A la par del crecimiento de la industria de los videojuegos en Uruguay, Laia Barboza, más conocida como Laia Bee, cofundadora de Pincer Games, un estudio de desarrollo de videojuegos uruguayo, comenzó a ser reconocida por su trabajo y se posicionó como una de las figuras más relevantes del ambiente. Fruto de eso, la Cámara Uruguaya de Desarrolladores de Videojuegos (CAVI) la eligió en junio como su presidenta. En diálogo con la diaria, Bee, de 38 años y que vive en Maldonado, comentó que su activismo por mejorar la participación de las mujeres en un sector en que su inclusión es casi nula fue uno de los motivos por los que se postuló para la presidencia. “Entiendo que es importante demostrar que es un espacio para nosotras y que nos pertenece como consumidoras y creadoras”, afirmó.

Los encargados de elegirla fueron los integrantes de la CAVI, unas 20 empresas conformadas y otras 15 empresas de garaje que aún no son estudios pero tienen la intención de serlo. Comentó que “la cámara capta desde antes de la formación de la empresa para ayudar, promover y contarles todas las cosas que se están haciendo y ayudar cuando se trancan”.

La CAVI realiza varias actividades relacionadas con la promoción y el impulso de la industria de los videojuegos; una de las tareas más relevantes es guiar a los estudios hacia nuevas oportunidades, como los fondos concursables. Bee contó que entre los fondos activos hay uno del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) y dos del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM). También destacó el papel de Uruguay XXI, institución con la que colaboran desde 2021 para enviar delegaciones a las ferias de desarrollo de videojuegos más grandes del mundo.

Organizan encuentros en la plataforma Meetup, donde desarrolladores nacionales o regionales exponen sobre temáticas relacionadas con el tema. Las actividades de networking también son muy importantes, porque “es un intercambio entre empresas más experimentadas y las que recién se están iniciando”. Level Uy es el evento estrella en ese sentido; es organizado por la CAVI, Antel, el MIEM, el MEC, Uruguay XXI y la incubadora de empresas Ingenio.

Concurso nacional de videojuegos

Bee hizo especial énfasis en el trabajo que realiza la CAVI con el Concurso Nacional de Videojuegos, que este año va por su decimoquinta edición. Contó que a causa de que la industria logró casos de mucho éxito a nivel internacional, el año pasado se crearon tres categorías que suplantaron a las que había antes.

Ahora hay una categoría para el mejor juego hecho por estudiantes; la intención es darle más visibilidad e impulsarlos para meterse en el mundo de los videojuegos; eso va de la mano con la gran oferta educativa que hay en Uruguay en la materia. Los premios del año pasado fueron 1.000 dólares en efectivo, una estatuilla y mentorías con las empresas más importantes de Uruguay.

Luego está la categoría Mejor juego debut, que es similar a la de Mejor juego uruguayo que había antes. El premio para esa fue de 4.000 dólares, una estatuilla y las mentorías, aunque originalmente se enviaba a los ganadores a la Game Developers Conference, la conferencia de desarrolladores de videojuegos más importante del mundo, pero como no se sabía ni se sabe si la conferencia va a ser presencial nuevamente, está la opción del premio en efectivo.

La tercera categoría corresponde a Mejor juego uruguayo, que no es votada por un jurado, sino que son las propias empresas uruguayas las que eligen el reconocimiento a sus pares. El ganador se lleva la estatuilla, el respaldo de sus colegas y, de cara a lo internacional, posicionarse como el mejor juego del país.

Una de las nuevas herramientas que implementaron hace meses junto con Uruguay XXI es la página oficial de videojuegos del país, similar a la de Uruguay Audiovisual. “En la página de videojuegos está todo el catálogo de empresas nacionales y en inglés, de cara a captar inversión extranjera y dar a conocer nuestros productos”, contó y valoró que cualquier estudio puede hacerse un usuario y dar a conocer su proyecto.

Durante su período como presidenta, en primer lugar apuesta a mantener lo que ya existe, pero comentó que hace años en la CAVI trabajan en un plan para impulsar el proceso de los que quieren hacer videojuegos para que puedan “catapultar” su proyecto. Relató su experiencia y la de su empresa en Ingenio y la valoró como “súper positiva”, pero consideró que es necesario sumar nuevas etapas al proceso.

