizonte.

¿Es correcto definir a Montevideo como ciudad puerto?

Montevideo fue ya en su origen un lugar propicio para instalar un puerto natural, mucho más que Buenos Aires. El tema es que, curiosamente, la fundación de Montevideo contradice ese destino natural. Se realiza de acuerdo a las Leyes de Indias vigentes durante la colonización española. Las leyes planteaban dos modelos de ciudad, la ciudad mediterránea y la ciudad puerto, y Montevideo se funda como ciudad mediterránea, no como ciudad puerto. Eso ha sido muy analizado, muy estudiado por los historiadores y produce algunos aspectos peculiares. En primer lugar, es una fundación bastante tardía en relación a otros puntos de América y, en segundo lugar, se realiza de acuerdo a un modelo urbano que es mediterráneo. Buenos Aires, por ejemplo, sí es fundada como ciudad puerto y eso se puede ver. Cuando vas a Buenos Aires ves que la plaza principal, la plaza de Mayo, está sobre la costa, sobre el borde costero.

Aunque los espacios ganados al Río de la Plata, hacia la zona de Puerto Madero, ya no permiten verlo…

Pero si ves un plano, claramente vas a ver la disposición que tiene. [La ciudad] es como una corona que rodea esa plaza, que está ubicada sobre la costa. En Montevideo eso ocurre de otra manera. A pesar de tener esas condiciones geográficas muy privilegiadas para instalar un puerto, como el monopolio en aquel momento lo tenía Buenos Aires y había un sistema de puerto único, Montevideo se funda a contrapelo de su condición naturalmente portuaria. De todas maneras, eso va cambiando con el tiempo. Hay un momento, que es bastante importante, cuando la corona española queda en manos de los Borbones, que eran bastante más liberales. La dinastía borbónica, a partir de 1778, va hacia un modelo de libre comercio. Ahí Montevideo puede empezar a desarrollarse más francamente como puerto; eso tiene toda una evolución que llega hasta hoy, donde tenemos un puerto absolutamente hipertrófico. Lo interesante es esa especie de ambigüedad o de contradicción que hay en el origen de Montevideo como ciudad: la plaza principal, la plaza Matriz, no está sobre la costa sino que está tierra adentro.

Puerto y escollera Sarandí. (archivo, mayo de 2023)

Puerto y escollera Sarandí. (archivo, mayo de 2023)

Foto: Ernesto Ryan

¿Ese es el concepto de ciudad mediterránea?

Claro. En el caso de la ciudad mediterránea la plaza está ubicada en un punto alto y no está sobre la costa, sino que está en torno al centro de la ciudad. De todas maneras, en Montevideo las primeras manzanas que se proyectan están muy cerca del embarcadero natural, eran unas seis manzanas. Pero luego se instala la plaza y se empieza a tener la ciudad en torno a esa plaza. Si bien no es lejos de la bahía, ese trazado no está comandado por la situación costera. Montevideo se funda como ciudad mediterránea porque es una ciudad fortaleza, una plaza fuerte. Se funda por razones defensivas, no por razones económicas. La zona que paradójicamente lleva el nombre del Río de la Plata no cuenta con oro, con plata, con los metales preciosos que atraían económicamente a los grandes imperios. Entonces, queda retrasada la fundación también por eso. Lo que sí hay es un interés geopolítico de disputa entre España y Portugal, entre dos grandes imperios. Montevideo se funda para frenar el avance portugués, entonces se funda como una plaza fortificada.

¿Cómo incidió el diseño mediterráneo en el posterior desarrollo de la ciudad? ¿Hay marcas de eso?

