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Moreno Veloso.

Foto: Victoria Rodríguez

Tupí or not tupí

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Moreno Veloso, mucho más que el hijo de Caetano.

Flaquito, chiquito y de blanco, se arropa con su violonchelo a un costado. En el centro está Adriana Calcanhotto, ilustre gaúcha y compositora establecida de la nueva camada de la MPB (Música Popular Brasileña). En el otro costado, Domenico Lancelotti y un sampler. Los instrumentos rotan y los roles van cambiando. El chiquito del violonchelo es Moreno Veloso, el hijo de Caetano, y cuando le toca cantar la audiencia lo reconoce. Estuvieron el miércoles en el Cine Teatro Plaza, por primera vez, de visita fugaz. Esperaban menos gente, pero a la hora de la música de Brasil nadie se acuerda de ningún Maracaná. Sobre sus trabajos como solista, con el proyecto +2 (junto a Lancelotti y Kassim) y la Orquesta Imperial (una big band de samba de salón) y su herencia musical, hablamos con el segundo Veloso más reconocido.

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-Hagamos un poco de historia. Tus padres después de casarse se fueron a San Pablo, pero tú naciste en Bahía.

-Sí, yo nací en Bahía. Mis padres vivieron un tiempo en San Pablo y mi padre fue encarcelado por el régimen militar. Luego lo dejaron libre con la condición de que se fuera de Brasil.

-Entonces se van a Londres, al exilio...

-Sí. Cuando vuelven de Londres van a vivir a Salvador y fue entonces cuando yo nací, en 1972. Pero sólo viví en Salvador hasta los tres años, después me fui a Río de Janeiro y es donde vivo hoy.

-¿Escuchás los discos de tu padre?

-Sí, pero en mi casa. En la casa de él cuando era niño no, porque no le gusta oír sus propios discos.

-¿Eso condicionó tu escucha?

-No. Lo que sucede es que era difícil oírlos en casa, pero en la casa de mis amigos los escuchábamos. Además iba a todos los conciertos y conocía las canciones. Después, ya de más grande, los escuché más a menudo.

-Estás detrás de los discos de tu padre, a partir de Cê [de 2007], haciéndolos más rockeros, cambiándoles el sonido. ¿Te toca rejuvenecerlo?

-Pero él es el jefe. Es quien nos llamó trabajar, no es que nosotros nos hayamos propuesto que haga algo distinto. Él es quien se propuso hacer algo nuevo y nosotros estamos ayudándolo.

-¿Cómo ocurrió que seas físico y ahora músico full time?

-Lo intenté. Muchos años estudié física, trabajé un poco. Me gusta mucho hasta hoy, es algo que tengo ganas de hacer, pero la música fue más fuerte. Domenico me arrancó de la física y dijo: “Vamos a tocar ahora”. Salí del laboratorio directamente a +2, para trabajar y hacer conciertos.

-¿Como sigue +2?

-+2 ya se acabó. Después de Ímã, la banda sonora para el Grupo Corpo, decidimos que no había otro proyecto para continuar juntos. Terminó bien, seguimos trabajando en otros proyectos juntos y somos amigos.

-Hablemos de La Orquesta Imperial.

-Uh. Eso es buenísimo. Seguimos tocando y es una fiesta. Estamos todos juntos. Empezó como un chiste y después la gente lo hizo popular, iba a bailar.

-Explicales a los uruguayos qué es La Orquesta Imperial y la samba de gafiera.

-Gafiera era, en los años 40, 50 y un poco de los 60, una forma de tocar samba como una big band, ragtime, como si fuera una big band americana que tocaba samba para bailar. Un espacio de baile. La banda toca para bailar. Incluso había mujeres que estaban dispuestas a bailar contigo por un dinero, se llamaba taxi dance, ¡pero sólo bailar! Era buenísimo. Aparte, se baila en pareja, viene a ser un baile de salón. Esta forma de tocar y de bailar no existía más, había muy pocos lugares, sólo con viejitos, buenísimo, pero la gente joven bailaba otra cosa que era baión, forró. A partir de La Orquesta Imperial se hace popular nuevamente.

-Es curioso que a la vez que ustedes hacen eso, en Uruguay exista un auge de la milonga como baile de salón.

