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Sebastián Teysera yJuan Casanova.

Foto: Javier Calvelo

Generaciones en escena

12 minutos de lectura
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Sebastián Teysera, de La Vela Puerca, y Juan Casanova, de Los Traidores.

A su manera, Juan Casanova, Sebastián Teysera y Fernando Santullo han sido protagonistas de las tres oleadas más notorias del rock nacional posdictadura. El viernes 12 estos tres representantes de distintas formas de entender cómo se traduce el rock en Uruguay estarán juntos en el Teatro de Verano, lo que es una buena excusa para conversar con dos de ellos sobre todos estos años bajo las luces.

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-El próximo show reúne, más allá de las diferencias relativas de edad, lo que pueden considerarse tres generaciones del rock local. ¿Cómo surgió eso?

Juan Casanova: -No es sólo una cuestión etaria, sino también respecto de los estilos. Tiene que ver con una evolución lógica de la interpretación de la música en Uruguay, que va del si se quiere primitivismo de Traidores -no en el sentido peyorativo, sino en el de ser cuatro integrantes que tocan rudamente- hasta la sofisticación que logran hoy por hoy, cada uno en su palo, Santullo y La Vela Puerca. Es algo positivo para mí esta integración particular de la cuestión, y es aunar generaciones con percepciones distintas en cuanto a estilos de música.

Sebastián Teysera: -También se puede hablar de generaciones de edad de cada uno o de las bandas. Yo no me siento muy alejado del Peyote, en lo personal.

JC: -Pero hay una cuestión etaria en algo que me consta, lo sé, de que muchas personas van a llevar a sus hijos a ver a Traidores.

ST: -Yo no recuerdo haber compartido escenario con Traidores, pero sí con El Peyote…

JC: -Y Traidores también con El Peyote, así que Santullo es la bisagra de este preciso instante histórico. Además La Vela tiene un dvd y algunos temas nuevos, y con Traidores nunca se sabe qué va a pasar, pero Santullo es el que tiene la cosa nueva, el más actual; ha seguido una evolución propia no sólo en lo personal, sino también en el panorama de la música nacional.

-¿Y quién tuvo la idea de hacerlo?

ST: -La idea salió esencialmente de La Vela. Con Juan venimos hablando de tocar desde hace tiempo, y dijimos “bueno, queremos organizar un concierto, queremos tocar en Montevideo”, y no encontrábamos ninguna excusa porque no tenemos nada nuevo; queríamos salir, tocar y traer a la gente nuevamente y esa historia. Y dijimos “vamos a hacerlo pero que no sea sólo La Vela la que convoca”. No teníamos muchas ganas ni teníamos la excusa, y pensamos en hacer un minifestival, que nos parecía más divertido. Máxime en esta época, en que está lleno de conciertos y a la gente no le da el bolsillo. Entonces surgió la idea de hablar con Casanova y preguntarle qué le parecía esta movida. Ya Víctor [Nattero] había hablado con él y tenían ganas de hacer algo, y después estuvo esa historia bisagra, como dice Juan, de haber estado escuchando el disco de Santullo varias veces y decir “me cierra esta historia”. Además, me gusta que un festival, por más mini que sea, tenga propuestas diferentes. A mí nunca me gustó el concepto de un festival de reggae, por ejemplo, porque mi esencia al escuchar música es que no puedo escuchar un mismo estilo más de media hora. Yo voy a un festival de reggae y todo bien, pero se me cae un huevo a la media hora. Me gusta la diversidad musical, melódica y rítmica. Yo armo festivales propios en mi casa; tengo dos bandejas y una mezcladora para mí solo, me mezclo para mí. Y así me gustan los festivales, pero, además, es bueno para la gente, porque vos vas a ver a una banda y te encontrás con otra, y te puede gustar o no, pero es un riesgo que cada uno toma. Y desde el momento en que te gusta algo que no pensabas que te iba a gustar sos más feliz, más rico, yo qué sé…

-Ustedes son muy amigos fuera del escenario. ¿Cuándo se conocieron?

JC: -No me acuerdo, pero en verdad mi historia con La Vela Puerca viene de cuando conocí a Santiago Butler, siendo él un crío de doce años, y muchos años después me encontró en el bar El Tigre y me dijo “tengo una banda y tocamos acá en la puerta ahora”. Y entonces comenzó mi interacción; en el primer toque de La Vela Puerca yo estaba ahí. Pero no recuerdo nada del toque y creo haber visto muy poco. Los veía desde la ventana de El Tigre pero yo estaba enfrascado en mi propio whisky. Empezó una relación que se afianzó más cuando empecé a ir a la sala de ensayo de Williman, donde ensayaba La Vela, y me acerqué a un mundo que era completamente distinto en lo musical para mí; me invitaron en algún momento a cantar con ellos en el Teatro de Verano, para la presentación de De bichos y flores. Y arrancó esa amistad.