La idea es, por un lado, tomar la experiencia de Ingenio, que logró que el 100% de las personas que incubaron emprendimientos siguieran en la industria, y fusionarla con una instancia similar a Germina, el plan del Instituto Nacional de la Juventud orientado al desarrollo emprendedor de los jóvenes: “Nos gustaría que haya un gran roadmap [plan de desarrollo] para que las empresas puedan transitar primero por una preincubación y después por una instancia más madura de incubación y aceleración, son dos etapas bien diferenciadas”, afirmó.

Para ella, “en una industria de software es más fácil saber cuánto te va a llevar el desarrollo de un producto; en videojuegos hay una cruza entre tecnología y arte, ese gran cruce es el que hace que hasta los más grandes experimentados no sepan cuál va a ser el proceso del producto que estás intentando hacer”. Se suma que la industria de videojuegos es “punta de lanza” en tecnología; su constante adaptación a las novedades hace que no haya un patrón a seguir sobre cómo se desarrolla un juego.

Bee apuntó que “todo el mundo sufre los mismos dolores en la industria” y por eso es importante que haya una etapa de preincubación para entender qué es lo que se necesita para hacer un videojuego: “Si te vas a una aceleradora de una, sin haber tenido más maduro el producto y saber a dónde querías llegar, es difícil poder pasar por esa etapa de una manera sana”. No cree que se pueda realizar esta iniciativa este año; la idea es trabajar para que el proyecto se inicie el año que viene.

Plenamente exportadores

Lo emocionante en el mundo del desarrollo de videojuegos es que el éxito muchas veces no depende del número de personas involucradas en la creación de un producto o en el presupuesto. No es inusual que la sencillez compita con las grandes producciones, porque “un juego creado por una sola persona puede ser exitoso”, dijo Bee. Lo básico para hacer un videojuego es contar con conocimientos sobre arte, diseño de videojuegos y programación, aunque existen formas de hacer el procedimiento de modo más sencillo: “Hay plataformas en las que no tenés que saber programar, tienen límites, pero podés hacer videojuegos. También hay gente que clona el videojuego y no necesita hacer el diseño”.

De la mano de las pequeñas empresas, que pasaron de tres o cuatro empleados a más de 50, y el arribo de empresas internacionales, aumentaron las capacidades de desarrollo de videojuegos de la industria uruguaya. Mientras que las firmas locales lograron enormes éxitos -como el conocido caso de Kingdom Rush-, las grandes extranjeras abrieron la posibilidad de hacer juegos triple A, una categoría que consiste en una mayor cantidad de desarrolladores e inversión monetaria. Hoy en día, en Uruguay se desarrollan todo tipo de videojuegos: para móvil, PC, consolas y realidad virtual.

Según una encuesta que realizó el MIEM en 2018, desde 2013 a ese año el crecimiento de la industria uruguaya de videojuegos fue de 100%. Para Bee, actualmente hay mucha oferta educativa en la materia y argumentó que “en un momento en que muchos jóvenes están desmotivados con los estudios carreras que tienen que ver con creatividad, como los videojuegos, han sido el escape de muchos que no sabían qué estudiar”. Indicó que la UTU está evaluando expandir su oferta relacionada a los videojuegos dentro del área audiovisual. Además, cada vez llegan más empresas y eso hace que haya muchos más puestos de trabajo, se empieza a ver la “maduración” de la industria en Uruguay.

La forma en que se desarrollan los videojuegos uruguayos no es diferente a la que se hace en otros países más avanzados en el tema; apuntó que lo que cambia son las herramientas de las que disponen. El Plan Ceibal tiene un papel especial en el desarrollo de la industria porque es un gran contratista de estudios de videojuegos uruguayos: “Hay muchos niños que no conocían los videojuegos de afuera; por ejemplo, con sus ceibalitas su Súper Mario era un juego que hizo Trojan Chicken. Ceibal habilitó un mercado de videojuegos educativos a nivel nacional”, comentó. Hay estudios uruguayos que vivieron mucho tiempo de hacer juegos para Ceibal a partir de contratos que hacían que hubiera exclusividad con Ceibal en el territorio uruguayo, pero podían subirlos a las plataformas de comercialización para venderlos a nivel internacional.

