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Adoniram Sanches Peraci, durante su exposición, el viernes.

Foto: Pablo Nogueira

Nutriente de futuro

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La agricultura familiar es fundamental para sustentar la seguridad alimentaria.

Para no subsidiar eternamente a la agricultura familiar debe fomentarse su desarrollo y, con ese objetivo, se realizó un relevamiento entre productores buscando definir el universo a atender y dónde focalizar futuras medidas, informó a la diaria el subsecretario del Ministerio de Ganadería (MGAP), Andrés Berterreche. Por su parte, el secretario de Agricultura Familiar de Brasil, Adoniram Sanches Peraci, opinó que la sustentabilidad del sector es fundamental para asegurar alimentos en el futuro.

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Una conferencia sobre el rol de la agricultura familiar en las estrategias nacionales de seguridad alimentaria, brindada en Montevideo por el jerarca brasileño, sirvió de contexto para que el subsecretario del MGAP se refiriera a la situación de Uruguay en la materia.

Familiar, no pequeño

Según una resolución del MGAP de 2008, un agricultor familiar es aquella persona que explota hasta 500 hectáreas coneat y su principal ingreso proviene del trabajo en ese predio; realiza su trabajo agrícola, como máximo, con dos asalariados permanentes o su equivalente en jornales zafrales (500 jornales anuales); y reside en el área de explotación o en una localidad ubicada a una distancia no mayor a 50 kilómetros de aquélla. Berterreche precisó a la diaria que “no es lo mismo que hablar de pequeños productores, aunque muchas veces se usa indistintamente ese concepto”, ya que un productor puede ser “pequeño en superficie pero ser un capitalista o un empresario del agronegocio”.

Berterreche aseguró que fue necesario definir el universo del productor familiar para tomar medidas con la mayor especificidad posible y comentó la disertación de Sanches, que también escucharon el representante de la Comisión Nacional de Fomento Rural, Fernando López, y el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Diego Piñeiro.

Tras el evento, el jerarca explicó a la diaria que “la agricultura familiar durante mucho tiempo estuvo en el imaginario colectivo, sin definirse claramente”, por lo que se buscó “contextualizarla fehacientemente” sobre la base de un estudio que se realizó en 2008.

Berterreche precisó que son alrededor de 32.000 los agricultores familiares, que representan 63% del total, y destacó que aplicar acciones focalizadas supone “hacer políticas para todos pero con diferentes sentidos según las realidades”. “Cuando se tiene una definición hecha y se empiezan a registrar los productores se puede comenzar a aplicar ese tipo de políticas”, resumió. “Si no, se le está pegando a una piñata con la venda puesta”, graficó.

El funcionario defendió el criterio de fortalecer la agricultura familiar porque está muy vinculada a los “mayores núcleos de pobreza”.

“Ese fortalecimiento no debe darse por lástima sino para no seguir exonerando impuestos: quiero que estén lo suficientemente bien para que puedan pagar sus impuestos”, explicó, si bien “a veces los subsidios son necesarios”. “No les tengo miedo a los subsidios pero hay que pensar que las medidas deben ser de carácter estructural, para que esos productores puedan salir deestado de incertidumbre y dar un salto de calidad”, ejemplificó Berterreche.

Vehículo público

El decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Diego Piñeiro, opinó que Brasil despierta “una sana envidia” por “cómo organiza e instrumenta sus programas de seguridad alimentaria”. No obstante, ése no es un problema en Uruguay, ya que “producimos cuatro veces más de lo que consumimos”, por lo que la dificultad de la agricultura familiar “no está centrada en cómo abastecer el mercado interno sino en cómo, sin descuidar eso, plegarse a las cadenas de exportación”. Consultado al respecto, Berterreche coincidió en que “las estructuras agrarias uruguayas son diferentes de las brasileñas”, aunque “de todas maneras hay un peso bien importante en la unión entre agricultura familiar y seguridad alimentaria nacional”. En tal sentido, subrayó “el papel que puede tener el Estado en esa situación como vehiculizador, para que los productores familiares le den mayor seguridad alimentaria al pueblo uruguayo.

Guerra grande

Sanches Peraci se refirió en su ponencia a las medidas adoptadas en torno al tema por el gobierno brasileño, celebrando que “mucho se ha hecho” pero recordando que aún se está “en medio de una guerra”.

Indicó que la agricultura familiar es fundamental para asegurar alimentos a la población y agregó que “Brasil tiene una oportunidad de ser un importante productor mundial de alimentos”.

También mencionó la alta productividad en algunos sectores, como el de producción de soja, y criticó los bajos rendimientos en otros, como la lechería, en el que Brasil tiene una productividad de 1,7 toneladas por vaca al año, mientras que el promedio mundial es de 4,75 y Estados Unidos llega a 9,4.

Para mejorar la productividad se establecieron en Brasil tres criterios centrales: incremento de la inversión financiera, inversión en conocimiento y fomento de la comercialización.

Entre algunas acciones dispuestas para desarrollar la agricultura familiar, Sanches enumeró la apertura de líneas de crédito para inversiones, cambios en el régimen de contrataciones del Estado, un programa de garantía de precios mínimos para realizar inversiones y otro de alimentación escolar.

También ponderó el impulso a las tecnologías de pequeño porte como, por ejemplo, para la fabricación de tractores chicos funcionales a la actividad.

A través de esas medidas fueron asistidos dos millones de agricultores, aunque advirtió que aún faltan dos millones más, y defendió la “fuerte presencia del Estado” para revitalizar la agricultura familiar. En esa línea, Sanches destacó “la ventaja de no haber privatizado en la década de los 90 al Banco do Brasil o la Petrobras”, entre otras compañías de propiedad estatal.

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