-Vos, Sebastián, sí tenías claro qué eran Los Traidores cuando conociste a Juan.

ST: -Claro; yo vi a Los Traidores y es el primer concierto que recuerdo haber visto. Fui con mi primo, que me llevó a ver la presentación del disco Graffiti en el Teatro de Verano. Tenía trece años, por ahí. Me acuerdo de votar en el ranking de El Dorado FM, que tenías que dejar tu número de cédula, y mentía el número y votaba como siete veces, hasta que llegó “Cambalache” al primer puesto, que fue la primera de esas canciones que llegó.

JC: -Hemos compartido miles de birras y horas de discusión profunda.

ST: -Muchas guitarreadas por las calles.

-Es un poco irónico que, mientras que Sebastián siempre tuvo un discurso muy integrador hacia los colegas músicos, vos, Juan, tenías más bien una actitud hostil hacia ellos.

JC: -Hasta que llegó Sebastián. Por suerte siempre hay personas que te abren los ojos; yo era ciego ante ciertas cosas, aunque no tanto, porque tenemos que diferenciar un poco lo que es mi propia voluntad y lo que es una banda y compartir esas cosas con otras personas. Yo siempre creí en la integración, pero la política de una banda no siempre es la política personal de uno. Creo que fuimos un poco ciegos, sólo integramos a El Peyote Asesino, porque nos voló la cabeza, y a Los Gnomos. Realmente lamento no haber hecho antes lo que me enseñó Sebastián. Creo que es una lección que no solamente me ha dado a mí, eso de abrir los ojos y luchar contra esa forma hostil de pensar que todos son tus enemigos. Sebastián lo hizo y me consta que resucitó a varios muertos. Yo me sentí muy ayudado por él y estoy seguro de que muchas personas también. Eso fue La Vela Puerca para mí, lo que pateó el tablero e hizo la diferencia. Es una lección que trato de aplicar.

-¿Siempre es bienvenida esa intención de integración?

ST: -Es una cosa que se va haciendo y yo nunca tuve claro con quién sí o con quién no, ni nada. Yo siempre anduve por ahí e iba conociendo gente, y charlando con esa gente se derrumban un montón de barreras y se genera un viaje de sensibilidad musical y gustos. “Ah, ¿vos también escuchás esto?”. Entonces es cuando empieza. La Vela es una banda que nunca se ha casado con ningún estilo; sí con una forma de hacer las cosas. Por suerte he cantado con muchísima gente de distintos estilos, edades y trayectorias, desde Guatusi al Sabalero. Son canciones. Y se va dando, cada vez más.

-Pero ustedes, en algún momento, aunque sólo sea por una cuestión de simple popularidad, llegaron a una situación muy distinta de la de cualquier otra banda. Quedaron separados de los demás en relación con su propio éxito.

ST: -Ésos fueron momentos muy difíciles. Imaginate que todo se dio a una velocidad que no era coherente con el viaje. Incluso como instrumentistas, en algún momento tuvimos que decidir si nos dedicábamos a eso o lo dejábamos. Ninguno es músico de escuela y nadie tocaba ni el timbre, y había que ponerse a la altura. ¿Y cómo lo hacías? No sé; era una lucha por que no te pasara la ola. Acá todos los músicos se conocían y se respetaban o no. A nosotros no nos conocía nadie, nosotros apenas creíamos que éramos músicos.

-En cierta forma para Los Traidores también fue una cosa muy repentina.

JC: -Nosotros, Los Estómagos y tantos otros amigos vivimos un momento muy particular en la historia de nuestro país y nuestra sociedad, y ni hablar en lo que atañe a nosotros, es decir, a la historia del rock nacional. Pero ese rock tiene una historia propia más allá de los avatares de la sociedad -aun estando integrados a ella, porque no somos una cosa separada-; hay que establecer una cronología propia respecto de su evolución. Cuando yo empecé a tocar de algún modo había que reinventar el rock. Yo ahora noto una evolución, es mucho mejor en todos los niveles que puede haber.

-Vos con Sebastián tuviste ya un proyecto en común, que fue el homenaje de Legião Urbana y su reedición en Brasil. ¿Cómo nació eso?