Es una pregunta difícil. En aquel momento, si uno ve el modelo de ciudad puerto y de ciudad mediterránea, son diferentes. Con el paso de tantos años, eso queda muy perdido en un pedacito, en la península, lo que es hoy la Ciudad Vieja. Finalmente, Montevideo se transformó en la gran cabeza de un país pequeño, como decía Carlos Real de Azúa. En ese esquema radial de vías que salen desde la ciudad y van hacia el resto del territorio, el mar y el puerto empiezan a ser muy importantes. En el mapa de Montevideo podemos ver la importancia, el punto focal que es hoy la península, la bahía, que finalmente se consolidó como puerto. Entonces, ese primer embrión de Montevideo, esa génesis como ciudad mediterránea finalmente no afecta demasiado en la gran estructura territorial. Sí afecta en el esquema primario, donde está ubicada la plaza, donde está la iglesia Matriz, el Cabildo, eso se mantiene hasta hoy. La ciudad mediterránea es una ciudad más introvertida; la ciudad portuaria es una ciudad que mira hacia el horizonte, hacia afuera. Si uno camina hoy por la plaza Matriz, la sensación espacial es muy distinta que si caminás por la plaza de Mayo. La plaza de Mayo es más abierta, extendida, se siente la proximidad del río, la luz es diferente, el ruido… La plaza Matriz es un recinto, muy contenida, más cerrada. Además, la forma cuadrada le da otra sensación espacial, como de espacio de recogimiento. Hay un tema con el arbolado, con el cerco que definen los edificios. De todas maneras, ya en tiempos coloniales hay una apropiación de la costa. Hay salidas afuera de la muralla para bañarse, hay toda una conquista de la costa para la recreación. Está la Aguada, una zona muy tranquila donde hay cultivos, ocio, desde donde se ve muy linda la ciudad desde el otro lado, a través de la bahía. Hay una apropiación de la costa que es muy temprana, aun en una ciudad trazada y definida a priori como una ciudad mediterránea. Montevideo transgrede algunos preceptos de la ciudad mediterránea.

¿Cuáles?

Por ejemplo, si vos comparás… Minas sí es una ciudad que cumple al pie de la letra la norma indiana. Porque, para empezar, la forma de la plaza no era cuadrada sino rectangular. Para seguir, los principales edificios, como el Cabildo y la iglesia, no estaban sobre la plaza sino en una avenida que sale del punto medio de la plaza. Eso es lo que ocurre en Minas, que es precioso, cuando ves esa perspectiva, esa avenida pequeña que sale de la plaza, y ves los edificios ubicados allí. Montevideo tiene algunas transgresiones importantes al esquema de ciudad mediterránea.

Puerto de Montevideo. (archivo, setiembre de 2021)

Puerto de Montevideo. (archivo, setiembre de 2021)

Foto: Ernesto Ryan

De la misa a la rambla

A pesar de ser diseñada como ciudad mediterránea, Montevideo terminó mirando más hacia el Río de la Plata que Buenos Aires, que paradójicamente fue diseñada como ciudad puerto. ¿Por qué el desarrollo de Montevideo rompió esa tendencia original hasta acumular decenas de kilómetros de rambla?

La costa, de a poco, va siendo una zona muy atractiva que empieza a competir con el arroyo Miguelete. Luego de la Guerra Grande, a fines del siglo XIX, la zona del Miguelete, con las casaquintas, era una zona de recreación importante, sobre todo para las clases sociales más altas. Eso empieza a competir con el atractivo del Río de la Plata y eso va generando pequeños asentamientos, el balneario Ramírez, la zona de Pocitos, de Carrasco. Lugares para los baños, la recreación. Eso genera algunos puntos que luego se van cosiendo, tejiendo. Esto es un proceso; uno de los principales protagonistas es el arquitecto Raúl Lerena Acevedo, que hace el proyecto de la rambla que viene de Carrasco, Punta Gorda, Malvín, Pocitos, etcétera. Por eso, esa zona de la rambla es muy diferente al tramo de la rambla Sur, que es posterior y que es responsabilidad del ingeniero Juan Pedro Fabini. El proyecto de Lerena Acevedo respeta mucho las ondulaciones naturales. Estoy pensando en la playa de los Ingleses, toda esa zona… Hay un respeto por las ensenadas, por las puntas rocosas, por la vegetación. Hay un proyecto bastante blando, bastante delicado, que es todo ese proyecto largo, de esa rambla que es de las primeras décadas del siglo XX. Después, todo eso se va a completar con el trazado de la rambla Sur, desde la calle Jackson hasta la escollera Sarandí, que es un trazado mucho más potente, más duro, más moderno, que se impone mucho más. Tenés el murete de granito rosado, el muro y el agua, no tenés la zona de playas. Un gran proyecto que tuvo sus costos sociales: se perdieron dos playas, la zona del Bajo… Fue, en aquel momento, un proyecto polémico. Tenemos la letra de Víctor Soliño [que lamenta los cambios, en el poema “Adiós, mi barrio”]. Los poemas de Emilio Frugoni un poco celebran la pérdida del Bajo, que para él era, como dice, una llaga pestilente. Hay una visión ahí muy moderna y muy puritana: eliminar esa zona de mala vida que, a la vez, me la imagino muy fermental, de mucha bohemia. Se elimina todo eso y se hace este gran balcón hacia el mar que es una maravilla y que todavía podemos disfrutar. Pero desde el punto de vista social y ecológico, mirado desde hoy, tiene sus bemoles. Entonces, tenés por lo menos dos grandes cintas o fajas en el trazado de la rambla. Eso tiene que ver, a mi juicio, con el espíritu reformista, transformador del batllismo. José Batlle y Ordóñez viaja a Europa. Hay algunas cartas de él, por ejemplo, de 1908. Le escribe a Claudio Williman y le cuenta lo que ve, las grandes capitales, avenidas, parques, y empieza a pensar en la posibilidad de una rambla. Muchas figuras de la época empiezan a pensar en eso y eso va generando una especie de clima intelectual, cultural, favorable a esto.