-Es bueno para la gente joven, para tener contacto físico sincero. También para nosotros en el escenario. No es que sólo queríamos hacer un baile, una gafiera, es también la oportunidad de cantar sambas antiguos, músicas viejísimas de Brasil. Es un espacio para desarrollar cosas que no podíamos hacer en nuestros otros proyectos. Es una forma de tocar en una big band también, con metales y percusiones que no teníamos. Fue en parte algo como la realización de nuestros deseos musicales.

-¿No hay concientización del movimiento?

-No hay conciencia en ese sentido, solamente la voluntad de hacer cosas que no hacíamos, que nunca habíamos hecho porque eran antiguas. A su vez, cuando empezamos a hacerlo nos dimos cuenta de que no lo hacíamos igual porque no somos de aquella época: lo estamos haciendo como sabemos y es distinto porque tiene mezcla con el rock and roll y con todas nuestras influencias. Pero es natural, no es una cosa consciente de mezclar esto con aquello para hacerlo mejor.

-En eso difiere del Tropicalismo, que era una propuesta de quiebre consciente...

-Es que no era una propuesta sólo musical sino cultural. Nosotros no tenemos esa conciencia, menos aun la politización del arte, de hacer un espacio para que la gente abra los ojos en relación con las cosas que pasan. La dirección que tenemos es hacer las cosas que tenemos ganas de hacer porque nos gustan.

-¿Cuáles son para vos los elementos motivadores en la composición?

-Creo que los mismos de todo el mundo: el amor, las tristezas, las relaciones personales -buenas o no-, la amistad, como mi relación con Pedro Sa, para el que hice una canción en castellano porque tenía una novia chilena y quise mostrarle cuán importante era ella para él.

-En cuanto a los géneros musicales, hay muchos ritmos en Brasil. ¿Hay una búsqueda en algún género determinado?

-Es lo que te decía de la orquesta y +2, lo mismo ocurre con los ritmos: tenemos influencias de los ritmos brasileños pero son distintas entre nosotros. Solamente intentamos hacer las cosas que buscamos. Por ejemplo, estuve en Belem y oí una cosa que me gustó, vamos a hacer una cosa así y Kassim empieza a tocar un carimbo y sale una cosa muy bella. No sabemos tocarla muy bien pero lo intentamos. Nos gusta y punto. No es que lo hagamos porque es un ritmo importante de Brasil, entonces va a significar algo.

-La pregunta tiene que ver con que hay una tendencia hacia los regionalismos frente a la globalización...

-Creo que es natural. Es más fácil tener contacto con las cosas antiguas. Es fácil estar al tanto en internet de todas las cosas que salen en Londres, en Estocolmo, etcétera. Es una globalización musical. Estas mezclas son una cosa de nuestra época y es como todo: algunas son buenísimas y otras no tanto. Pero te diría que no es una cosa tan de ahora, ya que los tropicalistas ya buscaban cosas de afuera para hacer antropofagia cultural. Incluso el término “antropofagia” en relación con el arte ya había surgido en Brasil por los años 20. El escritor Mario de Andrade y otros estaban en la búsqueda de tomar cosas de afuera y transformarlas en brasileñas. Es una constante.

-Algo curioso: al buscar “Moreno Veloso” en Google aparecen más resultados relacionados con Argentina que con Brasil.

-Es verdad. No sé qué pasa. Cuando decidimos finalizar el proyecto +2 elegimos hacer dos shows en Buenos Aires porque para nosotros era una despedida buenísima, pero no tengo cómo explicarlo. En Brasil somos muy pequeños, mientras que en otros lugares, como Japón, España o Argentina, somos “artistas” -no sé decir por qué- más considerados.

-¿Qué sabías de Uruguay?

-Mmm… un nombre buenísimo... Poquísima información. Hay músicos uruguayos que vivieron y trabajaron en Brasil, como Hugo Fattoruso, y por intermedio de ellos conocí el candombe. Los vi tocando por primera vez y me gustó mucho. También hay otro uruguayo, Jorge Drexler, pero vive en España, aparte habla y canta en portugués perfectamente y ha trabajado en Brasil. Pero no conozco mucho más. Había en la casa de mi padre discos de Gregorio Barrios, que es un cantante muy antiguo pero de origen incierto, como Carlos Gardel. No sé si era de familia paraguaya. Me gustaba mucho de niño, pero tal vez sea un delirio mío y no es uruguayo.

-¿Tupí or not tupí?

-Guaraní. Yo creo que sí.

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