JC: Todo esto que nosotros hemos vivido con Legião Urbana nació con Renato Russo, de un encuentro que tuve con él en Montevideo Rock 1. Era gente que estaba muy emparentada con lo que nosotros hacíamos; ellos estaban en Brasilia y gracias a Paralamas pudieron grabar un disco y que refleja lo mismo -con mayor o menor fortuna- que lo que estábamos haciendo nosotros en Uruguay. Pienso que Legião Urbana y Traidores son bandas hermanas, como Los Estómagos y otras de aquel tiempo, bandas que interpretaban ese sentir pasándolo por el mismo filtro musical, es decir, la escena punk de fines de los setenta y fines de los ochenta. Y pudimos hacerlo gracias a que yo puse un poco de mente y Sebastián, como de costumbre, su corazón y su fuerza. Volver a vivir esos temas fue para mucha gente un sueño hecho realidad. Fue un homenaje justo a un cantante, compositor, autor, un grosso en serio a todo nivel. Por suerte pudieron venir Dado Villa-Lobos y Marcelo Bonfá [guitarra y batería de Legião Urbana] y tuvieron la gentileza de invitarnos a Brasilia, donde iban a tocar canciones de Legião por primera vez en mucho tiempo.

ST: -Recuerdo que ese día no lloré porque tenía que cantar, porque había un montón de gente llorando. Y no podía cantar llorando; era una sola canción y era vivir esa canción al máximo. Era “Quase sem querer”, y hay un momento en que dice “me disseram que você / estava chorando”, y estaba un mar de gente llorando.

JC: -Y ahí dice “e foi então que eu percebi / como lhe quero tanto...”, y este hijo de puta señala al micrófono, que tenía una rosa como homenaje a Renato. Y entonces la gente lloró aun más. Nunca nos había pasado. Es muy extraño ver a toda la gente que ves llorando. Fue absolutamente increíble.

-La Vela tiene un dvd para presentar. ¿Es el primer registro visual que saca?

ST: -Nos estamos desvirgando en este formato, después de 14 años. Yo no entiendo mucho los videoclips ni los dvd…

-En el último video de ustedes, “Frágil”, ni siquiera aparece la banda.

ST: -No, somos muy malos actuando. No creo que La Vela Puerca tenga videoclips que la reflejen. Los que tenemos reflejan más a la canción que a la banda. Este dvd refleja a la banda, lo que hemos pasado, la idiosincrasia de la banda y cómo se vive esta historia. No llega a mostrarte todo, pero te da un pantallazo.

-¿Te costó verte a vos mismo hace 14 años?

ST: -Fue muy vergonzoso por un lado, porque me da mucha vergüenza verme, pero fue muy fructífero volver para atrás y hacer una retrospectiva, estar en el presente tratando de hilvanar cómo estás ahora y qué fue lo que hiciste todos esos años.

-¿Te parece muy distinta la banda que tocaba en El Tigre de la que toca en estadios?

ST: -Yo la veo igual en su esencia. Y ratifiqué, viendo el dvd, que no reniego de nada de lo que hicimos. Me gusta la banda como es como banda.

-¿Nunca te pareció que el concepto de La Vela Puerca se concentraba mucho en vos?

ST: -No, para nada. Yo no podría hacer nada solo, sin esta gente. Si tuviera otra banda llamaría a la misma gente, y si hiciera un disco solista llamaría a la misma gente, que es con la que me llevo. He tocado con otra gente y hay otra gente con la que tengo afinidades, pero ésta es la gente con la que toco. Lo otro son berretines de probar una vivencia nueva.

-Yendo a Traidores, ¿cuántas reuniones y separaciones llevan?

JC: -Digamos que dos veces la banda se disolvió realmente: en 1989 y en 2002. Ésas fueron las únicas veces en que la banda se separó por perder integrantes o por equis motivo. Pero esto de que me hablen de “el regreso de Traidores” me aburre, me tiene con los huevos llenos. Es una pobre interpretación de lo que es la dinámica de la historia de una banda.

-Pero ustedes han presentado hacia afuera eventos como de “despedida”.

JC: -Pero eso corresponde a la emotividad de algunas personas, no a la mía ni a la de una banda. Pero vayamos al caso concreto; hay canciones de Traidores que emocionan a algunas personas, y lo que importa es que algunas canciones emocionan, y eso es lo que motiva y da ganas; gente que se aproxima y te escribe. Y yo soy intérprete de esas canciones. Es un encuentro mío con otras personas en el que median esas canciones. Cualquier otro podría hacer un revival de Traidores y la emoción sería la misma. Como cuando nosotros hacemos canciones de Legião Urbana. Entonces esto es simplemente que tengo ganas de salir a rockearla, bajo el rótulo que quieras, y me congratulo de que algunas personas vayan a escucharlas. Mi amigo Sebastián va a estar contento de escucharlas, yo también, y otras personas también. Y me sirve de excusa para juntar a la banda, sin hablar de reunión ni de un carajo más.