¿Qué nos dice el hecho de que no se haya desarrollado algo parecido hacia el oeste?

Más allá de que Montevideo está construida como abrazando la bahía, hay una distancia. En parte tiene que ver con el crecimiento del puerto. Cuando yo era niña, iba a pasear al puerto, se podía entrar, todo el mundo entraba, veías los barcos. Hoy está absolutamente colonizado por paisajes diferentes, los contenedores, las grúas… Un paisaje que me gusta, no estoy haciendo un juicio negativo, pero claramente hay una barrera entre el río y la ciudad en esa zona. En la escollera Sarandí, cambia. Pero claramente hay una situación de gran asimetría entre la zona de la rambla y la zona de la bahía. Por eso toda la movida del predio Mauá; muchas personas de la comunidad hemos tratado de que finalmente no se lleve el puerto [hacia allí]. Porque si el puerto empieza a colonizar también la zona del sur, nos quedamos sin rambla.

¿300 años de qué?

¿Cómo viviste la discusión que se planteó en enero, cuando la IM organizó los festejos por los 300 años del inicio del proceso de fundación de la ciudad?

Me pareció una discusión sin sentido, quizá malintencionada, por quienes comenzaron a cuestionar el año 1724 como posible fecha conmemorativa. Se puede festejar el 24, se podría festejar el 26 y hay historiadores que hablan de años previos, incluso. Las órdenes que se les dan a Bruno Mauricio de Zabala y, antes, al gobierno de Buenos Aires para que empiece a tomar las riendas y fundar Montevideo podrían tomarse como el inicio del proceso.
El 24 me parece un buen momento, porque es justamente cuando Zabala finalmente escucha y acata la orden y viene a instalar aquí la fortaleza, que es parte de una serie de núcleos. Está la fortaleza de Santa Teresa, la de San Miguel, Maldonado, Minas, San Carlos… Forman una especie de cordón defensivo. La fecha del 24 no es arbitraria, me parece totalmente incuestionable. Realmente hay un hecho histórico importante, cuando Pedro Gronardo, que era un práctico portuario, ve que en esta zona están instalados campamentos y unos barcos portugueses, vuelve para Buenos Aires, avisa y viene Zabala y funda Montevideo. Ya en el 24 hay una primera embestida para afincarse aquí y construir el Fuerte Grande, ubicado donde hoy está la plaza Zabala, que fue luego la casa del gobernador. Ahí se inicia un proceso que va a seguir con la formalización en el año 26, cuando Zabala decreta el auto fundacional. A partir de allí, empieza Pedro Millán con el tema de delimitar bien la jurisdicción con todos sus detalles, con precisión, y luego a empadronar y a repartir los solares.
No era en aquel momento una ciudad como la entendemos hoy, era el casco urbano, lo que hoy ocupa la Ciudad Vieja, la península con esos solares, pero después toda el área circundante. Era una ciudad territorio, una unidad económica autosustentable, donde las tierras circundantes abastecían, por el trabajo agropecuario. No era una ciudad en términos liberales, como se puede entender ya en la época republicana, sino un aparato diferente. Quien venía a poblar recibía no solamente la casa en la ciudad, sino también tierras para el trabajo, casaquintas.

¿La discusión sobre la fecha de la fundación no terminó contribuyendo a que habláramos un poco más de historia?

Puede ser, eso sí. Puede ser que haya traído ese resultado imprevisto, colateral. Que quizá las personas que no están tan involucradas en estos temas hayan empezado a averiguar, a pensar, a estudiar cuándo se fundó Montevideo, por qué tal fecha y no tal otra. Pero lo que hay que entender es que es un proceso, que no es demasiado largo en la historia, porque son unos años. Me lo imagino gráficamente, como algo que empieza con unos puntos dispersos y después se consolida, que no tiene un comienzo y un final precisos.