Sin embargo, el mercado uruguayo “no es para nada relevante” en la economía de los estudios locales. La industria vive de las exportaciones, principalmente hacia Estados Unidos, Europa y últimamente Asia. En Latinoamérica, señaló que Brasil y México son “los dos monstruos más importantes que tenemos”. La diversidad de destinos de los productos hace que en algunos casos tengan que pasar por un proceso llamado “localización”. Explicó que no es una simple traducción; se trata de “entender culturalmente lo que necesita ese consumidor; por ejemplo, en China no se pueden poner calaveras ni se puede mostrar sangre, la sangre se tiene que retirar o poner de otro color”.

“Hoy está más democratizado poder hacer un videojuego, nunca hubo un mejor momento que ahora para hacerlos”, planteó, y explicó que aunque la competencia es más alta, también hay más recursos: “Con una computadora y conexión a internet tenés el potencial para ser un éxito internacional, no importa la edad que tengas, cuándo iniciaste o qué experiencia tengas”. Su idea se apoya en los ejemplos de videojuegos que han sido hits en el mundo y que son muy sencillos y fueron creados por una persona.

Se necesitan impulsos

A su criterio, la industria uruguaya tiene “un camino bastante nivelado” como para seguir avanzando, pero piensa que se necesitan más impulsos. “Es necesario seguir creando herramientas que apoyen estos emprendimientos, ya está demostrado que todo lo que se invierte tiene retorno. Somos una gran industria exportadora; si se le presta atención y se le da más recursos, tiene una gran capacidad de retorno”, sostuvo.

Algunos de esos impulsos se han perdido, como el apoyo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación, que “ya no brinda herramientas específicas para videojuegos”. Además, “otras instituciones se han quedado un poquito atrás”, aunque no sabe si es por temas internos o si tuvo que ver con la pandemia. Pero por otro lado se han afianzado otros actores, como el MIEM, que “tiene un compromiso muy fuerte, lo entiende y lo viene acompañando hace mucho”.

También se refirió a la situación de las mujeres en la industria y planteó que no ve mejoras. Relató que durante su experiencia como directora de Girls in Tech Uruguay fue a una charla que dio un experto sobre la brecha de género que existe en la tecnología: “Dijo que si se hiciera un esfuerzo sobrenatural en impulsar a las mujeres en el mundo de la tecnología, se prevé que recién en 30 años se podría ver una pequeña mejora”. Aclaró que “hay muchos espacios seguros para las mujeres” dentro del mundo de los videojuegos e indicó que “somos una de las industrias que más cuestiona, más habla y más intenta que las cosas sean justas”.

Apuntó que también es importante crear una “cultura de respeto y de diversidad” en lo que refiere a “distintos contextos socioeconómicos y la inmigración, por ejemplo”, y que “todos los productos culturales se benefician de la diversidad”. “Durante mucho tiempo el héroe del videojuego era la misma persona”, explicó, y aunque dijo que no hay nada malo con eso, cuando aparece otro tipo de personajes “sentís que te están hablando a vos”. “Ver heroínas que resuenan contigo o héroes de otras realidades te da la oportunidad de empatizar”, afirmó, y añadió que a diferencia de otras actividades más pasivas “los videojuegos te dan la oportunidad de accionar, y eso genera una empatía muy fuerte”.

Finalmente, aconsejando a quienes quieren meterse en el mundo del desarrollo de videojuegos, dijo que pueden empezar hablando con alguien que ya esté adentro, porque, a diferencia de otras industrias, hay “muy buena onda” y “ganas de ayudar al prójimo”. “Entre nosotros no somos competencia, queremos que haya más Kingdom Rush, nos da mucho orgullo, nos pone en el mapa”, aseguró. Otro camino es el Concurso Nacional de Videojuegos, que es la “excusa” para hacer uno y entregarlo a fin de año. “Nunca sabés cuándo te va a tocar ganar. Aunque no ganes vas a quedar en contacto con personas que vieron tu juego, que conocen de la industria y vas a poder hablar con ellos”, concluyó.