-¿No hay otro proyecto ulterior?

JC: -No ahora. Vivo el aquí y el ahora; no tengo ningún disco de Traidores ni fotos ni nada. Vivo el ahora y hago lo que puedo. Tengo ganas de tocar el 12 de diciembre con Traidores y nuestros amigos de La Vela Puerca, que fueron los que pusieron el pecho a las balas e hicieron todo lo posible e imposible para que nosotros disfrutemos de dar un show. Estoy muy contento por esta oportunidad.

ST: -Yo me acuerdo, en aquel concierto de Graffiti, en el 85, de decirle a mi primo “a mí me gustaría tener una banda y estar ahí”, en el Teatro de Verano. Eso sucedió por primera vez en el 97, con La Abuela Coca y Los Piojos. Me había olvidado de que había dicho eso y mi primo me lo recordó cuando me vio. Me dijo “¿te acordás de lo que dijiste en aquel concierto del 85? Bueno, acá estás”. Las vueltas de la vida… Ahora voy a estar en ese lugar con Los Traidores.

-Es curioso; yo fui a ese concierto del 85 y en realidad ni siquiera estaba lleno. Ustedes han llenado lugares cinco o seis veces más grandes que el Teatro de Verano. ¿Cómo se lleva eso de superar hasta tu propio sueño de simplemente tocar ahí?

ST: -No creo que todos los sueños tengan la misma carga emocional. Tenés sueños, sueñotes, sueñitos. Mi sueñote fue un día sacar un disco con una banda. Para mí. Era una utopía, y eso sucedió, pero tuve muchos viajes raros con ese asunto. Es como eso que te dicen de “cuidado con los sueños, que se te pueden hacer realidad”. Y se te cae la estantería, porque todos los sueñotes tienen sus consecuencias, y con muchas de ellas no me he llevado muy bien.

-Vos siempre tuviste un discurso de “no importa cuántos discos vendamos, cuánta gente nos vea, vamos a seguir siendo los mismos guachos que ensayaban en el garaje”. ¿Creés que eso es posible?

ST: -Es que acá no tenés otra. Pero no sos el mismo desde el momento en que te volvés una cosa pública. Yo colgaría de los huevos al que inventó la camarita del celular, y al que inventó el celular también. Yo lidio como puedo y he ido a terapia por el asunto, porque no lo comprendo mucho. Si bien acá es mucho más light que en otros lugares, hay cosas que me sacan, que me dejan ofuscado durante meses. Todos los días te pasa algo con respecto a la persona pública. Una vez yo estaba comiendo y había una madre con dos chiquitos que me miraban y no me decían nada, y yo me quedé esperando a ver qué hacían, si hacían algo que no fuera pedir un autógrafo o una fotito, a ver qué decían los niños. Y cae la madre y les dice “pídanle, pídanle, él se debe a su público”. Y me levanté y le dije “discúlpeme, señora, pero yo no creo deberle nada a nadie y menos a usted, que no la conozco”. Le pregunté a los dos niños “¿ustedes quieren un autógrafo?”, y me dijeron que sí, “bueno, así sí”. Hay que lidiar con esas cosas, a veces las llevo bien y a veces pésimamente. Depende del estado de ánimo en el que uno esté. Pero acá igual no hay tanta historia; no quisiera estar en los calzones del Indio Solari. No me gustaría ni ahí estar atrincherado. No estoy ni ahí.

-De una forma u otra ustedes vienen de una sensibilidad relacionada con el punk. ¿Va a haber algo de punk-rock en el show del 12?

JC: -Yo pienso que sí; asalto el ring y digo “claro”. Es el mismo espíritu de siempre, al que jamás abandoné. Y quiero poner en escena algo que reivindique esa parte de mí de ser siempre combativo. Así que pienso que sí, que voy a hacer punk-rock. Y Sebastián también hace punk-rock, y Santullo también, a su modo, más sofisticado que nosotros -y eso es lo bueno de ver, cómo Santullo es un punk sofisticado-. Pero creo que todos somos punk y vamos a ver un show punk. En el sentido estricto de que todos nos hicimos por nosotros mismos, de la mejor forma que pudimos, y que siempre fuimos combatientes. En pos de lograr una nación mejor.

ST: -Dijo…

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