Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El PIT-CNT conmemora el último Día de los Trabajadores en un quinquenio que le planteó desafíos enormes. Sectores de fuerte peso en el actual oficialismo impulsaron propuestas regresivas y gran hostilidad hacia la central, que durante 15 años de gobiernos frenteamplistas había mantenido discrepancias y reclamos insatisfechos, pero también se había acostumbrado a una actitud distinta de las autoridades.

La ley de urgente consideración (LUC) incluyó numerosas disposiciones rechazadas por el movimiento sindical, y hubo una pérdida de salario real por el efecto combinado de la orientación gubernamental y la emergencia sanitaria, que además causó un importante aumento del desempleo y acotó mucho las posibilidades de organización, debate y movilización.

Ante la decisión gubernamental de favorecer a los “malla oro” y la promesa de un “derrame” que nunca se produjo, el PIT-CNT defendió a quienes eran más vulnerables a la crisis, apoyó a las ollas populares y fue capaz de lograr casi 800.000 firmas para que en marzo de 2022 se realizara un referéndum contra 135 artículos de la LUC. Esos artículos quedaron en pie, pero el saldo de la movilización fue muy positivo, fortaleciendo la organización popular y logrando que una relación de fuerzas muy pareja frenara en buena medida otras iniciativas oficialistas.

De todos modos, la pérdida salarial en los años de este gobierno se estima en el entorno de 2.000 millones de dólares, con aumento de la pobreza, la desigualdad y los empleos de mala calidad, incluyendo a aquellos en los que la relación de dependencia se disimula mediante el uso de plataformas, para desconocer derechos básicos. Sólo los sindicatos fuertes en algunos sectores pujantes lograron resistir el temporal.

En el último tramo de este quinquenio, la dirección de la central sindical enfatiza la búsqueda de avances hacia su programa de reformas estructurales, quizá porque la vida le ha mostrado que las conquistas logradas en lo que va de este siglo pueden perderse o verse muy amenazadas en el vaivén de lo coyuntural. En esta línea se inscriben sus propuestas vinculadas al impacto de nuevas tecnologías en el mundo laboral y a la reducción de la jornada de trabajo, así como el proyecto de reforma constitucional sobre seguridad social, por el que entregó 430.000 firmas el sábado pasado y que se ha impuesto como un eje del debate en este año electoral.

La propuesta es polémica, y ha recibido fuertes cuestionamientos no sólo desde el actual oficialismo, sino también de especialistas afines a la izquierda y parte de los sectores del Frente Amplio. Uno de sus objetivos es forzar una reorientación progresista profunda del modelo productivo, las políticas públicas y el sistema tributario, a partir del hecho consumado de un aumento de los recursos destinados a jubilaciones y pensiones, pero esta no es la única consecuencia posible si la reforma se aprueba, y la sociedad está aún lejos de contar con elementos para una decisión democrática de calidad.

Más allá de la urgencia y conveniencia de un debate a fondo sobre esta cuestión, el movimiento sindical confirma su capacidad de protagonismo mediante la movilización social y su autonomía del sistema partidario. En el acierto o en el error, son valores históricos y necesarios.

Hasta mañana.